Mostrando entradas con la etiqueta HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. Mostrar todas las entradas

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Resultado de imagen para HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
El General Alfred von Schlieffen antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército alemán desde 1891 hasta 1906, había propuesto a principios de siglo atacar Francia por el flanco derecho, avanzando por la costa del Canal de la Mancha y cruzando el Somme para luego caer al Oeste de París y cercar al ejército francés, obligándolo a capitular.
Aunque el plan obtuvo algún éxito en los primeros compases de la guerra, la ofensiva fue perdiendo fuerza y finalmente se detuvo en el Marne originando una guerra de desgaste frente a una de movimientos.
Descartado totalmente un asalto frontal contra la Línea Maginot, y cualquier incursión por la poco fortificada región de las Ardenas por considerarse poco propicia para el paso de infantería y blindados, el O.K.W. había propuesto lanzar el ataque principal por el ala derecha, a través de Holanda y el Norte de Bélgica.
Según el orden de operaciones del 29 de octubre, el plan era el siguiente: Al Norte el Heeresgruppe B (Generaloberst Fedor von Bock). Compuesto por 4 ejércitos, debía lanzar el ataque principal con 43 divisiones (diez de ellas acorazadas). De Norte a Sur, el 18º Armee entraría en Holanda, el 6º Armee atacaría al Norte de Lieja en dirección Bruselas, y el 4º Armee atacaría al Sur de Lieja hasta llegar a la línea del Somme y la costa del Canal de la Mancha. El 2º Armee quedaría inicialmente como reserva móvil.
En en Centro el Heeresgruppe A (Generaloberst Gerd von Rundstedt). Compuesto por 2 ejércitos debía cubrir el flanco Sur del Heeresgruppe B avanzando a través de las Ardenas hacia el Mosa con 22 divisiones. El 12º Armee avanzaría a través del Sur de Bélgica y Norte de Luxemburgo cruzaría el Mosa en Fumay y seguiría hasta Laon estableciendo una línea defensiva para proteger el avance del Heeresgruppe B.
El 16º Armee algo más al Sur en Luxemburgo avanzaría hasta el Mosa y establecería posiciones defensivas frente a la Línea Maginot al Sur de Sedan.
Al Sur el Heeresgruppe C (Generaloberst Ritter von Leeb). Compuesto por el 1º y 7º Armee se quedaría a la defensiva frente a la Línea Maginot con 18 divisiones.
El objetivo principal del plan era la derrota de los Aliados en Bélgica y la ocupación de los puertos y bases de la costa del Canal, al norte del Somme, que proporcionarían bases a la Luftwaffe para poder continuar la guerra contra Francia y Gran Bretaña en unas condiciones más favorables.
Únicamente después de haber conseguido este primer objetivo, el O.K.W. decidiría si continuar la ofensiva o pasar a la defensiva.
Manstein propone un plan alternativo
Naturalmente no todos compartían la misma idea, el Generalleutnant Erich von Manstein se opuso a la idea de lanzar el ataque principal por el ala derecha e ideó un plan alternativo.
En primer lugar rechazó por completo la idea de una victoria parcial mediante un ataque lanzado por el flanco derecho, ya que repitiendo la misma estrategia que en 1914 se perdía el factor sorpresa.
Manstein advirtió también que era imposible obtener una victoria total mediante un único y poderoso golpe, dado el gran número de fuerzas de las que disponía el enemigo.
Si se quería una victoria decisiva habría que dividir el ataque en dos fases. En la primera habría que destruir el ejército Aliado en Bélgica dejando así el camino libre para una segunda fase en la que
Francia que quedaría a merced de la Wehrmacht. Para Manstein, la única forma de destruir por completo al ejército Aliado en Bélgica era transfiriendo el peso principal del ataque al Heeresgruppe  A, que debería lanzar un ataque sorpresa por el ala izquierda a través de la boscosa región de las Ardenas en el sur de Bélgica.
Para ello el Heeresgruppe A debería de ser dotado de tres ejércitos en vez de dos, además de fuertes elementos acorazados. El 12º Armee cruzaría Bélgica y se dirigiría hacia la costa del Canal atrapando a las fuerzas enemigas enfrentadas al Heeresgruppe B por la retaguardia. El 2º Armee cruzaría el Mosa y se dirigiría hacia el Suroeste para hacer frente a cualquier contra ofensiva aliada contra el flanco Sur.
Por último el 16º Armee tomaría posiciones frente al norte de la Línea Maginot.
A comienzos de noviembre el O.K.W. comenzó a recibir las primeras noticias sobre el nuevo plan, aunque no se mostró de acuerdo con la idea. La decisión sobre la fecha y forma definitiva del ataque se aplazaba constantemente y más aún cuando comenzó el mal tiempo, que interrumpió las operaciones de la Luftwaffe y empeoró el estado del terreno.
El 10 de enero de 1940 un avión de la Luftwaffe quedó desorientado y aterrizó en la neutral
Bélgica, el piloto llevaba consigo el plan original del ataque Oeste (basado en el Plan Schlieffen) que
fue capturado por los aliados. Aún así, el orden de operaciones permaneció inalterado. La insistencia
de Manstein en su propuesta le costó el puesto y a comienzos de febrero el O.K.W. le confió el
mando del 38ºArmee-Korps en un intento de deshacerse de la molestia. El 17 de febrero de 1940
Manstein fue llamado a Berlín, donde tuvo una entrevista con Hitler y pudo exponer su punto de vista.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

