La civilización islámica en España

La civilización islámica en España
LOS REINOS CRISTIANOS.  Según Ubieto, el Islam habría de producir en la Península Ibérica uno de los momentos cumbres de la cultura. Cortó el desarrollo de las instituciones visigodas que tendían hacia el feudalismo y los cristianos peninsulares habrían de quedar prácticamente al margen de los grandes problemas europeos planteados en la Edad Media, tales como el problema de las investiduras, lucha entre el Pontificado y el Imperio e incluso de las Cruzadas.

    Los reinos cristianos, que surgieron como reacción ante lo musulmán, tuvieron un carácter particular que los diferenciaba de los europeos de la época. El monarca es dueño de todas las tierras yermas y en teoría de las que están en manos del infiel. La nobleza y el clero español estarán mediatizados absolutamente por el Rey, de quien dependerán al tener que subsistir de lo que éste les done. El monarca medieval español será más fuerte que el Rey feudal europeo. También es de destacar que, al existir una frontera entre las posesiones musulmanas y cristianas, a ella van a dirigirse, como repobladores y aventureros, una masa de hombres libres que cultivarán el suelo en beneficio propio. El contraste entre estos numerosos hombres libres y los «servi quotidiani» y colonos feudales europeos es evidente. Por otro lado, esta repoblación que avanzaba a tenor de la reconquista de nuevas tierras impidió, entre otras causas, que surgieran núcleos urbanos importantes en donde se habría desarrollado una burguesía comercial, como ocurrió en otros lugares de Europa. El escaso desarrollo de la burguesía española es una constante histórica en nuestro país, hecho que repercutiría decisivamente en el desarrollo político, social y económico de España, haciendo evidente el retraso con respecto a Europa.

Fuente: Enciclopedia Temática Lafer

La civilización islámica - CULTURA

La civilización islámica
CULTURA.  La cultura islámica fue sintética, no solamente de los árabes, pues también participaron en ella otros pueblos con los que el Islam estuvo en relación (egipcios, griegos, persas, judíos, etcétera), todo bajo el aglutinante de una lengua y una religión comunes.

    A la cultura islámica se incorporaron muchos elementos de variado origen: ideas cristianas, judías y zoroástricas; formas de gobierno bizantinas y persas sasánidas; estilos y soluciones artísticas indias, persas, bizantinas (cúpula) y visigodas (arco de herradura); influencias helenísticas, particularmente en ciencia (astronomía, cartografía, medicina, álgebra, geometría) y filosofía (traducciones al árabe de los grandes maestros griegos, especialmente Aristóteles).

    La cultura árabe fue de extraordinaria importancia, ya que a través de las rutas caravaneras o directamente por Sicilia o España habría de penetrar en Europa Occidental y contribuir decisivamente a su desarrollo. Gracias a los árabes se difundieron por Europa la filosofía clásica, la numeración árabe, la pólvora, el molino de viento, el papel, la brújula, el cultivo de la naranja, el limonero, el arroz, el algodón, la caña de azúcar, etcétera. La literatura musulmana, de carácter naturalista y sensual, y con gran influencia oriental (Las Mil y Una Noches), y dentro de ella la poesía, influyó de forma importante y definitiva en el nacimiento del romance español y francés.

    El arte islámico no fue innovador, pues se limitó a tomar las técnicas y los temas de los países invadidos, pero siempre poniendo bien de relieve una característica peculiar: el gran amor a la decoración en yeserías o cerámica, que se limita a motivos vegetales, geométricos o a inscripciones, ya que su religión les prohíbe las representaciones humanas.

    El edificio típico en arquitectura es la mezquita, en la que destacan los minaretes o torres para llamar a la oración. El arco más empleado es el de herradura, el lobulado y el de herradura apuntado. Son también de destacar las cúpulas, que en ocasiones adoptan formas bulbosas. Entre las mezquitas más importantes cabe destacar las de Damasco (Siria), Kairuán (Túnez), Omar (Jerusalén), Córdoba. Otros edificios notables son los palacios y los mausoleos, con patios porticados, fuentes y armoniosos jardines (Alhambra de Granada, Taj-Mahal, en Agra, India).

