HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Compases iniciales de la batalla: La invasión de Bélgica y Holanda

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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Compases iniciales de la batalla: La invasión de Bélgica y Holanda
El 10 de mayo por la mañana, los ejércitos del Grupo B (Von Küchler y Von Reichenau), formados por diez divisiones acorazadas, 135 divisiones de infantería y apoyados por la fuerza aérea, penetran en Holanda y en Bélgica.
El general Sponeck, jefe de las Fuerzas Especiales alemanas, con un batallón paracaidista y dos regimientos aerotransportados, asaltó La Haya e intentó, infructuosamente, capturar al gobierno holandés.
Simultáneamente, la Luftwaffe arrasó Rotterdam, el principal nudo de comunicaciones, mientras la Wehrmacht atravesaba la frontera holandesa, haciendo que la confusión se apoderara del país.
Los puentes de Rotterdam, Dordrecht y Moerdijk eran paso obligado de la principal ruta hacia el Sur. Sobre ellos saltaron cuatro batallones paracaidistas y un regimiento aerotransportado.
Los holandeses no lograron volar estas vías y los alemanes, rápidamente, las ocuparon.
Una división de infantería enlazó sólo tres días después con la avanzada paracaidista para consolidar la posición. La flota mercante holandesa huye y se refugia en puertos británicos.
El 6º Ejército alemán, al mando del general Walther von Reichenau, recibe la orden de invadir Bélgica. Para ello se debe cruzar primero el Canal Alberto. Los belgas esperan con los puentes principales listos para ser volados a la menor alarma. Un batallón aerotransportado fue lanzado sigilosamente tras las líneas belgas. Los alemanes capturaron por sorpresa los puentes antes de que fuesen volados.
Quedaba aún otro obstáculo por salvar: el Fuerte de Ben Emael. El fuerte, considerado como "inexpugnable" es una fortaleza de hormigón armado de 700x900 metros de lado, con 35 casamatas de artillería e infantería cubriéndose mutuamente y rodeada de fosos artificiales y obstáculos naturales. El Fuerte de Ben Emael domina el área del Canal Aberto, el Mosa y el Canal Stich en dirección a Maastricht y protege los estratégicos puentes de Vrohenhoven, Veldwezelt y Canne. Los grandes cañones de Ben Emael alcanzan hasta Maastricht y Lieja y pueden batir cinco carreteras de primer orden en su sector.
El 10 de Mayo, 85 comandos aerotransportados fueron lanzados desde once silenciosos planeadores de carga tipo TSS 230 sobre el mismo techo de la fortaleza armados con 50 kilos de explosivo de carga hueca capaz de hacer saltar planchas blindadas de 250 mm. El objetivo era destruir los puntos y cañones principales del fuerte. La maniobra sorpresa, para la que los comandos se entrenaron secretamente en maquetas a escala en Alemania, salió a la perfección. Los 1.200 soldados belgas que guarnecían el fuerte fueron hechos prisioneros. El camino a Francia quedaba expedito para las divisiones Panzer.
Compases iniciales de la batalla: el paso del Mosa
El 12 por la tarde, mientras se libran duros combates desde Amberes hasta Namur y nada se mueve detrás de la Línea Maginot, los carros de combate del general Guderian (1º, 2º y 10º Panzer) nan cruzado sigilosamente el espeso macizo de las Ardenas y se encuentran apostados en el bosque de Sedán.
El 13 de mayo a las 16 horas, Guderian lanza el asalto contra el Mosa. Los Panzer machacan las comunicaciones y posiciones francesas desde la orilla opuesta apoyados por la Luftwaffe. Entretanto, el general frances Huntziger está en su puesto de mando de Senac, a 50 km del frente.
Tras una fuerte preparación artillera y bombardeos a cargo de los Stukas y Do 17, los alemanes echan primeros botes de goma al agua. Tras las lanchas hinchables van las barcazas y transportes de vehículos. A las 19 horas, el regimiento de asalto Grossdeutschland alcanza la famosa cota 147, que es el objetivo previsto por el Führer.
Poco más tarde, todo el ala derecha del II Ejército francés huirá, presa de un pánico generalizado, en un "sálvese quien pueda" encabezado a veces por los oficiales superiores. Se huye ante el empuje de los Panzer y ante el bombardeo de los Stukas, que "pican" con un silbido infernal, pero todavía no ante el grueso de la infantería enemiga, que aún no ha llegado.
Simultáneamente, la 7ª Panzerdivision del general Hoth -mandada por el general Rommel- ha hundido el ala izquierda del IX Ejército del general Corap, casi sin preparación aérea. En el lado francés reina la confusión y la falta de coordinación. No funcionan las comunicaciones por radio ni los correos personales. El general Corap ha perdido la visión de conjunto de todo un frente que comienza a desmoronarse.
El 13 de mayo, hacia la medianoche, el general Gamelin -jefe supremo de las fuerzas armadas francesas- recibe las primeras noticias en su puesto de mando de Vincennes: "Se trata de un lío bastante serio por el lado de Sedán".
En la noche del 13 al 14 de mayo, los jefes militares (los generales Georges, Huntziger y Billette) no se preocupan -como podría creerse- de reforzar la zona de operaciones del IX Ejército, sino de proteger la Línea Maginot, con el temor de que pueda ser cercada. En lugar de enviar reservas a Corap, éstas se dirigen hacia Huntziger o hacia Blanchard (para proteger el acceso clásico de Gembloux).
En la mañana del 14 de mayo de 1940 la batalla del Mosa está decidida. Todo se ha desarrollado conforme al plan alemán. El movimiento en hoz puede irse cerrando a espaldas del grueso de las fuerzas francesas.
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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL El plan Manstein en detalle

