Breve Historia del Papel - El papel en América

La historia del papel - Viva el Cole


Breve Historia del Papel

El papel en América
La producción de papel fue introducido por primera vez hacia el interior de las Américas, por los españoles, cerca de la ciudad de México alrededor de 1580. Antes de la llegada de los españoles el papel fue usado como sustancia por los Mayas y Aztecas . De forma semejante los hawaianos producían papel suave, lo sacaban de la corteza de los árboles de higo o mora. Esta técnica aún es usada por los indigenas del sureste de México. Sin embargo las sustancias puras no se clasificaban como papel.
En primer taller de papel en Norte América, se estableció en Pennsylvania, en el Wissahickon Creek cerca de Germantown por William Rittenhause. En poco tiempo otros talleres se establecieron. Como el taller de Ivy, por Thomas Willcox, quien motivo a otros productores de papel, y fue distinguido por producir papel para impresos y actividades publicitarias de Benjamín Franklin.
Posteriormente en el siglo XVIII y XIX, con la tecnología de imprención se desarrolla un incremento en la alfabetización, simultaneamente los fabricantes de papel mejoraron sus mecanismos de produción de papel. La primera maquina para elaborar papel fue inventada por el frances, Nicholas Louis Robert, un empleado del taller Didot en Francia.
El cuñado de Roberts, John Gemble, saco una patente británica en 1801, la cual fue desarrollada y financiada en Inglaterra por Hery y Seale Fourdrinier, con la ayuda del joven maquinista llamado Brian Donking, quien construyo self acting y automatizo la maquina en Hertfordshire, en 1803, la efectividad de ésta creo una sensación.
El principio básico de de la maquina Fourdrinier, es suspender la pulpa de papel en agua, que es derramada con un movimiento horizontal, las vibraciones de lado a lado causaban que las fibras se intercalaran una con otra. En ese momento esto fue conocido como Dandy, el cual presiona mayormente el agua, al mismo tiempo que imprime las marcas de agua o lineas extendidas, sobre la pulpa del papel. Después, esto es transportado a cilindros calientes y secos para que al final del poroceso se devanara en un largo rollo perfectamente seco. La major producción mundial del papel, es elaborado al estilo de la maquina Fourdrinier.
Otro tipo de maquina para fabricar papel que apareció en este tiempo, fue un maquina con molde cilíndrico. Que comienza con un movimiento lento, este proceso es capaz de producir papel similar en apariencia y sentirse como papel hecho a mano mano. Sin embargo en Inglaterra, un número de individuos estaban trabajando independientemente en una maquina de este tipo, uno de ellos fue John Dickenson, quien produjo la primera maquina comercial en 1809.

Fuente:  Breve Historia del Papel
i Silvie Turner. "Appendices. A Short History of Papermaking." Which Paper?. Ed.
Design Press. New York: 1991. 114-116.