© 2000 - 2003 La Segunda Guerra Mundial

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
La depresión del 29 le dio su oportunidad. El pueblo, duramente oprimido, clamaba buscando una salida a su triste situación. Millones de parados querían trabajo, los tenderos ayuda. Para los descontentos Hitler era un torbellino electoral. Desarrolló una campaña en que ofreció para los millones de desesperados una posible esperanza en medio de la miseria general. Haría una vez más fuerte a Alemania, se negaría a pagar las indemnizaciones, repudiaría el Tratado de Versalles, acabaría con la corrupción, obligaría a capitalistas (especialmente judíos) a proveer con dinero al Estado y trataría de que todo alemán tuviera trabajo y pan. Para los desesperados y hambrientos hombres que buscaban no sólo socorros monetarios, sino nueva fe y nuevos dioses, la llamada no fue hecha en vano.
Aunque sus esperanzas eran grandes, Hitler quedó sorprendido cuando la noche del 14 de septiembre de 1930 llegaron los resultados de las elecciones. Dos años antes, su partido había conseguido unos 810 mil votos y elegido 12 candidatos como miembros del Reichstag. Esta vez, su meta era cuadruplicar esos resultados, pero consiguió 6 millones de votos que le daban 107 escaños y hacían ascender al partido nazi del noveno lugar al segundo en importancia. El PC también había subido de 54 a 77 escaños. Engreído, Hitler volvió al propósito de atraer a dos grupos poderosos: el ejército y los grandes industriales.
En 1930 quedó en evidencia que la propuesta nazi hacía progresos en el ejército, especialmente en jóvenes oficiales. Los nazis comenzaron a recolectar dinero, los negociantes y banqueros les daban, hacían colectas.
En 1931 Hitler decidió concentrar esfuerzos en cultivar amistad con influyentes magnates industriales. Atravesó Alemania manteniendo entrevistas personales con prominentes personalidades del mundo de los negocios. A principios de ese año Hitler había reunido en torno al partido a una pequeña banda de hombres fanáticos y crueles que le ayudarían en su impulso final hacia el poder y estarían a su lado en el Tercer Reich. Había cinco que destacaban de su lote de seguidores: Roehm, Strasser, Goering, Goebbels y Frick.
En ese período, también, el camino difícil en Alemania continuaba. Había cinco millones de obreros parados, las clases medias enfrentaban la ruina, los labradores sin poder pagar sus impuestos, el Parlamento paralizado, el gobierno vacilante y el Presidente de 84 años se hundía en la cenilidad. Entre los nazis crecía la confianza.
El problema político: el canciller Bruning no contaba con mayoría y comenzó a gobernar por decreto.
HITLER, ANSIAS DE PODERÍO
El 10 de octubre de 1931 Hindenburg recibió a Hitler por primera vez. El futuro Führer intentó impresionarlo, pero no lo logró. El canciller Hindenburg pretendía extender el mandato del presidente, decisión que debía tomar el Parlamento.
Bruning llamó a Hitler, quería que el partido nazi aceptara la prolongación del mandato de Hindenburg. Le lanzó un anzuelo: ofrecía sugerir el nombre de Hitler como sucesor en el puesto de canciller. Pero el líder nazi quería el fin de la República y eso significaba darle más vida. Ofreció apoyar a Hindenburg en las elecciones si se deshacían de Bruning, nombraban un gobierno nacional y convocaban a nuevas elecciones para el Parlamento y la dieta prusiana. Hitler pensaba en la posiblidad de presentarse a las elecciones. Goebbels lo incitaba a hacerlo y el líder siguió su consejo. La campaña fue áspera y confusa.
Hindenburg era protestante, prusiano, conservador y monárquico, tuvo apoyo de socialistas, sindicatos y católicos. Hitler era católico, austríaco, antiguo vagabundo, nacionalsocialista, jefe de la clase media más baja, contaba con propios seguidores y con algunos de clase alta y monárquicos. Para resolver el tema de la ciudadanía y se convirtió en alemán.
Emprendió su campaña con energía, recorrió el país, hizo ardorosos mítines, habló a la ciudadanía y los fustigó hasta llevarlos a un estado de frenesí.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