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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
El plan Manstein en detalle
Hitler se mostró muy interesado y completamente de acuerdo con el nuevo plan. El 20 de febrero,
Hitler ordenó el establecimiento de un nuevo y definitivo orden de operaciones de acuerdo con las ideas de von Manstein. Finalmente el 24 de febrero, en una reunión celebrada en Berlín con todos los jefes de los ejércitos del frente del Oeste presentes, el Oberbefehlshaber des Heeres Walter von Brauchitsch daba a conocer las nuevas intenciones:
"La situación en el frente del Oeste ha cambiado radicalmente. Ingleses y franceses tienen preparada una fuerte defensa contra un ataque alemán a través de Bélgica. Documentos que han sido probablemente perdidos en el accidente aéreo ocurrido en Bélgica revelaron los planes. El Führer ha decidido por lo tanto que el ataque principal y concentrado lo de el Heeresgruppe A en vez de las tres puntas de lanza planeadas anteriormente. Para asegurar uniformidad en la acción del punto de ataque principal, se moverá el 4º Armee del Heeresgruppe B al Heeresgruppe A. El Heeresgruppe B mantiene el objetivo de ocupar Holanda, rompiendo a través de las fortificaciones fronterizas belgas, atrayendo el máximo número de fuerzas enemigas hacia él".
En detalle, las órdenes eran las siguientes:
El Heeresgruppe B, al mando del Generaloberst Fedor von Bock, cubriría el flanco Norte. El 39º Panzer-Korps de Schmidt, con la 9ª División Panzer en vanguardia, actuaría en el Sur de Holanda. El 16º Panzer-Korps de Hoepner (3ª y 4ª Panzerdivisionen), cruzaría el Mosa en Masstricht y avanzaría hacia el area de Gembloux, a lo largo de la línea del Mosa y el Sambre, cubriendo así el avance principal del Panzergruppe Kleist más al Sur y evitando dirigirse hacia Bruselas donde, posiblemente, encontraría una más dura resistencia.
En el centro el Heeresgruppe A, al mando del Generaloberst Gerd von Rundstedt, llevaría el peso principal del ataque en el sector de las Ardenas. El 15º Panzer-Korps de Hoth (5ª y 7ª Panzerdivisionen), debía dirigirse hacia el Mosa y cruzarlo en Dinant.
El Panzergruppe Kleist (41º y 19º Panzer-Korps), algo más al Sur, se dirigiría también hacia el Mosa. El 41º Panzer-Korps de Reinhardt (6ª y 8ª Panzerdivisionen), lo cruzaría al norte de Mézierès, y el 19ª Panzer-Korps de Guderian (2ª, 1ª y 10ª Panzerdivisionen), en Sedán.
El Heeresgruppe C, situado al Sur hasta la frontera suiza, al mando del Generaloberst Ritter von Leeb, tenía la misión de esperar situado en posición defensiva frente a la Línea Maginot con el 1º y 7º Armee.
La Luftwaffe tendría un papel fundamental en el ataque, y al igual que en Polonia, después de atacar los aeródromos enemigos procedería a apoyar directamente a las tropas de tierra. Se lanzarían tropas paracaidistas sobre la retaguardia enemiga, en Holanda, con la misión de tomar los principales puentes, y en Bélgica se atacaría el el Fuerte de Eben Emaël.
La Kriegsmarine por su parte no actuaría prácticamente en la operación y sólo mandaría algunos de sus U-Boote (submarinos) y lanchas torpederas al Canal de la Mancha.
La Kriegsmarine por su parte no actuaría prácticamente en la operación y sólo mandaría algunos de sus U-Boote (submarinos) y lanchas torpederas al Canal de la Mancha.