Cólera. La pestilencia en el agua

El cólera y los bulos: desinformación antes del coronavirus

LAS PRIMERAS EPIDEMIAS DE LA HISTORIA
Cólera. La pestilencia en el agua
Cuando el cólera asiático invadió Europa en 1830, alguien propuso la teoría de que el corazón se comprimía por una fuerza centrípeta y que se debía disminuir su esfuerzo mediante la sangría. Así pues a las víctimas del cólera se sumaron los enfermos que morían desangrados.
La causa del cólera fue determinada con seguridad en 1854 por el Dr. John Snow . En Londres el cólera parecía especialmente mortífico (en 17 años causó más de 30.000 muertes) John Snow sospechaba ya en 1943, cuando comenzó la primera pandemia, del agua contaminada, pero necesitaba pruebas concluyentes. Parecía una tarea imposible: las muertes producto del la plaga ocurrían en toda la ciudad, sin conexión aparente. En 17 años fallecieron en Londres 30.000 personas a causa del Cólera. En 1854, brotó una nueva epidemia y el Dr.Snow finalmente tuvo el entorno necesario para probar qué estaba causando la enfermedad.
Poco antes de la epidemia de 1854, uno de los proveedores de agua de Londres transfirió la toma que tenía en el río Támesis a un punto ubicado aguas arriba de la ciudad, donde el agua era notoriamente más limpia. Por casualidad, este hecho creó un grupo de pruebas de control; el Dr. Snow podía ahora llevar a cabo un estudio comparativo. Él no se sorprendió cuando ninguno de los residentes abastecidos por la nueva fuente sufrió de cólera. Con perseverancia, el doctor fue eliminando todas las fuentes posibles hasta que encontró un denominador común entre todas las muertes de cólera: el pozo de Broad Street. Cuando se abrió la tapa de dicho pozo, se encontró que el agua estaba contaminada y el caso quedó cerrado. El alcalde de la ciudad, Joseph Bazalzette decidió entonces la construcción de un adecuado sistema de alcantarillado, inaugurado en 1865. A partir de ese instante, disminuyeron los casos de Cólera en la capital inglesa.
La primera invasión del cólera en España, que ocasionó 102.500 muertos se produjo en 1843. La segunda fue en 1854 y produjo 200.000. En esta segunda plaga y para evitar en lo posible que la
enfermedad se propagara se crearon en los pueblos cuadrillas que recorrían las calles para recoger los cadáveres nada más morir, pero las familias intentaban ocultar durante días los fallecimientos ante la duda de que enterrasen a alguien sin estar muerto, rumor que en todos los pueblos tenía algún precedente verídico. Al principio les decían una misa antes de enterrarlos pero, eran tantos los que morían, que algunas veces salía el párroco a la puerta de la iglesia y echaba la bendición a los cadáveres que acumulaban en la plaza. En muchos cementerios se mantenían abiertas fosas "familiares" a la espera de nuevos fallecimientos entre los parientes cercanos para taparlas cuando quedaban llenas.
En América en primer brote se detectó en Cartagena de Indias en 1849. Cierto día en que murieron unos pescadores que la jornada anterior estaban mar adentro, se desató supuestamente la epidemia del cólera. En el mercado público cayeron otras personas. Más tarde se daría el diagnóstico
medico: "cólera morbo". La peste se diseminó por toda la ciudad y los fallecimientos masivos obligaron a la autoridades a cavar una fosa común enorme en el Cementerio de Manga. En la desesperación, cada tanto tiempo se disparaban cañonazos para supuestamente purificar el aire con el
humo de pólvora, mas esto no hacía sino asustar a los vecinos. Las autoridades tomaron medidas encaminadas a asistir a los más afectados, en su mayoría gente humilde, de escasos recursos. Un espíritu de solidaridad se sintió entre todos, pobres y ricos, puesto que la epidemia atacaba sin discriminación. Luego de cinco semanas, la peste fue disminuyendo su expansión, hasta desaparecer; pero se desplazaría con su carga de muerte a las poblaciones ribereñas del río Magdalena. Se dice que en Cartagena aproximadamente la tercera parte de la población murió.
Durante la primera mitad del siglo XX la enfermedad estuvo confinada en gran medida al Asia, excepto en 1947, en que ocurrió una epidemia grave en Egipto. Desde 1961 la enfermedad se ha propagado de Indonesia, a través de casi toda Asia, a la zona oriental de Europa y Africa, y del norte de Africa a la Península Ibérica y, en 1973, a Italia. En 1977 y 1978 hubo pequeños brotes en el Japón, y por primera vez apareció el cólera en el Pacífico meridional. La enfermedad ha persistido en Africa, donde 13 países han notificado la enfermedad en 1983. En Asia, 11 países notificaron la presencia de cólera, y el biotipo clásico predominó en Bangladesh; en 1982 y 1983 hubo grandes brotes en las islas Truk. Excepto 2 casos adquiridos en el laboratorio, no ha habido cólera autóctono en el hemisferio occidental entre 1911 y 1973, año en que ocurrió un caso en Texas (EUA), sin fuente conocida.

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La viruela. Aliada de los conquistadores

El muchacho que ha contraído una enfermedad olvidada porque le ...  Casa de Europa BURGOS: Erradicación de la viruela