© 2000 - 2003 La Segunda Guerra Mundial

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

  

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
El dominio alemán se había convertido para él en una obsesión. No estaba de acuerdo con la democracia: no debe haber decisiones de la mayoría, sino únicamente de personas responsables.
Un solo hombre poseerá la autoridad y el derecho para mandar. No dudaba en que construiría su Reich. Estaba poseído de ese ardiente sentimiento de misión peculiar. Unificaría a un pueblo elegido, purificaría la raza, lo haría fuerte, haría que sus hijos fueran señores en la tierra. Todas sus ideas tenían raíces en la experiencia y pensamiento alemanes. El nazismo y el Tercer Reich no eran sino una continuación lógica de la historia alemana. Primer Reich: sagrado imperio germánico medieval. Segundo Reich: el de Bismarck, en 1871 después de la derrota de Francia a manos de
Prusia.
Ambos le habían dado gloria a Alemania. Para Hitler la república de Weimar había arrastrado este nombre por el fango. El Tercer Reich lo restauraría, prometía Hitler. Alemania había sido siempre un país formado de diversas naciones. No hubo crecimiento natural como nación, estaban divididos en diminutos estados. La idea de pueblo soberano, de democracia nunca echó raíces en Alemania. Las ideas no son propias de Hitler, sino la forma de aplicarlas. Alemania tuvo épocas gloriosas, como la de Bismarck. La idea de la raza dominante o de los judíos como raza inferior no era nueva en Alemania. Hitler admiraba a Nietzsche y odiaba el cristianismo: el hombre debe ser instruido para la guerra y la mujer para la procreación del guerrero. Al final, Hitler se consideraba a sí mismo el superhombre de la profecía de Nietzsche.
Como Hitler, Wagner también odiaba a los judíos, y el Führer admiraba a Wagner, le gustaba oír sus óperas con mitos germanos.
Se podría considerar a H. Stewart Chamberlain como el fundador espiritual del Tercer Reich.
Este inglés vio en la raza alemana la dominante, la esperanza del futuro. Hitler lo consideró profeta, además tenía un sentido místico de su misión personal sobre la tierra en esos días. En su libro está salpicada la idea de genio escogido por la Providencia para conducir a un gran pueblo.
Un genio con una misión estaba por encima de la ley, no podía ser limitado por la moral
burguesa, con esta idea Hitler pudo justificar los actos más crueles cometidos a sangre fría: la supresión de la libertad personal, la práctica brutal de los trabajos concensuados, la perversión de los campos de concentración, la matanza de sus mismos seguidores en junio de 1934, el asesinato de los prisioneros de guerra y la carnicería masiva de los judíos.
En 1924 Hitler salió de la cárcel. Su partido y prensa estaban prohibidos, la economía alemana se estaba recuperando y el pueblo alemán estaba comenzando a vivir normalmente. El nazismo parecía morir.
Pero Hitler no se desanimaba fácilmente. Editó "Mi Lucha". Pocos vieron en ese libro la
continuación de la historia alemana. Señalaba a su patria el camino hacia un glorioso destino.
Los años 1925 y 1929 fueron difíciles para Hitler y los nazis. Pero él perseveraba, confiaba en que los malos tiempos no durarían. Alemania recibió créditos y la gente parecía más feliz. El antiguo y opresivo espíritu prusiano parecía estar muerto y enterrado.
Casi no se oía de Hitler o de los nazis. Alemania parecía haberse consolidado. El primer ministro de Baviera levantó el castigo a Hitler y a su partido.