Premisas del Plan Manstein
El éxito de la operación residía en la velocidad con la que los blindados alcanzasen el Mosa y de cómo reaccionasen los Aliados en un principio. Una vez que las cabezas de puente al otro lado del Mosa estuviesen consolidadas, se darían ordenes de avanzar hacia el Canal de la Mancha, efectuando un "movimiento en hoz" hacia el Norte.
Para ello se presuponían las siguientes condiciones:
1. Los blindados debían constituir cuerpos autónomos y librar sus combates sin preocuparse de las divisiones de infantería, que los seguirían a distancia y ocuparían y cosolidarían el terreno conquistado.
2. Dado que todo ataque supone una preparación de artillería, y que un avance rápido de los blindados impide la utilización de la artillería clásica (que no puede ser llevada a tiempo sobre el terreno), debe ser la aviación, utilizada en masa, la que se encargue del bombardeo intensivo de las líneas enemigas y de desorganizar sus comunicaciones.
3. Por último, un ataque rápido requiere la presencia física de los jefes a la cabeza de sus ejércitos; al contrario de lo que sucede en Francia (puestos de mando alejados del frente, a la moda de 1914-1918; Pétain, por ejemplo, mandó la batalla de Verdún instalado en Bar-le-Duc, en casa de Madame Varin-Bernier).
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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
El General Alfred von Schlieffen antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército alemán desde 1891 hasta 1906, había propuesto a principios de siglo atacar Francia por el flanco derecho, avanzando por la costa del Canal de la Mancha y cruzando el Somme para luego caer al Oeste de París y cercar al ejército francés, obligándolo a capitular.
Aunque el plan obtuvo algún éxito en los primeros compases de la guerra, la ofensiva fue perdiendo fuerza y finalmente se detuvo en el Marne originando una guerra de desgaste frente a una de movimientos.
Descartado totalmente un asalto frontal contra la Línea Maginot, y cualquier incursión por la poco fortificada región de las Ardenas por considerarse poco propicia para el paso de infantería y blindados, el O.K.W. había propuesto lanzar el ataque principal por el ala derecha, a través de Holanda y el Norte de Bélgica.
Según el orden de operaciones del 29 de octubre, el plan era el siguiente: Al Norte el Heeresgruppe B (Generaloberst Fedor von Bock). Compuesto por 4 ejércitos, debía lanzar el ataque principal con 43 divisiones (diez de ellas acorazadas). De Norte a Sur, el 18º Armee entraría en Holanda, el 6º Armee atacaría al Norte de Lieja en dirección Bruselas, y el 4º Armee atacaría al Sur de Lieja hasta llegar a la línea del Somme y la costa del Canal de la Mancha. El 2º Armee quedaría inicialmente como reserva móvil.
En en Centro el Heeresgruppe A (Generaloberst Gerd von Rundstedt). Compuesto por 2 ejércitos debía cubrir el flanco Sur del Heeresgruppe B avanzando a través de las Ardenas hacia el Mosa con 22 divisiones. El 12º Armee avanzaría a través del Sur de Bélgica y Norte de Luxemburgo cruzaría el Mosa en Fumay y seguiría hasta Laon estableciendo una línea defensiva para proteger el avance del Heeresgruppe B.
El 16º Armee algo más al Sur en Luxemburgo avanzaría hasta el Mosa y establecería posiciones defensivas frente a la Línea Maginot al Sur de Sedan.