Fuente: Enciclopedia Tematica Lafer

La civilización islámica ESTRUCTURA SOCIO-ECONÓMICA

La civilización islámica
ESTRUCTURA SOCIO-ECONÓMICA.  La organización social del Imperio Islámico estuvo fuertemente condicionada por las creencias religiosas y se organizó según los preceptos religiosos contenidos en el Corán.

    La familia fue de carácter patriarcal (típica de los pueblos nómadas) y poligámica (inteligente medida para reponer las numerosas pérdidas que la guerra ocasionaba, pues al permitir tener hasta cuatro esposas se garantizaba el incremento de la demografía). Sin embargo, la práctica de la poligamia no fue general, sino un privilegio de los poderosos, dados los numerosos gastos que ocasionaban la dote de las futuras esposas y su mantenimiento.

    En la base de la pirámide social se halla el Califa, gobernante y representante de Alá, como sucesor del profeta Mahoma. Le seguían en importancia una nobleza cortesana (visir o primer ministro, emir o gobernador de una provincia, cadí o juez, recaudador de impuestos, etcétera), una nobleza terrateniente de carácter militar, una rica burguesía mercantil, un artesanado y un campesinado que arrastraba una mísera existencia sólo superior a la del esclavo.

    La agricultura árabe, acostumbrada a una lucha tradicional contra la aridez del desierto, desarrollo a la perfección elaboradas técnicas de cultivo e irrigación, que harían de los oasis auténticos vergeles (arroz, algodón, palmera, naranja, limón, etcétera).

    Seminómadas y comerciantes por tradición, los árabes explotaron de modo sistemático las rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres. Bagdad y Damasco habrían de convertirse en dos importantes nudos caravaneros que ponían en contacto directo, a través del comercio, los puntos más distantes de su Imperio. Se establecieron relaciones con el Occidente cristiano (Génova, Venecia, Pisa), con Oriente (ruta de la seda con China, ruta marítima del Índico - mar Rojo - golfo Pérsico) y con África (ruta del Nilo). Se comercia con tapices, marfiles, coral, especias, joyas, perfumes, armas, esclavos, porcelana, papel, oro, maderas preciosas, etcétera. También comercializaron los excedentes agrícolas (dátiles, melones, algodón, etcétera), gracias a lo cual fueron conocidas y transmitidas a Occidente especias hasta entonces desconocidas.

    El monopolio de las rutas comerciales ejercido por los musulmanes durante varios siglos no hubiese sido posible sin la existencia de una moneda sólida y cotizada en todas partes (dínar de oro y dirham de plata) y sin la temprana adopción de mecanismos de crédito (letras, pagarés, etcétera).

    Este activo comercio hizo florecer diversas ciudades: Alejandría, El Cairo, Bagdad, Damasco, Córdoba, etcétera, en las que iba a desarrollarse una artesanía refinada (sedería, tapicería, marroquinería, orfebrería, damasquinados, etcétera).
Fuente: Enciclopedia Tematica Lafer


LA ESPAÑA MUSULMANA

LA ESPAÑA MUSULMANA.  La sociedad de la España islámica fue mixta, al estar integrada por hispano-visigodos, árabes, beréberes, judíos y otras minorías. El aumento demográfico de la población fue considerable, llegando a los diez millones de habitantes.

    Si inicialmente Al-Andalus fue una provincia del Imperio Árabe gobernada por un walí, a mitad del siglo VIII, tras la matanza de los omeyas de Damasco y la sustitución por la dinastía Abbasida de Bagdad, el omeya Abderramán, único superviviente de su familia, declara Andalucía emirato independiente políticamente. El paso decisivo se llevó a cabo en el siglo X, cuando los emires cordobeses se autodenominan califas, con lo que lograrían independizarse también religiosamente del poder central.

    Socialmente podemos distinguir una aristocracia árabe y una población mayoritariamente libre, en los campos o en las ciudades, y los esclavos urbanos, rurales e integrantes de la milicia.

