La Rabia. Miedo y superstición

 La Rabia. Miedo y superstición

La rabia es una enfermedad siempre mortal que ataca el sistema nervioso y provoca encefalítis en los mamíferos. En los animales, existe una forma paralítica de los roedores y una forma furiosa en los carnívoros. El cuadro clínico de la rabia en los humanos es espantoso: Empieza con un dolor, una especie de angustia, en la zona de la mordedura. Luego, el virus va escalando por el sistema nervioso en dirección al  cerebro. Empiezan las fiebres, el malestar, la garganta se inflama y se paraliza.

Finalmente, el virus llega al cerebro y provoca una encefalitis. Entonces es cuando se desarrollan la parálisis, los dolores y la agresividad. Esta agresividad, la necesidad de morder, no es otra cosa que el medio que utiliza el virus para buscar nuevas víctimas, ya que se transmite por la saliva. Después de aparecer los primeros síntomas, la muerte ya es inevitable

La rabia es una enfermedad muy vieja, tal vez tan vieja como la propia humanidad.

Tres mil años antes de Jesucristo ya se encuentra el origen de la palabra "rabia" en la lengua sánscrita, donde "Rabhas" significa "agredir". La palabra griega "lyssa" viene de la raíz "lud": "violento". La primera descripción de la enfermedad se remonta al siglo XXIII antes de Jesucristo, en el Código Eshuma en Babilonia. Desde la antigüedad ya se había establecido la relación entre la rabia humana y la rabia debida a mordeduras de los animales (especialmente perros).

Girolamo Fracastoro, sabio italiano nacido en Verona, describió la enfermedad (que había podido observar en numerosos pacientes) y sus modos de contaminación, y esto en 1530, es decir ¡350 años antes de Luis Pasteur!

Durante el siglo XIX la rabia canina o rabia de la calle es por dondequiera un verdadero flagelo, particularmente en Europa. El miedo a la rabia, debido a su modo de contaminación y a la ausencia de tratamiento eficaz, se había vuelto irracional. Las personas mordidas por un perro sospechoso de rabia se suicidaban o eran sacrificadas.

Hasta un caluroso día de verano de 1885, ser mordido por un perro rabioso significaba por tanto morir a manos de una de las enfermedades más temidas por la humanidad desde tiempos remotos: la rabia. Ese 7 de julio llegaba a las puertas del laboratorio de Luis Pasteur el pequeño Joseph Meister, de nueve años. El día anterior había sido mordido por un perro rabioso en las manos, piernas y muslos. Desde 1880 era público y notorio que Pasteur estaba buscando una vacuna antirrábica, pero hasta entonces todos los experimentos se habían realizado en animales. La naturaleza de las heridas y la absoluta convicción de que el pequeño Meister acabaría contrayendo la rabia precipitaron la experimentación de la vacuna en humanos. Durante nueve días se inocularon cantidades crecientes de virus. Joseph Meister no presentó ningún síntoma y pudo regresar sano a su hogar de Alsacia. Llegó a ser portero del Instituto Pasteur y en 1940, cincuenta y cinco años después del accidente que le hizo pasar a los anales de la historia de la medicina, se suicidó para evitar ser obligado a abrir la cripta donde estaba enterrado su salvador a los invasores alemanes. Se abría así una nueva página en el desarrollo de la medicina: fracasaba el humoralismo y comenzaba la era de la microbiología.

Pero la lucha contra la rabia tenía muchos siglos de antigüedad, a lo largo de los cuales fueron numerosos los métodos empleados. Frente a la impotencia de médicos, cirujanos y boticarios, representantes oficiales de la medicina tradicional, encontramos en la historia a los saludadores o dadores de salud, modelo de curandero-hechicero español que no se ha encontrado en otros países europeos, y cuya actividad principal era la curación de la rabia. Las primeras noticias sobre saludadores aparecen en los tratados anti-supersticiosos del franciscano fray Martín de Castañega (Tratado de supersticiones y hechicerías, 1529) y del catedrático de filosofía Pedro Ciruelo (Reprobación de supersticiones y hechicerías, 1556).