Al Sur el Heeresgruppe C (Generaloberst Ritter von Leeb). Compuesto por el 1º y 7º Armee se quedaría a la defensiva frente a la Línea Maginot con 18 divisiones.
El objetivo principal del plan era la derrota de los Aliados en Bélgica y la ocupación de los puertos y bases de la costa del Canal, al norte del Somme, que proporcionarían bases a la Luftwaffe para poder continuar la guerra contra Francia y Gran Bretaña en unas condiciones más favorables.
Únicamente después de haber conseguido este primer objetivo, el O.K.W. decidiría si continuar la ofensiva o pasar a la defensiva.
Manstein propone un plan alternativo
Naturalmente no todos compartían la misma idea, el Generalleutnant Erich von Manstein se opuso a la idea de lanzar el ataque principal por el ala derecha e ideó un plan alternativo.
En primer lugar rechazó por completo la idea de una victoria parcial mediante un ataque lanzado por el flanco derecho, ya que repitiendo la misma estrategia que en 1914 se perdía el factor sorpresa.
Manstein advirtió también que era imposible obtener una victoria total mediante un único y poderoso golpe, dado el gran número de fuerzas de las que disponía el enemigo.
Si se quería una victoria decisiva habría que dividir el ataque en dos fases. En la primera habría que destruir el ejército Aliado en Bélgica dejando así el camino libre para una segunda fase en la que
Francia que quedaría a merced de la Wehrmacht. Para Manstein, la única forma de destruir por completo al ejército Aliado en Bélgica era transfiriendo el peso principal del ataque al Heeresgruppe  A, que debería lanzar un ataque sorpresa por el ala izquierda a través de la boscosa región de las Ardenas en el sur de Bélgica.
Para ello el Heeresgruppe A debería de ser dotado de tres ejércitos en vez de dos, además de fuertes elementos acorazados. El 12º Armee cruzaría Bélgica y se dirigiría hacia la costa del Canal atrapando a las fuerzas enemigas enfrentadas al Heeresgruppe B por la retaguardia. El 2º Armee cruzaría el Mosa y se dirigiría hacia el Suroeste para hacer frente a cualquier contra ofensiva aliada contra el flanco Sur.
Por último el 16º Armee tomaría posiciones frente al norte de la Línea Maginot.
A comienzos de noviembre el O.K.W. comenzó a recibir las primeras noticias sobre el nuevo plan, aunque no se mostró de acuerdo con la idea. La decisión sobre la fecha y forma definitiva del ataque se aplazaba constantemente y más aún cuando comenzó el mal tiempo, que interrumpió las operaciones de la Luftwaffe y empeoró el estado del terreno.
El 10 de enero de 1940 un avión de la Luftwaffe quedó desorientado y aterrizó en la neutral
Bélgica, el piloto llevaba consigo el plan original del ataque Oeste (basado en el Plan Schlieffen) que
fue capturado por los aliados. Aún así, el orden de operaciones permaneció inalterado. La insistencia
de Manstein en su propuesta le costó el puesto y a comienzos de febrero el O.K.W. le confió el
mando del 38ºArmee-Korps en un intento de deshacerse de la molestia. El 17 de febrero de 1940
Manstein fue llamado a Berlín, donde tuvo una entrevista con Hitler y pudo exponer su punto de vista.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Los cambios territoriales en la Europa Oriental