El 26 de febrero de 1925 se reeditó el diario y el líder habló en el primer mitin del partido nazi resucitado. Cuatro mil seguidores se reunieron nuevamente para oírlo. Y Hitler fue tan elocuente como siempre.
Sus camaradas ya no estaban. Tenía un nuevo objetivo: concentrar el poder del partido en sus manos, restablecerlo como organización y buscar poder en las instituciones constitucionales.
La bestia no estaba domesticada, amenazaba al Estado con violencia. Por dos años, el gobierno de Baviera le prohibió hablar en público.
Hitler mudo era un fracasado. Pero también era un buen organizador. Se puso a trabajar por el partido. Primero atrajo gente. En 1925 eran 27 mil y en 1929 ya sumaban 178 mil. La organización política quedó dividida en dos grupos: POI (su misión era atacar y minar el gobierno) y POII (buscaba establecer un estado dentro de otro estado). Creó las juventudes hitlerianas (10 a 15 años) y organizaciones para las mujeres.
Las S.A estaban organizadas como bandas armadas. Debían proteger los mítines nazis y
desorganizar a los otros, junto con aterrorizar a los que se oponían a Hitler. Una vez en el poder se convertirían en el ejército. Pero las camisas pardas (S.A) no llegaron a ser más que una confusa mezcla de chusma camorrista. Muchos de sus jefes eran homosexuales. Hitler creo las SS (Schutzstaffel) con uniformes negros y les hizo jurar lealtad a su persona. Primero fueron una guardia personal. El jefe definitivo fue Heinrich Himmler. Comenzaron con doscientos hombres y terminaron dominando a Alemania e infundiendo terror en toda la Europa ocupada. El jefe supremo del partido era Hitler. Pero la organización no era más que un conglomerado de alcahuetes,
asesinos, homosexuales, alcoholizados y chantajistas. A Hitler eso no le importaba mientras fueran útiles. En 1926 constituyó el tribunal del partido.
Usando a un joven inquieto, Strasser, mandó a organizar el partido en el norte del país. Él nombró de secretario a un hombre de 28 años: Paul Joseph Goebbels. Goebbels era un orador vehemente y fanático nacionalista, tenía una pluma mordaz y una sólida educación universitaria.
Era doctor en Filosofía. Tenía un pie malo, por lo tanto no había podido ir a la guerra. La cojera le produjo amargura. Los socialdemócratas y comunistas propusieron la expropiación de las tierras y fortunas reales para que fueran puestas a disposición de la República. Strasser y Goebbels propusieron apoyar la idea. Hitler se enfureció, muchos de esos antiguos gobernantes y grandes industriales apoyaban económicamente al partido.
Hitler envió a Feder al norte para acallar a los rebeldes. Goebbels gritó propongo que Hitler sea expulsado del partido. El 14 de febrero de 1926 Hitler devolvió el golpe. Organizó una reunión en el sur durante un día hábil. Goebbels y Strasser estaban en minoría y tuvieron que abandonar su programa. Goebbels oyó el discurso de Hitler y sintió un golpe, le estaban moviendo sus cimientos. El Führer lo conquistó y lo convirtió en su más fiel seguidor hasta el final.
Esos años Hitler pasó mucho tiempo en un refugio en los Alpes bávaros. Era su único hogar.
En 1928 invitó a su media hermana, Angela, quien llegó con sus dos hijas. Hitler se enamoró de una de ellas, Geli Raubal, una muchacha de 20 años. No se sabe si ella también lo quería.
En 1931 Geli anunció que volvía a Viena, pero Hitler no la dejó. Al día siguiente ella se había suicidado. Él parecía inconsolable.
Tres semanas después Hitler obtuvo la primera entrevista con el jefe alemán, Hindenburg. Era su primera movida para llegar al poder.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