De extracción humilde, en la mayoría de los casos, un saludador recibía sus poderes sobrenaturales desde el mismo momento de su concepción. Para nacer con la gracia de poder curar la rabia, un individuo debía ser el séptimo hijo de una familia compuesta exclusivamente por varones, nacer en la noche de Navidad o de Viernes Santo y poseer una cruz en la bóveda palatina, lo que confería a su saliva poder terapéutico. Atribuían sus poderes curativos a Santa Quiteria, virgen y mártir gallega del siglo I. Hija de un gobernador romano y fruto más joven de un solo parto de nueve niñas, huyó de su casa para evitar ser desposada, pues quería mantener intacta su virginidad. El padre la hizo perseguir por el hombre que había sido destinado como su esposo quien, una vez la alcanzó, mandó decapitarla en la toledana localidad de Marjaliza. Pero aún decapitada, con su cabeza bajo el brazo, la santa caminó hasta el lugar que ella misma había elegido para su tumba. Desde el siglo II fue venerada como protectora de la rabia, pues se decía que infundía serenidad y dulzura a los atacados por esta enfermedad y en muchas regiones se tomó como costumbre lanzar a los perros rabiosos pan empapado en el aceite de una lámpara que ardiese ante su imagen.

La Iglesia, que contemplaba estas prácticas como eregías tenía su propio ritual para curar la rabia, que consistía en llevar a la persona rabiosa ante el sacerdote el cual, vestido con sobrepelliz y estola y pertrechado con una cruz y agua bendita, la conjuraba con gran devoción, tras lo cual cogía un poco de aceite de una lámpara que ardiese ante el Santísimo Sacramento y hacía una cruz en la mordedura.

Seguidamente recitaba otro conjuro y tomaba un poco de pan y sal. Conjuraba de nuevo, seguido de tres cruces sobre el pan y la sal hechas con un cuchillo y tres cruces sobre el pan con el aceite. Finalmente recitaba un último conjuro y rociaba al enfermo con agua bendita.

Pese a los procesos inquisitoriales contra los saludadores, hay constancia de su existencia hasta principios del siglo XX Lo cierto es que la última víctima de la enfermedad en España fue un médico mordido por su propio perro en 1975. Gracias a la vacuna, desde entonces no ha habido más muertes humanas en nuestro país. La rabia endémica desapareció de España en los años sesenta a raíz del comienzo del control y vacunación obligatorios para todos los perros, pero no sólo estos son un factor de riesgo.

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Fiebre amarilla - El terror tropical

 





Fiebre amarilla. El terror tropical

La primera epidemia de fiebre amarilla sufrida por los europeos no tuvo lugar en Europa sino en América, más concretamente en la Española (hoy Santo Domingo), en el año 1494, propagándose la enfermedad hasta la propia población indígena y continuado su acción mortífera hasta el año 1496, cebándose sobre todo en los individuos que en condiciones de mayor receptividad aportaban las nuevas expediciones.

Si se acepta que los indios americanos no tenían inmunidad natural contra la fiebre amarilla y que dicha enfermedad era desconocida por los europeos antes de su llegada a América, es muy probable que hubiese focos endémicos de fiebre amarilla a este lado del Atlántico antes del descubrimiento, allí donde había condiciones climáticas apropiadas para el desarrollo del mosquito de la fiebre amarilla que le permitieran desempeñar sus funciones de transmisor de la enfermedad.

Como puede colegirse de las crónicas de de Las Casas, Oviedo y Herrera, tales focos endémicos efectivamente se encontraban en la Isla de Santo Domingo (Española), en las costas de Venezuela (Nueva Andalucía) y Colombia (Castilla de Oro) desde antes que los españoles recién llegados se establecieran en dichos lugares.

Por regla general, se producía un brote de la enfermedad con toda su fuerza en los meses del verano y tras un adormecimiento en la estación mas fresca se volvía a producir otro brote en el verano siguiente, hasta que todos los recién llegados hubieran sufrido un ataque quedando en adelante inmunes contra la enfermedad.

El dato más importante que se ha encontrado para relacionar las epidemias precolombinas que sufrían los aborígenes con las que después atacaban a los invasores españoles se encontró en las crónicas de Herrera, que fueron publicados en 1599, o sea, 8 años después de la conquista de México.