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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Los cambios territoriales en la Europa Oriental resultaron relativamente modestos, aunque ratificaron e incrementaron las ventajas que la Unión Soviética había logrado por los acuerdos con Hitler de 1939. Basta decir que la URSS obtuvo el Norte de la Prusia Oriental (que le proporcionaba una salida al Báltico), la Carelia finlandesa, la zona de Petsamo (que le aportaba una frontera con Noruega) y una base temporal (Porkkala) en territorio finés. Además, los soviéticos se anexaron Rutenia, el extremo oriental de Checoslovaquia. En cuanto a Italia, perdió sus colonias, que se independizaron (Libia, Somalia) o fueron incorporadas a otros países: Eritrea, a Abisinia; las islas del Dodecaneso, a Grecia.
En el resto del mundo, los cambios fueron también, en apariencia, pequeños. En el Medio Oriente, por ejemplo, Líbano y Siria lograron su independencia, mientras que la llegada de oleadas de inmigrantes judíos askenazis, procedentes de Europa del Este, tuvo como consecuencia que el Estado de Estado sionista tuviera una condición mucho más beligerante que antes respecto a la población palestina. Lo decisivo, de todos los modos, fue el impulso inicial dado a la descolonización, movimiento un tanto contradictorio por el momento, pues a las promesas de japoneses y norteamericanos de independencia para las colonias se sumó, en esta circunstancia, la victoria de las potencias colonizadoras. De ahí que, por ejemplo, Filipinas consiguiera la independencia y que, por el contrario, los norteamericanos, después de haber apoyado la de Indochina, acabaran por apoyar el mantenimiento de la presencia francesa en aquellas tierras.
Japón volvió a sus fronteras de mediados del siglo XIX, cediendo Formosa, Corea, Manchuria y las islas del Pacífico. Pero, mucho más importantes que estas nuevas fronteras territoriales, fueron las consecuencias de la división ideológica del mundo en dos partes enfrentadas.
OPERACIONES MILITARES
Esta sección está dedicada a las operaciones bélicas que se realizaron en la II Guerra Mundial.
OFENSIVA EN EL OESTE
En un mes y medio, entre el 10 de mayo y el 22 de junio de 1940, las Fuerzas Acorazadas alemanas desbarataron por completo los planes estratégicos aliados e infringieron a Francia, Bélgica, Holanda y al Fuerza Expedicionaria Británica una derrota total.
La situación tras la campaña de Polonia
Solamente después de terminar la campaña contra Polonia, y una vez rechazada la oferta de paz proclamada por Hitler el 6 de octubre en el Reichstag a Gran Bretaña, comenzaron los preparativos para lanzar una nueva Blitzkrieg en el Oeste de acuerdo con su Directiva nº 6 emitida 9 de octubre de 1939.
Nada había sido planeado previamente puesto que Hitler esperaba que la situación se resolviese de manera similar a como se desarrolló con Checoslovaquia. Desde luego no esperaba que Francia y Gran Bretaña cumpliesen sus compromisos con Polonia y que tras la invasión se desencadenase la guerra con ambas potencias.
Inicialmente la ofensiva en el Oeste estaba planeada para que se desarrollase en noviembre de 1939, de cara a no dar más tiempo para preparar la defensa al enemigo. Hitler se sentía moderadamente seguro de no comprometerse en una guerra de dos frentes merced al pacto de no agresión con la Unión Soviética.
Mientras tanto, las tropas rusas habían ocupado la parte de Polonia acordada en la claúsula de reparto firmado en el pacto germano-soviético y los Estados bálticos. El 30 de noviembre atacaron Finlandia. Esta guerra ruso-finlandesa provocó cierta inquietud en los mandos alemanes que no se fiaban demasiado de la amistad con los rusos.
Desde el mes de octubre de 1939 hasta la gran ofensiva alemana de mayo de 1940, las tropas francesas y alemanas van a permanecer en sus posiciones que bordean la frontera, limitándose a realizar algunos golpes de mano y escaramuzas, y manteniéndose unas y otras en posición defensiva.
Estos nueve meses de "tregua" corresponden a esta guerra de chiste (drôle de guerre para los franceses, komische krieg para los alemanes, funny war para los británicos).
Sin embargo, las intenciones militares de los dos beligerantes están lejos de corresponder a esa definición.
1. Del lado francés: el alto mando, que cree en el valor de la Línea Maginot como en un dogma militar absoluto, espera firmemente un ataque alemán que, según él, será rápidamente anulado.
2. Del lado alemán: Hitler, con el estímulo de sus victorias en Polonia, proyecta una guerra del mismo tipo en Francia.
La fecha de la ofensiva general es cambiada repetidas veces por Hitler: el 7, el 9, el 13, el 16, el 20 de noviembre; después, el 4, el 6, el 12 de diciembre. Pero la lluvia sigue cayendo a mares, y Hitler aplaza su ofensiva sine die.
El plan Amarillo
El plan de ataque alemán en el Oeste, Fall Gelb (Plan Amarillo), en su concepción original era un calco del plan seguido en la I Guerra Mundial, el Plan Schlieffen, aunque con algunas variantes tácticas debidas a la existencia de la Línea Maginot.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Las muertes producidas por la guerra constituyen tan sólo una parte de sus consecuencias.

