HISTORIA DE ROMA desde su fundación. TITO LIVIO



HISTORIA DE ROMA
desde su fundación.
TITO LIVIO
[1,8] Después que se hubieran cumplido las los deberes de la religión, Rómulo
llamó a su gente a un concilio. Como nada podía unirlos en un solo cuerpo político,
sino la observancia de las leyes y costumbres comunes, les dio un cuerpo de leyes,
que pensaba que sólo serían respetadas por una raza de hombres incivilizados y
rudos si les inspiraba temor al asumir los símbolos externos del poder. Se rodeó de
los mayores signos de mando, y, en particular, llamó a su servicio doce lictores.
Algunos piensan que fijó este número por la cantidad de aves que predijeron su
soberanía, pero me inclino a estar de acuerdo con aquellos que piensan que como
esta clase de funcionarios públicos fue tomada del mismo pueblo del que se adoptó
la "silla curis" y la "toga pretexta" (sus vecinos, los etruscos) por lo que el número en
sí también se tomó de ellos. Su uso entre los etruscos se remonta a la costumbre de
las doce ciudades soberanas de Etruria, cuando conjuntamente elegían un rey, y le
proporcionaban cada una un lictor. Mientras tanto, la ciudad fue creciendo y
extendiendo sus murallas en varias direcciones; un aumento debido más a la
previsión de su futuro crecimiento que a su población actual. Su siguiente medida
fue para asegurar que un aumento de población al tamaño de la ciudad no resultase
en fuente de debilidad. Había sido una antigua política de los fundadores de
ciudades el reunir multitud de personas de origen oscuro y baja extracción y luego
extender la ficción de que ellos eran originarios del terreno. De acuerdo con esta
política, Rómulo abrió un lugar de refugio en el lugar donde, según se desciende
desde el Capitolio, hay un espacio encerrado entre dos arboledas. Una multitud
indiscriminada de hombres libres y esclavos, ansiosos de cambio, huyeron de los
estados vecinos. Este fue el primer incremento de fortaleza a la naciente grandeza
de la ciudad. Cuando estuvo satisfecho de su fortaleza, su siguiente paso fue para
que tal fortaleza fuera dirigida sabiamente. Creó cien senadores, fuese porque ese
número era el adecuado o porque sólo había un centenar de jefes [de gens]. En
cualquier caso, se les llamó "Patres" en virtud de su rango, y sus descendientes
fueron llamados "patricios".
[1,9] El Estado romano se había vuelto tan fuerte que era un buen partido para
cualquiera de sus vecinos en la guerra, pero su grandeza amenazaba con durar sólo
una generación, ya que por la ausencia de mujeres no había ninguna esperanza de
descendencia, y no tenían derecho a matrimonios con sus vecinos. Siguiendo el
consejo del Senado, Rómulo envió mensajeros entre las naciones vecinas para
buscar una alianza y el derecho al matrimonio mixto en nombre de su nueva
comunidad. Ciudades que, como las otras, surgieron de los más humildes
comienzos y que, ayudadas por su propio valor y del favor del cielo, ganaron por sí
mismos gran poder y gran renombre. En cuanto al origen de Roma, es bien sabido
que, si bien había recibido la ayuda divina, el coraje y la confianza en sí misma no
faltaron. No debió, por tanto, existir rechazo de los hombres a mezclar su sangre con
sus semejantes. En ninguna parte recibieron los enviados una recepción favorable.
Aunque sus propuestas fueron rechazadas, hubo al mismo tiempo una sensación
general de alarma por el poder que tan rápidamente crecía entre ellos. Por lo
general, se les despedía con la cuestión: "Si hubiérais abierto un asilo para las
mujeres, ahora no tendríais que buscar matrimonios en igualdad de condiciones". La
juventud romana mal podía soportar tales insultos, y la única solución empezó
parecer el recurso a la fuerza. Para asegurar un lugar y momento propicios para tal
intento, Rómulo, disimulando su resentimiento, hizo preparativos para la celebración
de unos juegos en honor de "Neptuno Ecuestre", a los que llamó "los Consualia".
Ordenó que se diera anuncio de la celebración entre las ciudades vecinas, y su
pueblo lo apoyó para hacer la celebración tan espléndida como les permitiesen sus
conocimientos y recursos, de modo que se produjo gran expectación. Se reunión
una gran multitud; la gente estaba ansiosa por ver la nueva ciudad, todos sus
vecinos más cercanos (los pueblos de Caenina, Antemnae y Crustumerium) estaban
allí, y vino toda la población Sabina, con sus esposas y familias. Se les invitó a
aceptar la hospitalidad en distintas casas, y tras examinar la situación de la ciudad,
sus murallas y el gran número de casas de que incluía, se asombraron por la rapidez
con que había crecido el Estado romano.
Fuente: HISTORIA DE ROMA
desde su fundación.
TITO LIVIO
Libros I a X

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