Pero la fiebre amarilla se extendió principalmente durante el siglo XIX. En la guerra de 1898 estadounidenses, mambises y españoles sufrieron en Cuba por igual esta plaga que causó muchas más muertes en sus respectivas filas que las balas enemigas. (13.313 militares españoles fallecieron directamente a causa de la fiebre frente a 2.159 que lo hicieron en batalla o por heridas de guerra). Al término de la contienda, que tuvo como resultado la perdida de las últimas colonicas españolas de ultramar, el gobierno estadounidense se interesó por sanear la Isla y envió a La Habana una comisión médica presidida por el comandante Walter Reed, quien investigaría sobre la enfermedad. Luego de intensos esfuerzos sin resultado alguno, el doctor Carlos J. Finlay, que el 14 de Agosto de 1881, ya había emitió su tesis de que la fiebre se transmitía por un mosquito les puso al corriente de sus investigaciones. En la rigurosa investigación posterior dos doctores de la comisión estadounidense,. Carroll y Lazear contrajeron la enfermedad. El primero se recuperó pero Lazear murió.

Probada, mas allá de toda duda, la tesis del Dr.Finlay, el gobierno militar inicio una de las mas efectivas obras de erradicación de una peste, dirigida por el Major Dr. Gorgas, de tal manera fue efectiva que por primera ves en varios siglos no se registro un nuevo caso de la fiebre a partir de Octubre de 1901.

Toda la América se beneficio de la tesis Finlay, y los médicos americanos descubrieron los virus, aunque en ese momento no lo comprendieron. El virus no fue aislado en forma independiente hasta 1927 por dos equipos, la Fundación Rockefeller que trabajaba en Nigeria, y el Instituto Pasteur en Senegal, que aisló la cepa francesa.

Luego se distribuyó a varios grupos de investigación.

En 1930, Max Theiler demostró que los ratones eran susceptibles a la inoculación intracerebral del virus de la fiebre amarilla. Siguiendo el ejemplo de Pasteur con la rabia, comenzó a atenuar la cepa francesa por pasajes secuenciales del virus en cerebros de ratón. El resultado fue una vacuna viva. La vacuna fue probada por primera vez en seres humanos en 1932 por Sellards (Universidad de Medicina de Harvard) y Jean Laigret (Instituto Pasteur, Senegal). En 1934, Mathis, Laigret y Durieux realizaron las primeras pruebas de campo con la vacuna. La cepa de la vacuna salvó muchas vidas, en especial en el África Occidental francesa, donde tuvo amplia aplicación.


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La civilización urbana italiana

 La civilización urbana italiana

Los cuatro rasgos que caracterizan a la civilización urbana italiana son:

- El individualismo

La economía comercial de Italia proporcionó riqueza líquida al pueblo, permitió que éste se trasladara de un lugar a otro con mayor facilidad que si su riqueza se ubicara en estados que tuvieran tierras. Las personas de talento que encontraban circunstancias políticas o sociales inadecuadas en una ciudad podían trasladarse a otra.

Muchos pintores y escultores eran miembros de distintos gremios, pero su movilidad y el número de sus clientes hicieron imposible a los gremios regular su trabajo. Los letrados también encontraron patrocinio en las familias aristocráticas o en las nuevas familias ricas - como secretarios y maestros de los niños de la casa- por lo que pudieron ejercer sus profesiones sin nombramientos de la universidad.

El conservadurismo intelectual de las universidades tuvo poco efecto en el saber de los humanistas italianos, quienes pudieron proseguir con sus obstaculizados intereses individuales. El ansia de las principales familias por apoyar a los artistas y a los escritores aumentó su habilidad para desarrollar sus propios estilos e intereses mediante la obtención de subsidios de muchos clientes.

En general, la descentralización del patrocinio y el gusto de instituciones como la Iglesia y las universidades, crearon una atmósfera en la cual floreció el individualismo.

- El laicismo

El segundo rasgo de la nueva civilización urbana en Italia fue su predominante matiz laico. Tuvo que ver con las cosas de este mundo - los negocios, la calidad y el diseño de las casas y las ropas, los alimentos y las bebidas y el disfrute del tiempo libre. Los escritores del Renacimiento reconocieron la primacía de los objetivos espirituales del hombre.