    Existían minorías religiosas importantes en tierras de religión oficial diferente: judíos, mozárabes (cristianos que practicaban su religión en territorio dominado por los musulmanes, por lo que debían de pagar un tributo) y mudéjares (musulmanes que vivían en territorio cristiano y cuyo número fue aumentando según avanzaba la reconquista; al bautizarse y convertirse recibían el nombre de moriscos).

    La economía de la España musulmana y cristiana fue, inicialmente, diferente. Una, de economía rural, primitiva y rudimentaria, basada en la agricultura y la ganadería (España cristiana). Otra, por el contrario, de tipo urbano, rica y floreciente, eminentemente comercial y que controlaba el gran mercado del oro europeo, con una agricultura en considerable auge: introducción de nuevos cultivos (arroz, cítricos), mejora de las técnicas de regadío, explotación de los cultivos tradicionales (cereales, vid, olivo).

    Durante la Edad Media, y como oposición al Islam, surgieron los reinos cristianos peninsulares. Se considera primer Rey a don Pelayo, proclamado por los asturianos en el año 718. El reino de Asturias había de repoblar las tierras de Galicia, León, Portugal y Castilla. En el siglo X, y por influencia feudal, se crean los condados de Castilla y Portugal, que poco más tarde se convertirán en reinos independientes. También en el siglo X, la corte asturiana se traslada a León, adquiriendo importancia este reino. En los Pirineos y tierras limítrofes surge el reino de Pamplona, del que había de ramificarse el condado de Aragón, futuro reino. En el Pirineo oriental aparecen varios condados en relación directa con los francos: los condados catalanes. Unidos por medio de lazos matrimoniales el reino de Aragón y los condados catalanes, se logra la consolidación de la Corona de Aragón.

Fuente: Enciclopedia Temática Lafer

EL ISLAM EN ESPAÑA LA INVASIÓN

19. EL ISLAM EN ESPAÑA

    LA INVASIÓN.  En el año 711, las tropas musulmanas, al mando de Tárik, cruzaron el estrecho de Gibraltar y destrozaron el ejército visigodo en la batalla de Guadalete. Comenzaba el dominio musulmán en España, que habría de extenderse hasta 1492 (conquista de Granada por los Reyes Católicos). En este dilatado período, los musulmanes y los cristianos disidentes convivieron y combatieron. Es absurdo el antagonismo tradicional - con que se quiere presentar la Edad Media española - entre cristianos y musulmanes, ya que ambos debieron de convivir pacíficamente porque los cristianos carecieron hasta muy tarde de la suficiente potencia militar y también porque el Corán ordenaba a los musulmanes: «No hagáis violencia a los hombres a causa de su fe... No disputéis con los judíos ni con los cristianos sino en términos amicales... Invitadles a abrazar el islamismo».

Fuente: Enciclopedia Temática Lafer

La civilización islámica FUNDAMENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS.

La civilización islámica
FUNDAMENTOS POLÍTICO-RELIGIOSOS.  La desértica Península Arábiga, habitada por beduinos nómadas, divididos en numerosas tribus en continua fricción, fue el campo donde creció la nueva fe predicada por Mahoma.

    Mahoma, nacido en La Meca (hacia el año 570), fue un hombre hábil, sincero e inteligente, que en sus numerosos viajes a través del desierto, desempeñando el oficio de camellero, observó y llegó a conocer perfectamente los credos, usos, costumbres y necesidades de los rudos y belicosos pueblos asentados a lo largo de las rutas caravaneras. En estos viajes había de conocer dos religiones - la hebrea y la cristiana - que influyeron decisivamente en la gestación del nuevo dogma.

    Comenzó sus predicaciones en La Meca. El carácter monoteísta de su religión, que lesionaba la multitud de dioses de la ciudad y los intereses de los comerciantes, que veían decrecer la afluencia de peregrinos, le acarreó serias dificultades que le obligaron a huir de la ciudad. Era el año 622, y esta fecha de la emigración o Héjira, marca el inicio de la cronología de los pueblos musulmanes. Se estableció en Medina («Ciudad del Profeta»), y en apenas cinco años, tras haber actuado como pacificador y unificador entre las tribus nómadas, era dueño de la mayor parte del país. A su muerte, en 632, toda Arabia estaba islamizada.