La viruela. Aliada de los conquistadores
En términos de la devastación causada en las sociedades medievales y modernas, la peste negra es solamente comparable con la viruela. Sin embargo, la historia temprana de la viruela presenta grandes dificultades para el historiador de la medicina, ya  que, es muy difícil establecer un diagnóstico diferencial entre la viruela y otras enfermedades eruptivas de tipo febril, como el sarampión, la varicela o la escarlatina, a partir de las descripciones proporcionadas por los cronistas.
No cabe duda que conquistadores españoles contaron con un inesperado, silencioso y mortal aliado que contribuyó notablemente al éxito de Cortés y a la pronta caída de Tenochtitlán. Un soldado de la
expedición de Pánfilo de Narváez arribó a México enfermo de viruela, enfermedad hasta entonces desconocida en Mesoamérica. La falta de inmunidad natural a la viruela permitió que ésta se extendiera rápidamente entre la población indígena con desastrosas consecuencias para la misma. En pocas semanas miles de indígenas sucumbieron a la viruela; recordemos que el propio Cuitláhuac, penúltimo emperador azteca, falleció por causa de esta enfermedad. Recientes estimaciones epidemiológicas han llevado a postular que durante los primeros veinticinco años posteriores a la Conquista más de un tercio de la población indígena sucumbió a la viruela. Es probable que tal devastación natural haya contribuido en forma radical al establecimiento del régimen colonial, explicando también en parte por qué imperios tan poderosos y organizados como el azteca y el inca fueron borrados del mapa, sin mayor oposición, en unos cuantos años.
El príncipe Baltasar Carlos (1630-46) heredero del trono muere a los 16 años de viruela, con la perniciosa colaboración de la medicina de la época, que lo sangró repetidas veces. La viruela cambió así, nuevamente, el rumbo de la Historia de España, ya que practicamente extinguió la Casa de Austria, al resultar impotente el sucesor, su hermano Carlos II, conocido como el Hechizado. Esta circunstancia se repetirá poco más tarde con Luis I de Borbón.
El 14 de mayo será por siempre una fecha memorable en la historia de las ciencias en general y del efecto preventivo de la vacuna en particular. Ese día del año 1796, El inglés Edward Jenner hizo la primera inoculación contra la viruela. James Phipps, un niño de ocho años de edad, fue el primer inoculado con secreción recogida de una pústula vacuna (viruela de vacas) en la mano de una lechera que se había infectado durante un ordeño. El primero de julio siguiente inoculó de nuevo al pequeño, esa vez con pus procedente de una persona enferma de viruela. Este quedó indemne, con lo cual se demostró la acción profiláctica de la inoculación contra la viruela humana.
La vacunación contra la viruela se inició en 1800 en los Estados Unidos, pero no se administró en forma rutinaria hasta principios del siglo XX. La viruela había desaparecido hacia 1900 en varios países del norte de Europa. En 1914, las tasas de incidencia se habían reducido en forma significativa en la mayoría de los países industrializados. No obstante, durante este mismo período, entre 1910 y 1914, se desató una epidemia en Rusia, que cobró las vidas de 200.000 rusos y casi 25.000 habitantes de los países europeos vecinos. En la década de 1920, los programas de vacunación detuvieron la expansión de la viruela en varios países europeos, y para la década de 1930 los únicos casos eran importados, con la notable excepción de España y Portugal. La viruela siguió siendo endémica en estos dos países hasta 1948 y 1953, respectivamente. En Canadá, la propagación de la viruela llegó a su fin a principios de los 40, mientras que en Japón se la detuvo cerca de 1950.
La viruela endémica se erradicó de 20 países en el oeste y centro de África en 1970, en Brasil en 1971 y en Indonesia al año siguiente. La incidencia de la viruela se derrumbó en forma drástica en 1972, con casos informados en ocho países endémicos en África y el sudeste de Asia. Por último, se erradicó la viruela endémica del continente asiático en 1975. La difusión de la enfermedad se detuvo en Etiopía en 1976 y en Somalía el 26 de octubre de 1977, fecha del último caso natural de viruela. Estos casos accidentales fueron de hecho los últimos.
Hasta la fecha, la viruela es por tanto la única enfermedad que se erradicó por completo; el último caso natural informado en el mundo se remonta a 1977 (se informaron dos otros casos luego, en 1978, por contaminación en un laboratorio). De no haberse eliminado, la humanidad seguiría pagando un elevado precio a este terrible flagelo. el 8 de mayo de 1980 la Asamblea Mundial de la Salud declaró formalmente erradicada la viruela.

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Continuación - La peste Negra-

Así afrontó el alcalde de Londres la peste negra en 1665 y cómo lo ...

