Los orígenes de la cultura
El hombre, en su evolución, desarrolló cientos de culturas,
prácticamente en todos los confines de la Tierra. Dichas
culturas, en creciente interrelación, estuvieron aisladas en el pasado, cuando
aparecieron formas de vida diferentes. Las diferencias culturales y de los
idiomas asociados con ellas proceden, por tanto, del aislamiento; las
similitudes, de las migraciones y los contactos.
La cultura es la característica que ha hecho posible que las
comunidades humanas ocupen cada medio habitable en la Tierra. La cultura es
el patrón de conducta y actividad que distinguen a los humanos del resto de los
animales. Ningún otro animal tiene una cultura. Primero, el hombre moderno
utiliza un grupo de herramientas compuestas por implementos hechos a partir de
un patrón estándar que se extiende de un lugar a otro. Segundo, el hombre
guarda información acerca de la sociedad, la tecnología y el medio en un
lenguaje simbólico que no puede compararse con el "lenguaje" de
ningún otro animal.
Sólo los humanos crean fonemas estándares para comunicar
ideas abstractas. El lenguaje es una especie de tecnología que permite
registrar las ideas y las técnicas de supervivencia.
La cultura del hombre primitivo, de cazadores y
recolectores, se denomina Paleolítico o cultura de la Vieja Edad de Piedra,
ella se desarrolló hace unos 400 000 años y se extendió hasta hace unos 10 000
años. El período de la
Nueva Edad de Piedra se sitúa entre los 10 000 y 3 500 atrás.
Es precisamente en este período, hace unos 6 000 años, cuando se produjo la
llamada revolución agrícola. Dicha revolución, permitió el asentamiento de las
comunidades humanas y estimuló la confección de herramientas de
piedra para facilitar el trabajo de la tierra. Los primeros
pueblos agrícolas de Egipto datan del quinto milenio a.n.e. Hacia el 6 000 a .n.e., en Jericó,
existía una ciudad agrícola. Estas ciudades eran completamente agrícolas y sus
habitantes desconocían la alfarería, por tanto, sus posibilidades para
conservar y cocinar sus productos eran muy limitadas.
En comparación con las comunidades de cazadores y
recolectores, las agrícolas no requerían de todos sus habitantes para la
producción de alimentos. Durante las temporadas de siembra y de cosecha, casi
todos estaban en los campos, pero la mayor parte del año una buena parte de la
población podía dedicarse a otras actividades. Así, algunos se especializaron
en la confección de herramientas y la construcción de casas. La revolución
agrícola produjo, como consecuencia, una revolución en la tecnología y las
artes. La nueva sociedad produjo una amplia variedad de construcciones,
implementos y mercancías. Muchos aldeanos se dedicaron a un comercio activo.
El trabajo con metales no comenzó a desarrollarse hasta el
año 3 100 a .n.e.
en el Cáucaso. Hacia el año 2
500 a .n.e. comenzó la domesticación del caballo en el
Asia Central. La primera mención del hierro se produjo en el año 521 a .n.e. en el este de
Asia. Su generalización como tecnología común para el trabajo agrícola demoró
siglos y, en algunos casos, milenios.
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Fuente: Apuntes para una historia universal
Lic. Rubén Cañedo Andalia,1 Lic. Caridad Karell Marí2
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