LAS MONARQUÍAS NACIONALES LA CRISIS DEL SIGLO XIV

LAS MONARQUÍAS NACIONALES

    LA CRISIS DEL SIGLO XIV.  Con el siglo XIV se abre para Europa una crisis general que iba a incidir sobre todos los terrenos: demográfico, social, económico, político y religioso.

    En el aspecto demográfico - con repercusiones en los campos sociales y económicos - hemos de tener muy en cuenta la fecha de 1348, momento en que se extiende por Europa la mortal peste negra. Desde principios de siglo se habían sucedido en Europa repetidos períodos de malas cosechas, con las consiguientes hambres. La peste incidiría con más fiereza en esta población depauperada. La peste negra, traída de Oriente por navíos genoveses, se extendió entre los años 1348-1351 por toda Europa. La mortandad fue espantosa y acaso afectase a un tercio de la población europea.

    La reacción ante el descenso demográfico fue una lógica cadena: disminución de la mano de obra en el campo y en la ciudad (descenso de la producción), disminución de la demanda (crisis del comercio). Este caos comercial corta las relaciones mercantiles y el dinero empieza a escasear. Se recurre a la medida de devaluar las monedas, reduciendo su peso y su ley. Los señores feudales y los burgueses que han invertido en el campo, ante el ansia de dinero en metálico, exigen que las rentas les sean abonadas por el campesino en metálico y requieren de los arrendatarios viejos derechos olvidados. Las condiciones del labriego son cada día peores y ello dará lugar a una serie de revueltas sociales por toda Europa en la segunda mitad del siglo XIV: revuelta de la Jacquerie en Francia, de Walt Iyler en Inglaterra, de los Kerels en Flandes, o la posterior de los payeses de remensa en Cataluña.

    Los cambios y la crisis económica habrían de repercutir en la sociedad, dándose en ella importantes cambios morales y de mentalidad: durante la plena Edad Media, los criterios de la Iglesia iban a ser generalmente respetados y los pueblos europeos se consideraban, ante todo, cristianos. Con la crisis del siglo XIV, las soluciones aportadas por una Iglesia minada de rencillas internas, ya no satisfacen. Se quiebra la noción de unidad cristiana, y el hombre va a buscar a sus guías entre los laicos, a la vez que adquieren mayor importancia las Iglesias nacionales.

    Ante la inseguridad y el pánico producido por la difusión de la peste surgen sentimientos no de resignación, piedad y conformismo, sino de goce, de exaltación de la sensualidad, de vivir intensamente. Esta sociedad ve aparecer una pléyade de hombres de letras (precursores del humanismo), juristas (en los que se apoyan las monarquías autoritarias) y mercenarios (brazo militar de las nuevas naciones). Es el triunfo del individualismo frente al corporativismo de siglos anteriores.

    Entran en crisis también las estructuras políticas tradicionales, pues frente a la idea de la república cristiana surgen los Estados nacionales, decayendo indefectiblemente la autoridad universal de la Iglesia y del Imperio. Era la derrota de la teocracia por el laicismo, y el ciudadano, antes que cristiano, era inglés, francés o castellano.

    La Iglesia va a conocer también convulsiones de extrema gravedad que redundarían en una pérdida de prestigio.

Fuente: Enciclopedia Temática Lafer

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