- El humanismo

El tercer rasgo de la sociedad urbana italiana fue su entusiasmo por la antigüedad clásica. El conocimiento de los clásicos fue un rasgo del linaje verdadero en un noble; así, los que se consagraron por entero al estudio de la literatura clásica - los humanistas- se consideraron con un alto honor. Los intelectuales medievales también se habían entusiasmado por la antigua literatura latina, pero éstos consideraron al estudio de las obras clásicas como la base para la comprensión de las sagradas escrituras y los patriarcas de la Iglesia. Los humanistas del Renacimiento exaltaron a los clásicos. Los humanistas buscaron en las antiguas bibliotecas de los monasterios las copias de los textos literarios clásicos y encontraron los espléndidos libros de la era carolingia. Ellos tomaron estos libros como copias auténticas, antiguas y revivieron la escritura con la que fueron copiados.

Estos hombres lograron el éxito por sus propios esfuerzos y vendían su sabiduría en un buen mercado.

El entusiasmo por los clásicos aumentó después de 1395, cuando el avance de los turcos- otomanos en Asia Menor obligó a los letrados de Constantinopla a huir hacia el occidente. En Italia, estos hombres encontraron estudiantes interesados en la lengua y la literatura griegas. Hacia finales del siglo XV, unos pocos italianos estaban estudiando hebreo y árabe.

Los humanistas iniciaron una revolución en la teoría y la práctica educacionales. La principal tradición educacional de la Edad Media se formó en la instrucción de clérigos y monjes. Los patrones intelectuales de las profesiones clericales fueron altos, pero la extensión de los temas estudiados por sus estudiantes, fueron de naturaleza limitada y especialmente eclesiástica.

Sin embargo, existieron otras escuelas elementales en Italia, en las que se instruían los futuros hombres de negocio. En ellas se enseñaba a leer, a escribir y aritmética, no las siete artes liberales que habían constituido el plan de estudios básico de las escuelas eclesiásticas medievales desde el período carolingio.

A este programa de estudio, se añadía el aprendizaje de cortesía y la práctica de deportes, de manera que se recuperaba la antigua idea griega de mens sana in corpore sano ("mente sana en un cuerpo sano").