Continuación - La peste Negra-
El hecho de que en Rusia, la peste negra hubiese ido precedida de diversas catástrofes (heladas, graves epidemias, sequías e inundaciones) haría que sus consecuencias se dejaran sentir con una virulencia excepcional.
Se pensaba entonces que los monjes mendicantes, los peregrinos, los soldados que regresaban a sus casas eran el vehículo para la introducción de las grandes epidemias de un país a otro. Esto pudo ser en parte cierto, pero sin duda el comercio fue más peligroso ya que los barcos llegaban a puerto y descargaban junto con las mercancías las ratas infectadas procedentes de países donde la enfermedad era endémica. Este fue sin duda el medio mayor de difusión.
Un dato al respecto es que desde 1300 hasta 1528, la población de Hungría pasó de dos millones de habitantes a mas de tres y medio. Ello se debió a que la peste no fue precedida por el hambre, a que el país no tenía puertos marítimos (lo que hacia mas difícil el contagio), y a que la población Húngara perteneciese al tipo de sangre "B" que es mas resistente que el "A".
A mediados de 1348, la peste Negra amenazó el reino de Castilla, donde, a consecuencia del contagio falleció el propio monarca Alfonso XI cuando se hallaba sitiando la plaza de Gibraltar.
Para hacer frente a los efectos devastadores en la economía y el orden social de la Peste en el reino de Castilla, Pedro I reunió cortes en Valladolid en el año de 1351, una de las consecuencias del retroceso demográfico fue como es natural, el aumento de los precios y las reivindicaciones salariales de los campesinos y menestrales. Ello obligó a la monarquía, en las referidas cortes, a fijar el precio de los jornales de los trabajadores del campo y los salarios de los menesterales.
Todo ello provocó la disminución de las rentas señoriales y la petición al monarca de excenciones tributarias. En un sentido paralelo, la disminución de ingresos impidió a amplios sectores de la burguesía urbana hacer frente a los prestamos que debían de integrar a los prestamistas judíos.
En Navarra, el descenso demográfico provocado por las pestes de 1348 y 1362 fue de 78%. Esta caída vertiginosa se agravó como consecuencia de los brotes epidémicos que se produjeron también en 1381, 1383, 1384, 1386, 1411, etc. y de las guerras con Castilla en el siglo XV.
En Portugal, el retroceso demográfico, hizo que los campesinos se dirigiesen en masa a la ciudad, atraídos por los puestos de trabajo que habían quedado libres, lo cual provocó en el campo una grave crisis de mano de obra y un total descalabro demográfico de las zonas rurales. La peste negra marca el fin de la época agraria, y el comienzo del predominio de la ciudad; por otra parte, toma un extraordinario incremento el proceso de liberación del trabajador rural.
Las graves consecuencias de la epidemia fueron: despoblamiento, que debilita la defensa de los territorios de la Corona; defunción de relevantes personalidades de la vida política; disminución de las rentas públicas; fallecimiento de notarios, juristas, religiosos, y médicos; es decir hombres que por su profesión mantenían estrecho contacto con los enfermos; ocupación ilegal de bienes que han quedado sin propietario; saqueo de fincas deshabitadas; abandono de las labores del campo y de albergues y tierras sin herederos; casas abandonadas que amenazan ruina; regulación de salarios; matanza de Judíos, a los que se acusó de haber provocado las epidemias, y disposiciones legales para protegerlos; acusaciones por motivos semejantes contra peregrinos; concesiones de dispensas para contraer nuevas nupcias, existencia de numerosas entidades de población desocupadas; arriendos de mansos con una notable reducción de censos, concesiones de privilegios con la finalidad de atraer
repobladores, legislación severa para obligar a concluir los contratos laborales establecidos con anterioridad a la peste y resistencia señorial al traslado de la población.
La despoblación fue mucho peor en el campo que en la ciudad, y sobre todo en las zonas montañosas. El éxodo hacia las grandes ciudades permitió a estas compensar las enormes pérdidas de población provocadas por una mayor facilidad en el contagio.
Aunque es muy difícil establecer índices convincentes para cifrar la disminución demográfica, algunos estudios monográficos como el llevado a cabo para la plana de Vich por Antoni Pladevall, permiten constatar que en algunas comarcas catalanas la mortandad fue de casi dos tercios de la población.