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HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Las muertes producidas por la guerra constituyen tan sólo una parte de sus consecuencias.
Como resultado de la misma hubo, principalmente en Europa, 30 millones de desplazados, un tercio de los cuales fueron alemanes que sufrieron de forma directa las consecuencias de la doctrina que les había llevado a lanzarse a una nueva expansión hacia el Este. Quienes habían expulsado a la población autóctona (por ejemplo, en los Sudetes checos) se vieron, a su vez, obligados a emigrar ahora. También una cifra elevada de japoneses pasó por idéntica experiencia.
Ambos países descubrieron en la posguerra que podían lograr un lugar mucho más confortable en el mundo de la posguerra renunciando a la expansión territorial e intentando un desarrollo económico que resultaría espectacular en ambos casos.
Sin embargo, por el momento la situación en que se encontraron esos dos países no tenía nada de reconfortante porque la destrucción padecida fue muy superior a la que sufrieron los beligerantes durante la Primera Guerra Mundial. En Alemania, el nivel de producción industrial se retrotrajo a las cifras de 1860, mientras que en el Ruhr, la zona más castigada, quedó limitada al 12% de las cifras de la etapa prebélica. Japón sólo se vio afectado de manera decisiva por la guerra en su fase final pero la producción se redujo en un tercio. La Flota mercante quedó reducida a una dieciseisava parte del tonelaje de 1941. Un 40% de la superficie urbana quedó destruida, como consecuencia de los bombardeos norteamericanos, especialmente destructivos cuando las bombas se empleaban ante una frágil arquitectura como la existente en el archipiélago.
Pero las consecuencias de la guerra no fueron crueles solamente para los vencidos, sino también para los vencedores y ello en los más diversos terrenos. Francia, primero derrotada y luego vencedora, pudo considerar arruinadas aquellas instituciones que durante muchos años no sólo ella sino la totalidad del mundo había podido considerar como la ejemplificación señera de la libertad política. Al concluir la guerra, había muerto la Tercera República, cuyas instituciones necesitaban transfigurarse por completo para adaptarse a la realidad de un mundo nuevo. Gran Bretaña había sido quien, con su decisión durante el verano de 1940, consiguió detener el avance nazi en el momento mismo en que todo el mundo la consideraba derrotada. Nunca, sin embargo, recuperaría ni tan siquiera la sombra de su poder de otros tiempos. En los instantes finales de la guerra estaba en la ruina: su deuda equivalía al triple de la renta nacional anual y por vez primera en mucho tiempo carecía de partidas invisibles con las que compensar una balanza comercial deficitaria porque las había liquidado en los años precedentes. Poco tiempo pasaría hasta que se hiciera patente de forma abrumadora la necesidad de considerar inevitable la liquidación del Imperio.
Frente a la decadencia de estas dos potencias europeas, dos gigantes estaban destinados a dominar el mundo de la posguerra. Los Estados Unidos no representaban más que un 7% de la superficie del globo, pero producían tanto como el resto en conjunto. Incluso en aquellos sectores en los que con el paso del tiempo se demostraría su debilidad relativa (como el petrolífero) el porcentaje de su producción se acercaba a un tercio de la mundial. De este modo, el mundo posterior a 1945 tenía que ser el de la hegemonía norteamericana. También fue el mundo de la hegemonía soviética, aunque ésta en realidad fue mucho más aparente