CONCEPTO Y ORÍGENES. El
feudalismo es un sistema político, social y económico que va a gestarse y
desarrollarse en Europa a lo largo de toda la Edad Media , alcanzando
su apogeo y formas más características durante los siglos IX, X y XI.
Generalmente, al referirse al concepto de feudalismo, los historiadores
destacan el aspecto político y el jurídico institucional, definiéndolo como
conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de servicio y
obediencia por parte de un hombre libre, llamado vasallo, hacia un hombre
libre, llamado señor, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte
del señor respecto al vasallo. Con estas facetas quedaba reducido
geográficamente a Europa y, cronológicamente, en la Alta Edad Media alcanzaría
la cota de su pleno desarrollo.
Por
su parte, los historiadores marxistas lo estudian como una estructura
económica. Es el llamado «modo de producción feudal», sucesor del sistema
esclavista del Mundo Antiguo y precursor del sistema capitalista. Comprendería la Edad Media ,
prolongándose hasta ya bien entrado el siglo XIX en la Europa Oriental.
Desde este punto de vista, el feudalismo sería virtualmente idéntico a lo que
solemos llamar servidumbre: una obligación impuesta al productor por la fuerza
- sin tener en cuenta su propia voluntad - de satisfacer ciertas exigencias
económicas de un señor, en forma de prestación de servicios o de pago en dinero
o Productos.
Los
orígenes del feudalismo europeo son difíciles de discernir. Puede afirmarse,
como primer dato, que el régimen feudal de la Europa Occidental
en los siglos IX, X, XI y XII es propio de los Estados nacidos de la
disgregación del Imperio Carolingio: Francia, Alemania, Borgoña, Provenza,
Italia y los países que sufrieron la influencia de dichos Estados: Inglaterra,
ciertos reinos cristianos de la Península Ibérica y los Estados latinos del
Próximo Oriente.
La
aparición del feudalismo es la repercusión, en el plano político, de la
regresión de la sociedad a una civilización puramente rural y económicamente
agropecuaria. La sociedad feudal es heredera de la situación del Bajo Imperio
Romano: hereda la penuria demográfica, la atonía comercial, la decadencia de la
vida urbana y la consiguiente ruralización, el déficit monetario y la
inseguridad de la época. Los modernos historiadores hacen, pues, arrancar el
fenómeno feudal del Bajo Imperio Romano en contra de la tesis clásica
(Pirenne), que afirma que la unidad económica del mundo romano había
sobrevivido a la caída del Imperio y se había mantenido durante el período
merovingio. Sería la expansión musulmana la que habría cortado la unidad
económica del Mediterráneo. Esta teoría, hoy caduca, hace arrancar el
feudalismo de la época carolingia.
En
definitiva, hay que tener en cuenta dos hechos que serían básicos para la
formación del feudalismo:
1. La ruralización de la sociedad europea
llevada a efecto a partir del Bajo Imperio.
2. La crisis del poder que sobrevino como
consecuencia de la descomposición del Imperio Carolingio y de las invasiones de
musulmanes, normandos, húngaros a partir del siglo VIII.
Carlomagno dio los pasos para la consolidación de las instituciones de
«beneficio» y «vasallaje»: tras una campaña militar, debe de compensar
económicamente a los jefes militares de su ejército. Pero al escasear la plata
y el oro, la única forma de satisfacer la deuda es dándoles tierras. Dona a sus
jefes tierras en beneficio («beneficium») durante un período más o menos largo
de tiempo, para que las exploten en su provecho. Tras la descomposición del
Imperio Carolingio, y en la capitular de Quierzy, Carlos el Calvo, ante los
hechos consumados, acepta que el «beneficium» se convierta en feudo, es decir,
que la donación temporal se convirtiese en perpetua y fuese posible
transmitirla por herencia. Las instituciones de beneficio y vasallaje son
inseparables y complementarias, ya que solamente el súbdito presta vasallaje a
cambio de la esperanza de obtener una donación.
Se
ha hablado también del estado de inseguridad general creado por las invasiones:
los normandos, suecos o varegos se establecen en Rusia; noruegos y daneses
llegan a Inglaterra e Irlanda, asentándose con carácter definitivo en Normandía
e Inglaterra, sirviendo de estímulo, en este último lugar, para que los
minúsculos reinos inicien la unificación de la mano de Alfredo el Grande. En el
Mediterráneo iban a actuar la piratería sarracena y también los osados
navegantes daneses; por el valle del Danubio avanzan las tribus magiares o
húngaras.
Ante
estas correrías, los campesinos se sienten desamparados, y ante la crisis de
poder político de la
Monarquía , se ven obligados a dirigirse al noble más próximo
para «encomendarse» a él, es decir, para buscar su protección, reconociéndose
vasallos, aceptando a cambio una serie de obligaciones de servicio.
Fuente: Enciclopedia Temática Lafer