En síntesis, pues, la peste negra de 1347 – 1351, constituye una de las mayores catástrofes demográfica que registra la historia de la humanidad. Contribuyó de manera poderosa a desencadenar o agravar, la crisis económica y social que vivió Europa desde mediados del siglo XIV hasta fines de la centuria siguiente; y en algunas zonas como Cataluña configuró la estructura de las sociedades agrarias que con pocas alteraciones perdurara hasta tiempos muy recientes.
Entre 1646 y 1665 la muerte negra amenaza de nuevo. La tragedia se propaga nuevamente por toda Europa. Esta afección que había tenido su primer brote en 1347, era ya conocida en todo el mundo como la peste o (muerte) negra, debido a las manchas pardas y negras que aparecían a consecuencia de las hemorragias subcutáneas. La medicina de la edad media había fracasado contra esta enfermedad. En Montpellier, la mayoría de los médicos murieron a causa de ella. Sin embrago, en los numerosos textos que se publicaban hablando de la epidemia, se daban también consejos útiles para combatirla. La experiencia con la plaga desencadenó discusiones acerca de la dispersión de las enfermedades. Frente a la teoría imperante hasta entonces de que la peste se transmitía por la descomposición de ciertas sustancias (miasmas) en el aire y en la materia, cada vez adquiría mayor numero de partidarios la tesis de la transmisión por agentes patógenos especiales. Las medidas preventivas y terapéuticas, como el empleo de fuego, el ahumado, la sangría o las dietas, se demostraron ineficaces. Las ciudades intentaban proteger con medidas de política sanitaria, como las cuarentenas a los barcos ya no en los puertos, sino mar adentro.
Se especuló mucho sobre la causa del los brote. Al principio la peste negra era entendida como un castigo de Dios por los pecados de la humanidad, pero con el paso de tiempo se fueron buscando
causas más terrenales. Algunos creían que era responsable la corrupción del aire, con un invisible pero mortal miasma procedente del suelo y apuntaban que los recientes terremotos habían liberado
vapores insalubres desde las grandes profundidades. Pero las pestilencias eran comunes en la vida medieval y renacentista y las viviendas humildes totalmente insalubres. Los mataderos de los carniceros y las zanjas de desagüe —que siempre preocupaban a las autoridades— eran muy impopulares cuando amenazaba la peste. Los cuerpos en descomposición de las víctimas así como sus pertenencias y vestimentas eran temidos en especial. En las áreas urbanas pudientes, los magistrados desarrollaron formas de enfrentarse con la enfermedad, a pesar de la falta de conocimiento sobre sus verdaderas causas. Al igual que las normas para mejorar la higiene y el saneamiento, se ordenaron restricciones del movimiento de la gente y de las mercancías, el aislamiento de los infectados, o su retirada a hospitales periféricos (casas de apestados), enterramientos comunes (foso de pestosos) de las víctimas en cementerios extramuros sobrecargados y la quema de sus vestimentas. Como se creía que el aire infectado era nocivo, se utilizaban remedios populares como ramilletes de aromas dulces y la quema de especias e inciensos en los interiores. Ya
avanzada la edad moderna, tras la introducción de las hierbas procedentes de las indias exóticas del Nuevo Mundo, se pensó que el consumo de tabaco era efectivo.
Los médicos que afrontaban las epidemias de peste adoptaron en esta época vestidos especiales para protegerse del contagio. Llevaban ropas largas y se cubrían completamente la cabeza. En la nariz se colocaban una especia de pico de ave rellena de algodones empapados en substancias aromáticas para evitar el supuesto contagio por inhalación.
En España el nuevo brote comenzó en los puertos de Andalucía, atacó gravemente a Valencia ocasionando cerca de 30.000 muertos, por lo que el Conde de Oropesa mandó formar "un cordón impenetrable". En Barcelona se instalaron horcas en las mismas puertas. Y en Sevilla murieron más de 200.000 personas, quedando practicamente despoblada.
En 1665, en Londres, se produce la ultima epidemia debastadora. La epidemia llega a Mesina con las ratas, que son las transmisoras de la peste. En pocos días enferman los habitantes de la ciudad y de sus alrededores. A los seis meses, la mitad de la población ha muerto o ha huido para escapar del temible azote.