que real. En efecto, por grandes que fueran los temores a su expansión, lo cierto es que la URSS había padecido mucho más que el resto de los vencedores. Por otro lado, en esta guerra, la Unión Soviética perdió el monopolio de su condición de única potencia revolucionaria del mundo: aunque eso de momento pudo parecer no tan grave. Con el transcurso del tiempo, China (y, en menor grado, Yugoslavia) se convertirían en rivales, más que en colaboradores. La URSS, cuyo protagonismo en la guerra fue decisivo, salió de ella con una convicción en su capacidad de liderazgo e incluso con el convencimiento de que podría llegar a superar a su adversario capitalista. Sólo con el transcurso del tiempo acabaría descubriendo que podía competir en el terreno militar, pero que era incapaz de hacerlo en otros campos a la larga mucho más decisivos, como el económico y el tecnológico.
Por último, hay que tratar de los cambios territoriales que tuvieron lugar en el mundo como resultado de la guerra. Este conflicto, en efecto, supuso escasas modificaciones de las fronteras, en comparación con los de otros tiempos, aunque tuviera una repercusión mucho más duradera en la configuración global del mundo.
La última de las reuniones de los grandes líderes mundiales aliados tuvo lugar en Potsdam, durante la segunda quincena de julio de 1945, cuando estaba reciente la derrota de Alemania pero todavía se pensaba que la japonesa podía resultar remota. Estuvo presente Truman, sustituyendo a su predecesor Roosevelt, y, a la mitad de la conferencia, debió retirarse Churchill a quien, por decisión del elector británico, le era negado el poder de moldear el futuro, después de haber tenido tan decisivo protagonismo durante toda la contienda. Ya se ha mencionado la relevancia de esta reunión en lo que respecta a la intervención soviética contra Japón y al descubrimiento de la bomba atómica por los norteamericanos, que Stalin conocía ya. Pero Potsdam supuso también una solución a la cuestión decisiva para la posguerra, la de Alemania, que, sujeta a un tratado de paz posterior, quedó contenida en una fórmula definitiva. En efecto, se acordó hacer retroceder su frontera oriental hasta la línea marcada por los ríos Oder y Neisse y se toleró en la práctica que los soviéticos empezaran a aplicar, por su cuenta y riesgo, un plan de reparaciones sobre la parte que le había correspondido.
Lo primero supuso una emigración masiva hacia Occidente de millones de alemanes y ello, a suvez, trajo como consecuencia que se abandonara cualquier veleidad de convertir a Alemania en un país exclusivamente rural. El mantenimiento de la industria resultaba imprescindible para la subsistencia de la población, por mucho que la solución citada pudiese resultar tentadora. Por otro lado, los soviéticos se apoderaron de las fábricas de su zona de ocupación en el Este de Alemania y, en muchos casos, las trasladaron a su propio país. La ausencia de sintonía entre las potencias democráticas y los soviéticos hizo imposible un acuerdo definitivo en éste y otros muchos puntos, por lo que los acuerdos sólo pudieron ser parciales, provisionales o incompletos. Se previó la existencia de una conferencia de ministros de Asuntos Exteriores, que se reunió en Moscú en 1945 y en Nueva York en 1946. En la capital francesa se suscribieron los tratados de paz relativos al Este de Europa e Italia, mientras que hubo que esperar hasta 1951 para que en San Francisco se firmaran los relativos al Japón, momento en que ya no estuvieron presentes los nuevos países comunistas.
Fuente: HISTORIA DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

