ASPECTOS POLÍTICOS. Frente a la descomposición política general,
sólo instituciones van a intentar restaurar la idea de Imperio desde
presupuestos feudales: el Sacro Imperio - restaurado en Alemania por los otones
- y la Iglesia
Católica. El enfrentamiento entre ambas entidades habría de
surgir al no estar deslindado el campo de actuación - temporal o espiritual -
que correspondía a cada una de ellas.
El
punto culminante de la lucha entre los dos poderes se produce cuando se
enfrentan ideológicamente el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico,
Enrique IV, con el pontífice Gregorio VII. El pontífice, en el año 1075,
publica el Dictatus Papae, en el que, entre otras medidas, condenaba la
investidura laica, afirma el absolutismo pontificio en el gobierno de la Iglesia y la supremacía
del poder espiritual del Papa sobre el temporal del Emperador. Enrique IV
depone al Papa y nombra un antipapa. El pontífice responde a la provocación
excomulgando al Emperador. Finalmente, pudo verse cómo el peso de una
excomunión pontificia podía hacer tambalear a un Emperador. Enrique IV se ve
obligado a implorar el perdón papal en Canossa, pues sus súbditos se habían
declarado en rebeldía por el peso de la excomunión, y estaban dispuestos a
elegir a otro Emperador.
El
prestigio del Papado fue creciente desde entonces, paralelo a la decadencia de
la institución imperial. Cuando, en el año 1095, el Papa Urbano II predique en
Clermont Ferrand la
Primera Cruzada , sin participación de ningún soberano, la
respuesta positiva y entusiasta de la Cristiandad demostrará el arraigo adquirido por
los pontífices, jefes absolutos de una Iglesia reformada, depurada y
centralizada, cuya autoridad es reconocida por reyes y señores feudales sin
discusión.
A la
vista de los resultados puede concluirse que la lucha de las investiduras fue
la manifestación aparente de un problema más profundo: el de las relaciones de
supremacía entre el poder temporal y espiritual que Occidente no había logrado
resolver como Bizancio (reunión en manos del Emperador de ambos poderes). Era,
en definitiva, la lucha por el «dominium mundi» entre dos ideas contrapuestas:
césaro-papismo y teocracia.
Fuente: Enciclopedia Temática Lafer