HISTORIA DE ROMA


HISTORIA DE ROMA
desde su fundación.
TITO LIVIO
Libros I a X
Libro 1: Las primeras leyendas
[1,1] Para empezar, se admite generalmente que después de la toma de Troya,
mientras que el resto de los troyanos fueron masacrados, en contra de dos de ellos -
Eneas y Antenor - los aqueos se negaron a ejercer el derecho de la guerra, en parte
debido a los antiguos lazos de la hospitalidad, y en parte porque estos hombres
habían estado siempre a favor de hacer la paz y entregar a Helena. Sus fortunas
posteriores fueron distintas. Antenor navegó hasta la parte más alejada del Adriático,
acompañado de cierto número de los de Eneas que habían sido expulsados de
Paflagonia por una revolución, y que tras perder a su rey Pylamenes ante Troya
estaban buscando un lugar donde asentarse y un jefe. La fuerza combinada de los
de Eneas y los troyanos derrotaron a los Euganos, que habitaban entre el mar y los
Alpes, y ocuparon sus tierras. El lugar donde desembarcaron fue llamado Troya, y el
nombre se extendió a los alrededores, la nación entera fue llamada vénetos.
Desgracias similares llevaron a Eneas a convertirse en un vagabundo, pero los
hados estaban preparando un destino más alto para él. Visitó en primer lugar
Macedonia, a continuación se llegó a Sicilia en busca de un lugar donde asentarse;
de Sicilia, dirigió su rumbo hacia el territorio Laurentiano. Aquí también se encuentra
el nombre de Troya, y aquí desembarcaron los troyanos, y como sus viajes casi
infinitos no les habían dejado más que sus armas y sus naves, comenzaron a
saquear la zona. Los aborígenes, que ocupaban el país, con su rey Latino a la
cabeza, llegaron apresuradamente desde la ciudad y los distritos rurales a fin de
repeler las incursiones de los extranjeros por la fuerza de las armas.
Desde este punto hay una doble tradición. Según el uno, Latino fue derrotado en la
batalla, e hizo la paz con Eneas, y, posteriormente, una alianza familiar. Según la
otra, mientras que los dos ejércitos se encontraban dispuestos a enfrentarse y a la
espera de la señal, Latino avanzó desde sus líneas e invitó al líder de los extranjeros
a conferenciar. Él le preguntó qué clase de hombres eran, de dónde venían, lo que
había ocurrido para hacerles abandonar sus hogares, qué buscaban cuando llegaron
al territorio de Latino. Cuando se enteró de que los hombres eran troyanos, que su
jefe era Eneas, hijo de Anquises y Venus, que su ciudad había sido quemada, y que
los exiliados sin hogar estaban buscando un lugar para asentarse y construir una
ciudad, quedó tan impresionado con el porte noble de los hombres y su jefe, y su
disposición a aceptar tanto la paz como la guerra, que ofreció su mano derecha
como compromiso solemne de amistad para el futuro. Un tratado formal se realizó
entre los dirigentes y se intercambiaron saludos entre los ejércitos. Latino recibió a
Eneas como invitado en su casa, y allí, en presencia de sus deidades tutelares,
completó la alianza política con otra doméstica y dio a su hija en matrimonio a
Eneas. Este incidente confirmó a los troyanos en la esperanza de que habían
llegado al término de sus viajes y ganado un hogar permanente. Construyeron una
ciudad, que Eneas llamó Lavinia por su esposa. En poco tiempo nació un niño del
nuevo matrimonio, a quien sus padres le dieron el nombre de Ascanio.
[1,2] En un corto período de tiempo los aborígenes y troyanos se vieron envueltos
en una guerra con, el rey de los rútulos. Lavinia había sido prometida al rey antes de
la llegada de Eneas, y, furioso porque un extraño fuera preferido a él, declaró la
guerra contra ambos, Latino y Eneas. Ninguna de las partes pudo felicitarse por el
resultado de la batalla: los rútulos fueron derrotados, pero los victoriosos aborígenes
los y troyanos perdieron a su jefe Latino. Sintiendo la necesidad de aliados, Turno y
los rútulos hubieron de recurrir a la fuerza célebre de los etruscos y Mecencio, su
rey, que reinaba en Caere, una ciudad rica en aquellos días. Desde el principio, no
sintió más que placer por el crecimiento de la nueva ciudad, pero ahora consideraba
el crecimiento del Estado de Troya como demasiado rápido para la seguridad de sus
vecinos, por lo que acogió con satisfacción la propuesta de unir fuerzas con los
rútulos. Para mantener a los aborígenes con él frente a esta poderosa coalición y
asegurarse de que estaban no sólo bajo las mismas leyes, sino bajo el mismo
mando, Eneas denominó a ambas naciones con el nombre de Latinos. A partir de
ese momento los aborígenes no estuvieron por detrás de los troyanos en su leal
devoción a Eneas. Tan grande era el poder de Etruria que la fama de su pueblo
había llegado no sólo a las partes interiores de Italia, sino también los distritos
costeros a lo largo de las tierra desde los Alpes hasta el estrecho de Mesina. Eneas,
no obstante, confiando en la lealtad de las dos naciones que fueron creciendo día a
día como una sola, condujo a sus fuerzas al campo de batalla, en lugar de esperar al
enemigo detrás de sus muros. La batalla terminó a favor de los latinos, pero fue el
último acto mortal de Eneas. Su tumba - si así se le puede considerar - está situada
en la orilla del Numicius. Se le llama "Júpiter Indigetes".
Fuente: HISTORIA DE ROMA
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