© 2000 - 2003 La Segunda Guerra Mundial

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

  

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Enajenado de alegría por el afortunado comienzo hizo que todos juraran lealtad al nuevo régimen. Dio otra arenga en la que dijo que no descansaría hasta ver a los criminales de noviembre derrocados, hasta que Alemania volviera a tener poder y grandeza, libertad y esplendor.
Un error desmoronó su plan. Se alejó por unos minutos de la cervecería y los tres jefes del gobierno huyeron. El ejército comenzó a aplacar el alzamiento. Se ordenó la disolución del partido Nacional Socialista de Trabajadores Alemanes y de las ligas combatientes. Hitler había planeado un golpe militar, quería una revolución con las fuerzas armadas, no contra ellas. Ludendorff, el legendario jefe militar, le propuso marchar hacia el centro de la ciudad y apoderarse de él. La policía y el ejército jamás se les opondrían.
A las 11 de la mañana del 9 de noviembre Hitler y Ludendorff enfilaron una columna con trescientos hombres hacia el centro de Munich. Iban con la svástica y un camión cargado con ametralladoras. Las fuerzas de asalto llevaban carabinas y Hitler su revólver. Hubo disparos con la policía, se cree que el führer hizo el primero. Dieciséis nazis y tres policías murieron. Hubo heridos y el resto cayó a tierra. Hitler fue arrestado y también Ludendorff. En pocos días, los jefes rebeldes fueron cercados y encarcelados. La intentona nazi había terminado en un fracaso. El partido fue disuelto. Aparentemente el nacional socialismo estaba muerto. La carrera de Hitler al poder fue brevemente interrumpida, sin embargo, usó el juicio como plataforma para desacreditar a las autoridades y hacer que su nombre fuera conocido más allá de Baviera.
HITLER EN CAMINO AL PODER
Hitler fue sometido a juicio. Cuando terminó, había transformado la derrota en triunfo. Impresionó al pueblo alemán con su elocuencia y el fervor de su nacionalismo. Su nombre apareció en los titulares. Proclamó "yo soy el único responsable, pero no soy un criminal". Su confianza en sí mismo estaba intacta. En prisión, esperando el juicio, prometió no volver a cometer los mismos errores. Ya sabía cómo construir el Estado nazi. Necesitaba al ejército alemán con él. Por lo tanto, buscó la reconciliación con él. Ludendorff fue absuelto. Hitler y otros acusados fueron encontrados culpables y fue sentenciado a 5 años de prisión en Landsberg. Nueve meses después, el 20 de diciembre, Hitler era excarcelado y en libertad podía continuar su lucha: derribar el estado democrático.
Hitler se había convertido en famoso y para los ojos de muchos, era un patriota y un héroe. La propaganda nazi convirtió este episodio en una leyenda del movimiento. En su prisión Hitler era tratado con honores. Tenía una habitación para él solo. Convocó a Hess y empezó a dictarle su libro: "Mi Lucha". El libro tenía poco de autobiográfico. Durante su primer año de canciller fue el autor más próspero de Alemania. Y por primera vez era millonario. En el régimen nazi el libro se leyó tanto como la Biblia. Era casi obligatorio leerlo y las familias se sentían protegidas si tenían el libro en sus hogares. Si este libro se hubiese leído antes, quizás el mundo se hubiera librado de una catástrofe. Ahí se exponía la clase de Alemania que pretendía hacer si llegaba al poder y la clase de mundo que quería crear mediante la conquista armada alemana.
La impronta del Tercer Reich y el bárbaro orden que Hitler impuso entre 1939 y 1945 se hallan expuestos con aterradora crudeza y con gran extensión y detalle en ese libro. El concepto de la vida que ahí se detalla fue abrazado fanáticamente por millones de alemanes y produjo la ruina de muchísimos seres humanos decentes y sin culpa. Como pretendía lograr un nuevo Reich:
· Ajustando las cuentas con Francia.
· Expandiéndose hacia el este, sobre todo a costa de Rusia.
El Tercer Reich sería gobernado con el principio del caudillaje, una dictadura. No le daba importancia a lo económico, el tema lo aburría. Creía que ninguna política económica era posible sin una espada, ninguna industrialización era posible sin poder. En su libro, Hitler deambula de un tema en otro. Escribió sobre todo: cultura, educación, teatro y cine. También escribió sobre lo que será la eugenesia del Tercer Reich: el matrimonio no puede ser un fin en sí mismo, sino que tiene que servir para su meta más alta: el aumento y la conservación de la especie y de la raza.
Veía toda vida como una eterna lucha y el mundo como una selva en la que sobrevivían los más capaces y gobernaban los más fuertes: un mundo donde una criatura se alimenta de otra y donde la muerte del más débil implica la vida del más fuerte. El fuerte debe dominar y no mezclarse con el débil, sacrificando así su propia grandeza...los que deseen vivir deben luchar y los que no quieran luchar no merecen vivir. ¿Quién era el fuerte, en valor y habilidad, el favorito de la naturaleza? El ario. Este era el meollo del ideario nazi: la concepción de una raza superior era la base del Tercer Reich y del nuevo orden de Hitler en Europa.
Los arios han logrado tantas cosas y conquistado supremacías pisoteando a los demás, pensaba. Hitler se revela en su libro con un sadismo difícil de entender. Para él, la mezcla de sangres, era un error cardenal. Ella mata a las viejas culturas y los hombres pierden resistencia.
Todos los que en este mundo no son de buena raza pertenecen a la broza, dice. ¿Y quién es la broza? Los judíos y los eslavos. Hitler llegó a prohibir el matrimonio entre alemanes y algún miembro de estas razas. Era ignorante de la historia y de la antropología. Para él los alemanes son la más alta especie en la humanidad que existe sobre la tierra y lo seguirán siendo si velan con cuidado por la pureza de su propia sangre.
Dice: "el Estado Popular debe colocar a la raza en el centro de toda vida, debe tomar las medidas necesarias para que solamente las personas saludables puedan engendrar hijos. Sólo hay una desgracia: traer hijos al mundo a pesar de las propias enfermedades y deficiencias. Es reprensible privar a la nación de hijos saludables".
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