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Peste negra. - La gran epidemia


Peste negra. La gran epidemia
Conocemos con el nombre de Peste Negra, a la gran epidemia que desde 1347 a 1350 azotó a casi todo el continente europeo. A juzgar por la inflamación de los ganglios linfáticos que producía, se trató de una epidemia de Peste Bubónica. Para algunos tratadistas antiguos existieron desde el punto de vista médico otras variantes: La peste septicémica, que dejaba sentir sus efectos sobre la sangre, y la neumónica, que producía inflamación pulmonar. Si bien era posible que en algunas ocasiones el
enfermo se recuperase de la primera, las otras resultaban casi siempre mortales.
En muchos sitios el ánimo de penitencia fue llevado al extremo. El movimiento flagelador creció en popularidad: los hombres, con los torsos desnudos, se fustigaban con látigos en señal evidente de humildad frente al juicio divino.
Debido a que el movimiento ganó adeptos y como funcionaba al margen de la iglesia establecida fue
desautorizado por el papado. En respuesta a esta corriente de algunos coetáneos, enfrentados a esta enfermedad impredecible e indiscriminada, donde los virtuosos no eran más inmunes a la muerte repentina que los impíos, fue vivir la vida, o lo que quedaba de ella, al límite. El Decamerón de Boccaccio es una demostración, en forma de serie de historias contadas por supervivientes exilados de la peste en Florencia, cuyos brillantes e impúdicos contenidos son un antídoto al miedo a la muerte inminente. Para aquellos que buscaban una explicación fácil de la expansión de la enfermedad, los culpables eran los habituales proscritos de la sociedad. En muchas zonas, los mendigos y pobres fueron acusados de contaminar al pueblo llano. En aquellas partes de Europa donde los judíos eran tolerados la violencia popular se volvió contra ellos. En diversas zonas del Sacro Imperio Romano
Germánico y algunas ciudades suizas hubo masacres de judíos, acusados de envenenar los pozos, crimen que muchos confesaron bajo tortura. En una primera forma de guerra bacteriológica, ejércitos de apestados intentaban capturar las fortalezas enemigas catapultando los cadáveres dentro de la
ciudadelas para infectar a los sitiados.
Todo induce a pensar que la epidemia provenía de Asia, probablemente de la India, y que llegó a Europa como consecuencia de los contactos comerciales que las grandes potencias mercantiles de Italia sostenían con el próximo oriente. Hay quien afirma que fue la tripulación de un navío genovés, la que habiéndose contagiado en Kaffa (Crimea), introdujo la enfermedad en el occidente europeo. Desde Italia, la peste alcanzó en 1348 la Provenza, el Languedoc, La Corone de Aragón, Castilla, Francia y el centro de Europa. En los años siguientes (1349 – 1350), se extendió por Inglaterra, el norte de Europa y Escandinavia. Sólo regiones muy concretas pudieron escaparse total o parcialmente a sus devastadores efectos: Los Países Bajos, el Béarn, Franconia, Bohemia, y Hungría.
El descenso demográfico fue en algunas zonas realmente terrorífico. En China y en la India por ejemplo, la peste produjo entre los enfermos que la contrajeron una mortandad que iba del 60 al 90%, los índices de la pulmonar fueron prácticamente del 100%, de ahí que los cronistas de la época nos hablen de que desapereció una cuarta parte, la mitad, o incluso nueve décimas partes de la población.
Hoy por hoy, si bien todos los historiadores aceptan que la peste negra tuvo consecuencias a todas luces evidentes, no existe, sin embargo, unanimidad en el momento de señalar su importancia como forjadora de la profunda crisis económica y social que padeció Occidente a finales de la Edad Media. Es decir, si bien ciertos autores han creído ver en la peste el acontecimiento que mejor explica dicha crisis, otros, por el contrario, han reaccionado contra esta teoría que podríamos calificar de catastrófica.
Sin embargo estudios recientes ponen de manifiesto que las consecuencias mas importantes de la gran crisis agraria, (abandono de las granjas, disminución de las rentas agrarias, caída de los precios agrícolas,) generales en toda Europa fueron el resultado de la peste. En Alemania, fue la peste la que ocasionó que en algunos lugares entre 1348 y 1352, el 66% de las explotaciones agrícolas hubiesen perdido a sus antiguos dueños y que solo el 17% mantuviesen el mismo. Esta fuera de toda duda que solo la peste de 1348 – 1349 ha podido provocar tales cambios. Sin embargo, junto a los efectos directos de la epidemia, hay que valorar los indirectos. El abandono de las explotaciones agrarias afectó primordialmente a aquellas que se encontraban aisladas o en las montañas. Si tenemos en cuenta que no es posible acusar a la peste de haber dejado sentir sus peores zarpazos en regiones apartadas, habrá que admitir que fueron las migraciones hacia el valle y hacia las tierras mejores,
despobladas debido a la peste, las que provocaron la despoblación de extensas zonas montañosas

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