GRECIA - HISTORIA Y SOCIEDAD


GRECIA

    HISTORIA Y SOCIEDAD.  La invasión de los aqueos, que llegaron al Peloponeso hacia el 1600 a. de C., originó el florecimiento de la llamada civilización micénica, caracterizada por los recintos amurallados con sólidas e inexpugnables construcciones y bien preparados para los asedios, testimonio del carácter fuertemente belicoso de este pueblo. Parece ser que existía una organización feudal. Los distintos señores se unían bajo un mando único cuando las circunstancias lo requerían, como fue el caso de la conquista de Troya, relatada por Homero en la Ilíada, documento interesante, juntamente con la Odisea, para el conocimiento de la época.

    Sus fuentes de riqueza eran la agricultura, la ganadería y el comercio. Atesoraron grandes riquezas con motivo, sobre todo, de sus hazañas bélicas, para las que contaban con armas de bronce y carros de guerra. Tuvieron contactos con la civilización cretense, de la cual recibieron influencias religiosas, artísticas y culturales. Es de destacar la grandiosidad de las tumbas de Tholos.

    Una nueva invasión, la de los dorios, hacia el 1200 a. de C., marcó el inicio de una fase de decadencia y oscurantismo de la que no se empezaría a salir hasta el siglo VIII a. de C. La sociedad griega de estos momentos se asentaba fundamentalmente en la agricultura, siendo, por tanto, la principal fuente de riqueza la tierra, accidentada y poco fértil, y teniendo todavía escasa importancia la artesanía y el comercio.

    Los grandes propietarios dominaban en las distintas tribus - genos - que componían la polis, unidad política independiente, en razón de su riqueza que - a su vez - les proporcionaba fuerza militar al poder disponer de tiempo para ejercitarse en las tácticas bélicas y de dinero para costear los gastos de armamento. Mientras los pequeños campesinos vivían a duras penas y absorbidos totalmente por su trabajo, la aristocracia latifundista acaparaba, a través del consejo, el poder político, amparándose en su condición de nobles, siendo el título de Rey, cuando existía, más honorífico que efectivo.

    En estas oligarquías, la masa, parte de la cual podía integrar la Asamblea, contaba muy poco. Esto explica el que, en esta sociedad cerrada y belicosa, con una población en aumento y carencia de tierras, sólo se presentase una salida para los que aspiraban a mejorar: la emigración, palanca fundamental de las decisivas transformaciones sociales y económicas posteriores. Con ellas se inicia un floreciente proceso de colonización que impulsó la navegación, el comercio y la artesanía, ocasionando una expansión económica que se vio favorecida por la difusión de la moneda. Aparecía, pues, una nueva fuente de riqueza, no dependiente ya de la agricultura, y una nueva clase de ricos - armadores, comerciantes y empresarios -, que en adelante no estarían dispuestos a aceptar el monopolio político de la aristocracia. Para lograr su objetivo contaban con el apoyo de los empresarios pobres, cada vez más endeudados y amenazados continuamente por la ruina.

    La convulsión originada con la creciente oposición fue minando el poder de la aristocracia y aparecieron legisladores, como Solón, que dictó leyes aboliendo la esclavitud por impago de deudas y limitando la extensión de las propiedades agrarias. También fue aprovechado este ambiente de revueltas por políticos ambiciosos que se convirtieron en tiranos que a menudo protegieron a las clases populares, como Pisistrato en Atenas. Difícilmente se soportaba el autoritarismo de estos últimos y poco a poco se fue abriendo paso un nuevo sistema político, la democracia, que acabaría por imponerse plenamente en algunas polis, como Atenas, favorecida por su estructura económica.

    En Atenas, al igual que en otras polis beneficiadas por su situación geográfica, se habían desarrollado activamente el comercio y la artesanía junto a una agricultura en la que predominaban los propietarios medios, que dedicaban parte de sus tierras a cultivos para la exportación, vid y olivo. Los ingresos obtenidos les proporcionaban cierta independencia, que facilitaba el funcionamiento de la democracia, forma de gobierno iniciada por Solón, perfeccionada por las importantes reformas de Clistenes y que alcanzó su máximo esplendor con Pericles.

