Periodo Neolítico
CREENCIAS RELIGIOSAS.
A su vez, la mayor vinculación a la naturaleza, la dependencia de sus
ciclos y alternativas, la observación expectante de los fenómenos naturales
introdujeron modificaciones en las creencias religiosas que, lógicamente,
debían variar al igual que lo habían hecho las aspiraciones de los hombres. Sin
embargo, no se puede afirmar que hubiese ruptura total con las ideas religiosas
anteriores. Persistía la concepción de un universo poblado de espíritus,
benéficos unos, maléficos otros, y la consiguiente utilización de fetiches. No
obstante, esa dependencia estrecha del mundo vegetal inducía al hombre a estar
atento al misterio, dotándole de una sensibilidad religiosa más aguda que le
permitía elaborar primitivos sistemas mítico-religiosos, paulatinamente
perfeccionados, inspirados en la misma naturaleza concebida como reflejo de la
divinidad. De ahí la importancia del fuego, el rayo, el sol, el agua y la
exaltación de la fecundidad, existente ya en el Paleolítico, que originará un
importante y extendido culto a la diosa Madre, garantía de la fertilidad de los
campos y de la fecundidad ya no sólo del ganado, sino también de las familias,
que con la nueva estructura de producción, requieren más brazos para el laboreo
de las tierras y el cuidado de los animales.
La presencia de
esta diosa en tumbas megalíticas la han querido interpretar algunos autores
como una vinculación de la divinidad representada en las pequeñas estatuillas
con la idea de resurrección.
En este terreno
religioso hay que destacar, de igual modo, el profundo significado de la muerte
para el hombre neolítico; seguramente estaba ligada, por similitud, con los
ciclos naturales a la idea de regeneración. Los ritos de enterramiento están
dotados de una solemnidad y grandiosidad, testimoniada por esos impresionantes
monumentos megalíticos formados por voluminosos bloques de piedra y erigidos
prácticamente por todos los pueblos prehistóricos de Occidente, si bien su foco
originario lo sitúan algunos en la Península Ibérica.
Se dan varios tipos:
- Los menhires son
unas piedras largas, clavadas verticalmente en el suelo, que pueden aparecer
aisladas o en conjunto, dando lugar, en este caso, a los alineamientos formados
por menhires dispuestos en hileras paralelas que llegan a alcanzar en algunos
casos, alineamientos de Carnac, una longitud superior a los tres kilómetros; el
agrupamiento puede realizarse también en forma de círculo, originando los
llamados cromlechs, vinculados al culto del Sol.
Existen diversas
interpretaciones de la misión de los menhires; para unos serían simples
señalamientos de sepulturas, para otros estarían destinados a fijar las almas
de los muertos; finalmente, otros, basándose en la observación de las
denominadas estatuas menhires, frecuentes en el Sur de Francia, sostienen que
podían ser la representación de un dios o quizá de un sacerdote con poderes
mágicos.
- Los dólmenes
están compuestos por una o más piedras colocadas horizontalmente sobre otras
verticales formando una mesa que originariamente estaba cubierta por un túmulo
de tierra que la protegía. Según algunos autores, se podía tratar de sepulturas
colectivas donde al mismo tiempo se oraba a los muertos y se les hacia ofrendas
para pedir su ayuda y protección. Los dólmenes pueden alcanzar mayor
complejidad originándose las impresionantes cuevas de corredor, como la de la Menga , en Antequera.
Fuente: Enciclopedia Lafer
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