Entre los centros universitarios más importantes cabe destacar: la Sorbona (Teología),
Bolonia (Derecho), Salamanca, Montpellier (Medicina), Oxford, Cambridge,
Perpignan, etcétera.
La
sociedad burguesa, amante de la libertad, de la comodidad y de la felicidad en
esta vida, desarrolló pronto un agudo espíritu crítico y un laicismo que iba a
poner en duda las verdades de fe y las formas de vida hasta entonces
inamovibles. En este sentido cabe destacar la aparición, por un lado, de la
herejía albigense (pronto atajada por la Iglesia , que, preveyendo otras desviaciones
religiosas, crea el Tribunal del Santo Oficio o Inquisición); por otro, aparece
una nueva literatura satírica y jocosa (Decamerón, de Boccaccio; Cuentos de
Canterbury, de Chaucer, o el Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita), junto
a una novela caballeresca, no con las características épicas y feudales de la
época anterior (Cantar de Mío Cid, Chanson de Roland), sino cargada de fina
ironía y todo ello salpicado de una fantasía desbordante (Tirant lo Blanc, El
Caballero Cifar).
El
arte gótico es eminentemente de carácter burgués y urbano, acorde con las
nuevas necesidades de la época. Cuatro son los edificios característicos:
catedrales, Ayuntamientos, lonjas y palacios. Nuevos recursos técnicos permiten
ampliar las dimensiones de los edificios, que ganan en altura, esbeltez y
luminosidad. Los grandes logros arquitectónicos del gótico - realizados y
difundidos por los monjes de la
Orden del Císter - fueron el arco apuntado (llamado también
ojival), la bóveda de crucería y los arbotantes. Si el románico, con su solidez
y escasa luz, inspiraba el temor de Dios y la resignación ante la servidumbre
feudal, el gótico, la catedral gótica, parece elevarse hacia el cielo en busca
de Dios, y es el símbolo de una burguesía atrevida y emprendedora. Los
monumentos más característicos son: la catedral de Notre-Dame de París,
Chartres, Reims, Estrasburgo, Amiens, en Francia; Westminster y Salisbury
(Inglaterra), Colonia (Alemania), Milán (Italia), Burgos y León (España).
La
escultura gótica se humaniza, perdiendo la rigidez del románico. Frente al
Pantocrátor (Dios Juez en Majestad) románico, aparece ahora un Cristo Padre o
una Virgen María con el Niño en brazos que han perdido su aspecto sobrecogedor
en favor de un claro paternalismo. Estas características se dan también en la
pintura. El fresco pierde importancia al reducirse el espacio del interior de
las iglesias, ocupado ahora por amplios ventanales. Será típica la pintura en
retablos sobre madera. Mención especial merecen las vidrieras para cubrir las
amplias ventanas. Las de la catedral de Chartres o las de León son buenas
muestras.
Fuente: Enciclopedia Temática Lafer