    Dos eran los pilares básicos del funcionamiento del nuevo sistema político: la igualdad política y el derecho de participación en las tareas políticas de todos los ciudadanos. El órgano político por excelencia era la Asamblea, en cuyas decisiones podían intervenir todos los ciudadanos, mientras que el Consejo sólo tenía una misión deliberante; aquélla elegía a los magistrados - arcontes - a quienes se encomendaba las diversas funciones requeridas por el funcionamiento del Estado. Existía además un Tribunal popular encargado de administrar justicia, el Areópago, formado por los guardianes de la ley, de funciones más limitadas que la Asamblea, que irá perdiendo importancia paulatinamente.

    En la práctica, el funcionamiento de la democracia tuvo sus lacras. La participación de los ciudadanos - los demás no tenían derechos políticos - en la vida política presuponía una menor dedicación al trabajo que no todos se podían permitir y que si fue posible se debió a la existencia de la esclavitud, contraria a todo espíritu democrático. Por otra parte, la democrática Atenas, que conoció su máximo esplendor en el siglo V, no se mostró dispuesta a respetar la soberanía de las otras polis cuando, después de la costosa victoria sobre Persia en las Guerras Médicas (490-448 a. de C.), convirtió la Liga de Delos en instrumento de un imperio suyo sobre las otras polis. Esta actuación creó fuertes rivalidades que desembocaron en la guerra del Peloponeso (431-404 a. de C.), treinta años de terrible destrucción para todas las polis, de la cual Atenas salió derrotada por Esparta, quedando sumida, al igual que otras polis, en una fatal crisis agravada por la ruina de los campesinos y de las ciudades. Tal situación originó en Grecia un ambiente de guerra civil, con continuas luchas por la hegemonía que ahondaban más la crisis económica y social.

    El hundimiento de Atenas dio la hegemonía a Esparta, hasta que fue derrotada por Tebas. La organización espartana contrastaba a todas luces con la ateniense: sólo tenían derechos políticos un reducido grupo de ciudadanos adiestrados desde muy pequeños en las artes militares a base de una férrea disciplina. Esta vida, realmente dura e improductiva, estaba justificada por la existencia de multitud de esclavos sobre cuyas espaldas recaían los más duros trabajos. El temor de una rebelión de estas gentes exigía estar permanentemente preparados para reprimirla. El sistema político funcionaba a base de una asamblea formada por todos los ciudadanos, pero el poder lo detentaba el Consejo de Ancianos, existiendo también, todavía, una doble monarquía que jugaba un papel no muy importante.

    La hegemonía de Tebas fue efímera.

    Las ciudades griegas asoladas por la destrucción habían perdido su fuerza y esplendor y fueron presa fácil para Filipo, Rey de Macedonia. Sería su hijo Alejandro Magno quien aglutinaria definitivamente a los griegos, uniendo sus fuerzas y lanzándoles en una campaña contra los persas, que culminaría, tras la victoria, en un Imperio que se asentaba sobre tres pilares: Macedonia, Siria (que abarcaba hasta el Irán y el Indo) y Egipto. Con sus éxitos, Alejandro Magno parecía demostrar que el marco estrecho de las polis era insuficiente; sólo se podía crear un poderoso Estado uniendo las fuerzas de las polis.

    A la hora de su muerte se desmembró este gran Imperio, iniciándose un proceso de fragmentación que será frenado por la conquista y unificación romana a mediados del siglo II a. de C. Con la desmembración se consolidaron tras grandes Estados helenísticos, regidos por monarcas absolutos: Egipto, Macedonia y Siria. Egipto y Siria se convirtieron en fuerte foco de atracción para los griegos, acuciados por graves problemas económicos y demográficos, originándose una intensa emigración favorecida por los reyes helenísticos, cuyo ejército y administración se apoyaban en mercenarios y funcionarios griegos, impulsando a la vez la creación de colomas pobladas por helenos, dándoles toda clase de facilidades: ciudades nuevas amuralladas, lotes de tierra, etcétera. Pronto surgieron prósperos emporios que, beneficiándose de la mano de obra esclava e indígena sumamente barata, desarrollaron un activo comercio y una floreciente industria: Alejandría, Antioquía, Pérgamo, son ejemplos claros. La riqueza proporcionada por la actividad de los talleres - cerámica, vidrio, bronce, tejidos finos - y el intenso comercio que abarcaba desde Cartago hasta la India, creó una rica burguesía que impulsó en las nuevas ciudades la vida y cultura helena.

Fuente: Enciclopedia Lafer

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