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LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS.

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LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS. La crisis política provoca el enfrentamiento de dos principios antagónicos: feudalismo y monarquía autoritaria. Si el fenómeno había de producirse en la mayor parte de los países, en Francia e Inglaterra iba a adquirir rango de conflicto internacional en la llamada guerra de los Cien Años (1337-1453).

    A la muerte del Rey francés Carlos IV, dos candidatos se disputan el Trono: Felipe de Valois y el Rey de Inglaterra, Eduardo III. Felipe de Valois será nombrado Rey por los nobles franceses, con el título de Felipe VI.

    Las causas de la guerra se hicieron manifiestas: el descontento de la monarquía inglesa ante la ayuda que Francia prestaba a Escocia en su lucha contra Inglaterra y por el viejo problema feudal de que el Rey de Inglaterra fuese vasallo del Rey de Francia, al tener importantes posesiones en este país. Estas serían las motivaciones de tipo político, a las que hay que sumar las de carácter económico, la principal de las cuales era la disputa del mercado lanero de Flandes, que pertenecía a Francia pero que estaba vinculado a Inglaterra por fuertes lazos económicos como suministrador de lanas para la industria textil británica.

    La guerra habría de desarrollarse en dos grandes fases:

    La primera (1337-1375), tras la victoria naval inglesa en la batalla de la Esclusa, los infantes y arqueros británicos derrotan a la caballería medieval francesa en Crecy y Poitiers.

    Durante este período, ambas monarquías pasan agudas crisis: peste negra, revueltas de los campesinos (Jacquerie, Walt Tyler), descontento de la burguesía (Etienne Marcel), luchas entre las familias nobiliarias (Borgoñones Armagnac).

    La segunda fase (1415-1453) dio comienzo con la llegada al Trono inglés de una nueva dinastía: la Lancaster. El Rey inglés, Enrique V, pasó de nuevo al ataque, obteniendo la resonante victoria de Azincourt, que le permitió firmar la ventajosa Paz de Troyes, en la cual obtenía la regencia y herencia del Trono francés. Cuando la situación parecía más crítica para Francia, aparece la figura legendaria de Juana de Arco, que representaba el nacimiento del sentimiento nacional francés. Con su ayuda, Carlos VII logra recuperar los territorios perdidos: París, Normandía y Guyena. La Paz de Picquigny (1475) liquidaría definitivamente el conflicto.

    Las consecuencias de la guerra habrían de ser grandes para ambos reinos. En el país galo, de la mano de Juana de Arco, surge el nacionalismo francés. También la guerra había contribuido a arruinar a la nobleza feudal, con lo que va a darse un fortalecimiento de autoritarismo regio: Carlos VII establece impuestos permanentes y Luis XI prosigue la obra de reconstrucción interior.

    En Inglaterra, la derrota había desprestigiado a la casa de Lancaster, con lo que el conflicto que mantenía con la casa de York va a agravarse. Es la llamada guerra de las Dos Rosas, que permitiría la subida al Trono del primer monarca Tudor, Enrique VII, que refuerza su absolutismo tras la ruina de la nobleza en la contienda civil.

Fuente: Enciclopedia Temática Lafer

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