© 2000 - 2003 La Segunda Guerra Mundial

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
El 28 de junio de 1919 el tratado de paz era firmado. Pero Alemania se convirtió en una casa dividida. Los conservadores no querían aceptar ni el tratado ni la república que lo había firmado. Ellos tenían riquezas que usaron para subvencionar a partidos políticos y a la prensa política, que se esforzaría en minar los cimientos de la República.
El ejército comenzó a burlar las restricciones militares del tratado y se convirtió en verdadero centro de poder político en la nueva Alemania. Se convirtió en un estado dentro del estado, ejerciendo influencia sobre la política extranjera y de interior. Mantuvo la independencia del gobierno nacional. Los socialistas moderados, ayudados por los demócratas y centristas católicos, fueron quedándose solos para llevar adelante la República. Se pensaba que la constitución de Weimar estaba sentenciada a muerte. Había una fuerza nacionalista, antirrepublicana y antidemocrática que Hitler detectó. El marco alemán comenzó a descender. Alemania no pudo pagar sus compromisos y en represalia, Francia ocupó el Ruhr, corazón industrial germano. Fue un golpe a la economía alemana y logró unir al pueblo como no se veía desde 1914. Hubo una huelga general en 1923, el descenso del marco continuó hasta que la moneda alemana se hizo inservible.
El poder adquisitivo de los salarios y los jornales habían quedado reducidos a cero. La fe del pueblo alemán en la estructura económica de la sociedad alemana fue destruida. Y era la República la que se había rendido al enemigo, aceptando cargas de reparaciones. Los culparon.
El gobierno no supo enfrentar la crisis. El pueblo se sabía en bancarrota, tenían hambre.
Culpaban de todo a la República. Tiempos así parecían caídos del cielo para Hitler. "Nuestra miseria aumentará, el Estado se ha convertido en ladrón y en estafador. Necesitamos una dictadura", gritaba.
La irreflexiva inflación conducía a miles de alemanes a creer en él. Las condiciones caóticas favorecían la caída de la República, él quería dirigir la revolución, Pero tenía dificultades: Primero, el partido nazi no era un movimiento importante y era desconocido fuera de Baviera. En segundo lugar, la ocupación del Ruhr unió a los alemanes tras el gobierno republicano de Berlín.
Hitler, quería la muerte de la República, la muerte de los traidores de la patria y la de los criminales del movimiento. Formó la Unión de Trabajadores de las Ligas Combatientes de la Madre Patria y, luego, un grupo más fuerte: la Unión Combatiente Alemana. Objetivo: derrocar la República y desgarrar el Tratado de Versalles.
El 26 de septiembre de 1923 el canciller anunció el fin de la resistencia del Ruhr y la continuación de los pagos de indemnizaciones. Hubo un estallido de rabia y de histeria entre los nacionalistas alemanes y los comunistas. Hubo revueltas y se estuvo al borde de la guerra civil. El gobierno central ordenó cerrar el diario de Hitler y arrestar a Hess, Eckhardt y Rossbach. Las órdenes fueron desobedecidas. Baviera desafiaba a Berlín.
La noche del 10 de noviembre las SA serían concentradas al norte de Munich y en la mañana marcharían sobre la ciudad, proclamando la revolución. Hitler abandonó este plan e improvisó otro para llevarlo a cabo el 8 de noviembre, durante un mitin en una cervecería. Las tropas de la SA rodearon la cervecería hasta donde había llegado el jefe del gobierno bávaro: Kahr. Hitler saltó sobre la mesa para atraer la atención de más de tres mil burgueses que se encontraban allí. Gritó: "la revolución nacional ha comenzado, los gobiernos de Baviera y del Reich han sido destituidos y se ha formado un gobierno nacional provisional". Tomó a los tres dirigentes y los arengó, mientras ellos se negaban a hablarle. Amenazó con matarlos. Ninguno quería unirse a Hitler.
Las cosas no estaban saliendo como él lo había planeado. Se dirigió a la multitud haciéndoles creer que el gobierno bávaro estaba destituido y que uno nuevo salvaría al pueblo. La multitud creyó su mentira. Hubo vivas estentóreos.

Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL



HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

¿Qué aprendió tan importante? La monarquía del Danubio agonizaba. Durante siglos una
minoría germano-austríaca había gobernado un imperio formado por 12 nacionalidades diferentes.
Desde 1848 la autoridad se había ido debilitando. A comienzos del siglo XX los pueblos eslavos
pedían igualdad y autonomía nacional. Las clases bajas reclamaban derecho a voto, los
trabajadores pedían sindicatos y derecho a huelga. Hitler, joven y fanático nacionalista austrogermano, era opuesto a estas evoluciones. Para él, el imperio se hundía en un pantano. Podía salvarse sólo si la raza germana dominante recobraba la antigua y absoluta autoridad. Otras razas, para él, sobre todo los eslavos, eran inferiores. Había que gobernar con mano de hierro y dejarse de tonteras democráticas. En los comedores de caridad comenzó a gestarse una astucia política que le permitió ver con asombrosa claridad las fuerzas y debilidades de los movimientos políticos contemporáneos. Hitler se dio cuenta de la importancia de la oratoria en la política. Los oradores públicos eran efectivos. Escribió: "la fuerza que mueve avalanchas políticas y religiosas es el mágico poder de la palabra hablada y sólo eso. Las grandes masas de gente pueden ser movidas
solamente por el poder de los discursos. Todos los grandes movimientos son movimientos
populares, erupciones volcánicas de las pasiones y de los sentimientos emocionales humanos,
fomentados bien por crueles dioses del dolor o por la antorcha de la palabra arrojada entre las
masas, no por chorros de limonada de los estetas literarios y de los héroes de salón".
Comenzó a practicar oratoria entre los grupos de oyentes que formó en las posadas de baja
categoría, comedores de beneficencia y en las esquinas. Se convertiría en un talentoso orador,
más que ningún otro alemán de la época, lo que contribuyó en gran parte a su asombroso éxito.
Según sus amigos, desde la escuela era antisemita.
En Viena vivían unos 200 mil judíos. Hitler se preguntó si eran alemanes. Comenzó a leer
literatura antisemita. Dice que empezó a ver judíos por todas partes "a menudo sufrí náuseas al
oler a estos portadores de caftan". Poco después, dice, descubrió la mancha moral de este pueblo
elegido. Aseguró que los judíos eran responsables de la mayor parte de la prostitución y trata de
blancas. "Reconocí al judío como el director calculador, desvergonzado y sin corazón de este
repugnante tráfico del vicio entre la gente baja de la gran ciudad, un frío estremecimiento me
recorrió la espalda". Mi Lucha, su libro, está sembrado de alusiones espeluznantes a extraños
judíos que seducían a inocentes muchachas cristianas y así adulteraban su sangre. En 1913
abandonó Viena y se fue a Alemania, tenía 24 años. Parecía un fracasado: ni pintor ni arquitecto.
Era un vagabundo excéntrico, lleno de libros, sin amigos, familia, trabajo ni hogar, pero con una
ilimitada confianza en sí mismo y un sentido ardiente de su misión. Le repugnaba el imperio de los
Habsburgo, el conglomerado de razas de la capital, sobre todo los judíos. Mezcla, según él, que
corroía a la cultura alemana. El verano de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Comenzaba el
período más memorable de su vida. Lo hirió la derrota. El ejército alemán no había sido vencido en
el campo de batalla sino por traidores de la retaguardia. Así nació para Hitler, como para otros
alemanes, la leyenda de la puñalada por la espalda que ayudó a socavar la república de Weimar y
preparar el terreno para su llegada al poder. Ahí supo su destino: la política. Una decisión fatídica
para el mundo. ¿Qué posibilidades tenía un austríaco de 30 años, sin amigos, sin dinero, sin
trabajo ni experiencia?
Comenzó a servir para el ejército. Lo destinaron oficial instructor que debía combatir ideas
peligrosas: pacifismo, socialismo, democracia. Habló ante un gran auditorio y ése fue el comienzo
de una habilidad con la que se convirtió en orador efectivo, de mágico poder.
Utilizó la radio para ganarse a millones de oyentes. Le ordenaron investigar al partido político
obrero alemán. Hitler oyó una conferencia de Gottfried Feder y quedó impresionado. Vio el llamado de Feder a abolir las esclavitud capitalista, una de sus premisas esenciales para fundar el nuevo partido. Vio un poderoso slogan para la próxima lucha. Pensó que era una organización como tantas otras. Era época en que surgían muchos partidos políticos, no juzgó a éste diferente.
En esa charla, un profesor propuso que Baviera se separara de Prusia y se fundara Alemania del
Sur junto con Austria. Hitler se encolerizó y habló violentamente, la gente miró a este desconocido
y joven orador atónitamente. Hitler, luego, leyó un folleto del partido y vio reflejado en él gran parte de sus ideas. Recibió una postal en que se le anunciaba que había sido aceptado como miembro.
Fue a una reunión, el ansia de esos hombres de un nuevo movimiento lo atrajo. Pensó que podía
unirse a ellos, la insignificancia del partido podía darle la oportunidad a un joven enérgico como él.
Tomó la decisión más importante de su vida: se unió al partido. Necesitaban un jefe, qué mejor que un buen orador como Hitler. Se convirtió en íntimo consejero y fue presentado, entre otros, a RudolfHess y Alfred Rosenberg

HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL



HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

La oportunidad de triunfo para los nazis se presentó tras la crisis económica desatada el año 1929.
La población estaba angustiada por la falta de trabajo y muchos capitalistas veían con temor el avance de los comunistas, que se habían hecho más fuertes después de la Revolución Rusa.
Además, había en el ejército un deseo revanchista, provocado por la dura humillación que Alemania había sufrido en la Primera Guerra Mundial. Por todo esto, la idea nazi comenzó a ser captada con simpatía por parte de las masas alemanas, que quería recuperar su orgullo nacional.
Japón no adoptó un régimen fascista de forma oficial, pero la influyente posición de las Fuerzas Armadas en el seno del gobierno les permitió imponer un totalitarismo de características similares.
Los militares japoneses aprovecharon un pequeño enfrentamiento con tropas chinas en las proximidades de Mukden (actual Shenyang) en 1931 como pretexto para apoderarse de Manchuria, en donde constituyeron el Estado de Manchukuo en 1932. Asimismo, ocuparon entre 1937 y 1938 los principales puertos de China.
Nacionalismos que se transforman en imperialismos
Las apetencias de expansión y dominio del régimen nacional socialista que desembocaron en la invasión de Polonia por Alemania, lo cual significó el estallido de la guerra dos días después.
El conflicto entre Alemania y Polonia se hacía inevitable. Polonia, Estado eslavo, constituía una traba para la expansión hacia el este soñada por Hitler. Desde 1919, Alemania intentaba formular reclamación de índole fronteriza a costa de Polonia, país que comprendía una minoría germana entre 700 y 800 mil individuos, que en opinión de los alemanes, las fronteras de Alta Silesia también constituían una "flagrante injusticia". Además, la cuestión de Dantzig y el corredor polaco venían produciendo grandes fricciones entre Varsovia y Berlín. En 1919 Dantzig se convirtió en un estado libre bajo control de la Sociedad de Naciones, pero Alemania lo reivindicaba por estimar que
su población era casi exclusivamente de lengua Alemana.
La agresión alemana
Hitler inició su propia campaña expansionista con anexión de Austria en marzo de 1938, para lograr la cual no hubo de hacer frente a ningún impedimento: Italia lo apoyó, y los británicos y franceses, intimidados por el rearme de Alemania, aceptaron que Hitler alegara que la situación de Austria concernía a la política interior alemana. Estados Unidos había limitado drásticamente su capacidad para actuar contra este tipo de agresiones después de haber aprobado una ley de neutralidad que prohibía el envío de ayuda material a cualquiera de las partes implicadas en un conflicto internacional.
En septiembre de 1938, Hitler amenazó con declarar la guerra para anexionarse la zona de la frontera occidental de Checoslovaquia con sus 3,5 millones de ciudadanos de lengua alemana.
El primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, inició una serie de conversaciones que concluyeron a finales de mes con el Pacto de Munich, en el que los checoslovacos, instados por británicos y franceses, renunciaban a la frontera occidental de Checoslovaquia a cambio de que Hitler se comprometiera a no apoderarse de más territorios checos.
Este acuerdo fue infructuoso: Hitler invadió el resto de Checoslovaquia en marzo de 1939. El gobierno británico, alarmado por esta nueva agresión y las amenazas proferidas por Hitler contra Polonia, se comprometió a ayudar a este país en el caso de que Alemania pusiera en peligro su independencia. Francia también estableció un tratado de defensa mutua con Polonia.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Entrada destacada

LINCOLN Y MARY TODD

   LINCOLN Y MARY TODD En la Casa Blanca. Presidente de EEUU y Primera Dama (1809-1865) y (1818-1882). En 1882, los médicos enviaron una car...