    Las características de la nueva religión, aparte de su evidente sencillez, son: su monoteísmo; su carácter de religión revelada; sus dogmas están recopilados en un libro sagrado redactado por los seguidores del profeta: el Corán; su parentesco con el judaísmo y el cristianismo, sus tendencias universalistas (guerra santa contra los infieles) y la gran importancia que da al ritualismo.

    Para el profeta, las leyes religiosas debían de servir a la vez para la sociedad civil. No hay, pues, distinción entre lo religioso y lo profano, y se da una concepción religiosa de la sociedad. Esta idea clave se refleja perfectamente en el Corán, que en sus 114 «suras» contiene preceptos de carácter político-sociales, religiosos y legislativos. Las cinco obligaciones principales son:

    1.     Rezar cinco veces al día postrado en dirección a La Meca.
    2.     Ayunar durante el mes de Ramadán del alba al ocaso.
    3.     Dar limosna a los pobres.
    4.     Peregrinar a La Meca una vez en la vida.
    5.     Aceptación del principio monoteísta: «No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su profeta».

    La fulgurante expansión del Islam, que un siglo después de la muerte del profeta (732) había logrado la sumisión de enormes territorios, es un fenómeno que sobrecoge.

    Veamos sus causas y las razones de su éxito:

    -       Gran aumento demográfico y una serie de malas cosechas, que obligaron a buscar nuevos medios de subsistencia;

    -       Tradicional codicia de los pueblos nómadas hacia sus ricos vecinos sedentarios;

    -       Espíritu belicoso de las tribus árabes, que, encauzado hacia los pueblos no creyentes, sería uno de los preceptos del Islam (guerra santa) y un factor de unión para los pueblos del califato. Sin embargo, es de hacer notar que los conquistadores musulmanes no impusieron, de modo sistemático, el lema de «cree o muere» a las poblaciones dominadas. Mientras pagasen sus tributos y no opusieran resistencia podrían mantener sus propias creencias y ejercer libremente sus profesiones. El pujante florecimiento de las culturas mozárabe o judía en España son dos buenos ejemplos de esta tolerancia.

    Entre las razones del triunfo musulmán pueden señalarse:

    -       Confianza ciega dada por la religión al guerrero árabe;

    -       Factor sorpresa ante un ataque inesperado y debilidad de sus dos más poderosos vecinos (persas y bizantinos), desangrados por constantes luchas entre ellos;

    -       Descontento de los pueblos dominados por los bizantinos y persas, gravados con constantes tributos y con una rígida intolerancia religiosa. Había poblaciones semitas dominadas que tenían mayores similitudes con los árabes que con los persas y bizantinos. Las provincias de Egipto y Siria, por ejemplo, eran de la tendencia religiosa monofisita, y ante la intolerancia y represión bizantina, la religión fue un factor de separatismo y nacionalismo que abrió las puertas a la conquista árabe.

    Esta suma de factores había de permitir a los árabes dominar, pocos años después de la muerte de Mahoma, las ricas provincias bizantinas de Siria, Palestina y Egipto; la ocupación de Mesopotamia, tras destruir el Imperio Persa Sasánida. El Islam se extendió por el Norte de África como una mancha de aceite. En poco tiempo llegaron al estrecho de Gibraltar (711) e iniciaron la conquista del reino visigodo de España. La expansión por el Oeste termina cuando en el año 732 el mayordomo de palacio franco Carlos Martel los derrota en el Sur de Francia, en la batalla de Poitiers. El dominio de Sicilia, siglos más tarde, completaría el cuadro de sus conquistas en Occidente. En Oriente, la dinastía Omeya consiguió la sumisión total de Persia y extendió su dominio por el Turquestán hasta el límite con el Imperio Chino, alcanzando también el Indo. Los repetidos ataques contra Constantinopla fracasaron en su intento de tomar la ciudad. En el año 749, cuando se produce la sustitución de la dinastía Omeya por la Abbasida, puede decirse que las grandes conquistas del Islam han terminado. El Mediterráneo, según afirman los cronistas árabes, era un mar musulmán, y «los cristianos no lograban que flotase sobre él ni una tabla».

Fuente: Enciclopedia Tematica Lafer

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