La civilización Bizantina
ECONOMÍA Y SOCIEDAD. Se ha señalado la importancia que para la
economía de Bizancio había de tener la pérdida de sus provincias mercantiles e
industriales ante el empuje musulmán. A partir del siglo VII, una economía
agropecuaria de grandes latifundios y socialmente de tipo feudal, va a ser su
característica. Únicamente la capital, Constantinopla, se mantuvo como centro
mercantil de primera categoría; monopolizó durante siglos el comercio de la
seda, las especias, las maderas de sándalo, de los esclavos, etc., ya que las
más importantes rutas comerciales tenían como punto de escala a Bizancio (Asia
Central, Norte de África, pueblos germanos). La piratería árabe y la creciente
competencia de las repúblicas italianas (Génova, Venecia) hicieron decaer, en
sus últimos momentos, la preponderancia de esta ciudad, que fue, sin lugar a
dudas, la más importante del Mediterráneo durante la Edad Media.
Todo
el sistema económico bizantino estaba estrictamente regulado por el Estado, que
fiscalizaba todas las actividades rurales, urbanas o de comercio. El Estado,
por ejemplo, fijaba el precio al que habían de comprarse las materias primas y
venderse los productos manufacturados.
El
impuesto sobre la tierra, la mayor fuente de riqueza del Imperio, fue el sostén
de la economía bizantina. Los impuestos solían recaudarse en especie y el
campesino se vio agobiado por ellos; tanto es así que buscaron como solución
vender sus tierras al terrateniente, trabajándolas como arrendatarios. Los latifundios
aumentaron considerablemente y el sistema del colonato creado por el Estado,
según el cual el campesino estaba obligado a cultivar y acaso a ampliar las
tierras heredadas, pero tenía prohibido abandonarlas, decayó.
La
pirámide social presentaba, en su cúspide, a un Emperador absoluto que reunía
en sus manos el poder temporal y espiritual. Bajo su autoridad directa se
hallaba el primer ministro (encargado de la administración central, de la
diplomacia y de los asuntos del palacio imperial). Junto a este, y con
categoría difícil de precisar, se hallaba el patriarca de Constantinopla,
auténtico ministro de asuntos eclesiásticos.
En
cuanto a la organización militar merece especial atención el sistema, antes
mencionado, de las «themas», verdaderos ejércitos de colonos-soldados
provinciales, al mando de un estratega responsable únicamente ante el
Emperador. Se ha visto en la «thema» un auténtico germen del feudalismo, ya que
muchas familias nobles recibían tierras en las fronteras a condición de que
ellas, por sus propios medios, organizasen su propia «thema».
Fuente: Enciclopedia Temática Lafer
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