Fuente:  Apuntes para una historia universal 

Lic. Rubén Cañedo Andalia,1 Lic. Caridad Karell Marí2


LAS PRIMERAS EPIDEMIAS DE LA HISTORIA Escorbuto. La peste de las naos

La peste de las Naos: el escorbuto. |

LAS PRIMERAS EPIDEMIAS DE LA HISTORIA 

Escorbuto. La peste de las naos
El escorbuto, observado por primera vez por Plinio al hablar de los soldados de Germánico en Flandes y más tarde por Estrabón en los ejércitos de Galio en Arabia, es una enfermedad endémica que en la edad media era corriente en los países del norte de Europa de donde viene su nombre; en efecto Olao Magno refiere que aparecía con cierta frecuencia en las plazas sitiadas y la llama
scorbok y que su significado es úlceras en la boca y que en alemán Schürte significa arañar y escoriar.
Pero su triste y temida fama le vino al cólera por ser una de las enfermedades sufrida con frecuencia en las travesías oceánicas. El escorbuto acompañó a los portugueses, españoles e ingleses durante siglos en sus viajes. Esta enfermedad era una incógnita para todos en esas épocas como veremos a continuación.
En 1.498 Vasco de Gama en su viaje relata que una extraña enfermedad afectó a la mitad de sus hombres de los cuales 54 murieron después de grandes sufrimientos, a esta enfermedad la llamaron la peste de las naos, los portugueses la llamaban mal de Loanda y los ingleses peste del mar. Nadie se salvaba de ella, Magallanes la sufrió en su vuelta al mundo. La primera vez que se habla de los síntomas fue en el segundo viaje de Vizcaíno al cabo Mendocino y su tratamiento mediante xocohuitztles: "una frutilla con hechuras de nueces de ciprés y carne como una tuna blanca".
El misterio de esta enfermedad en aquella época se refleja en los comentarios de los estudiosos como Eugaleno que en 1.607 escribía: "un mal tan irregular que constituye la más complicada enfermedad, azote de la justicia divina contra los pecados de los hombres, consecuencia del influjo del demonio", otros decían que se debía "al desánimo e inacción de los hombres en las navegaciones largas" y otros que se debía a "miasmas que emanan de diversos lugares, a través de podredumbres y focos de putrefacción", pero la más compartida era la observada por Jacob Lind en 1.757 que la achacaba a "la
diferencia de había entre los ranchos mal ventilados de la marinería en comparación con los camarotes más desahogados de los oficiales" y fieles a este principio en 1.740 la escuadra de lord Anson sufrió unas terribles pérdidas por el escorbuto y para poner remedio ordenó que se practicaran seis taladros en cada buque para que se ventilasen y un aseo general a base de vinagre. Cuando fondearon en Santa Catalina los médico indicaron que las causas fueron el "no haber cuidado la purificación de la atmósfera de los barcos por lo que, la carga de las exalaciones de los cuerpos se convertía en una masa azótica de naturaleza debilitante".
Los que verdaderamente se dieron cuenta del origen de la enfermedad, sin que sirviera de mucho en su momento, fueron Juan Federico Beachstrom que en el sitio de Thorn en 1.743 observó que tras una epidemia de escorbuto, que produjo más de 5.000 víctimas, esta desapareció al rendirse la plaza por lo que dedujo que era por la falta de fruta y verduras frescas, que era lo único que escaseaba en la ciudad.
También John Pringle en 1.763 llegó a la misma conclusión tras observar el campo de prisioneros franceses de Sisinghusrt-Castle en el condado de Kent.
Lo cierto es que el escorbuto fue tratado como una enfermedad contagiosa durante dos siglos y medio y se atajaba con remedios tan peregrinos como el comer luciérnagas, café concentrado (en Hamburgo se abrió el primer café público gracias esta creencia), comer culantrillo, algunos tipos de helechos, aire fijo (lo que hoy llamamos soda). Algunos de ellos contenía pequeñas cantidades de vitamin
Que distinto habría sido el descubrimiento de nuevos territorios si se hubiera conocido a fondo la importancia de la alimentación y la necesidad de una dieta equilibrada, si hubieran existido estudiosos de la dietética y conservadores de alimentos, verdaderos cocineros científicos, ¿cuantas muertes se habrían evitado?, cuanto sufrimiento innecesario se hubieran evitados aquellos pobres hombres si en lugar de manipuladores de alimentos hubieran existido auténticos cocineros.
Fue el médico inglés Jacob Lind el que introdujo el jugo de limón, preservado para evitar su descomposición, en la marina inglesa, en 1.777 y ya en 1.789 era obligatorio en todos los barcos del rey, pese a ello, era motivo de burla por los marinos de otros países que les pusieron el mote de 'limely' o bebedores de limón, éste se tomaba concentrado y con una pequeña cantidad de aguardiente. La conservación del limón era difícil para lo cual se dictó la siguiente receta: "Colóquese en una cazuela de barro nueva y bien vidriosa el jugo de los limones, bien amarillos, poniéndolos al baño María, con fuego claro, que haga hervir al líquido, manteniéndolo en este grado de calor hasta que el jugo adquiera la consistencia de jarabe, dejándolo enfriar y embotellándolo". Según Lind sus propiedades se mantenían por 4 años, lo cual dudamos hoy día.
Casi al mismo tiempo, una vez que se sabían las causas, un tal Mac Bride recomendaba la cerveza escorbútica, más conocida como 'drech' y que se elaboraba de la siguiente forma: se humedecía cebada hasta que se hinche y germine haciéndola secar entre dos lienzos y posteriormente se tuesta, se muele y se guarda en botes de lata, para tomarla posteriormente diluida o en infusión. Estos dos métodos antiescorbúticos fueron los que salvaron la expedición del capitán James Cook en 1.755 y la tantos otros menos famosos.
Desde ese momento las marinas de todos los países tomaron buena nota y cada uno utilizó métodos parecidos para evitar la terrible enfermedad producida por la carencia de vitamina C y como ejemplo exponemos los remedios de algunas de ellas: En España tomaban quina con patata, los alemanes y escandinavos coles ácidas deshidratadas y en pastillas, en Finlandia, Suecia y Canadá jarabe de hojas de pino cocidas, los rusos tortas de harina de centeno, etc.

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Pandemias en la historia - La Lepra. "Sepultados en vida"

Datos que debes conocer sobre la lepra | Querétaro

Pandemias en la historia -La Lepra. "Sepultados en vida"
Las descripciones más antiguas de la lepra corresponden al texto indio del siglo VI a.C., el Sushuruta Samhita y a un documento chino del siglo V a.C. En los Tratados hipocráticos, siglo V a.C., no se encuentra descripción de esta enfermedad.
Las evidencias esqueléticas más antiguas corresponden a 4 cráneos del periodo ptolemáico egipcio, hallados por Dzierzykray-Rogalski, en 1980, en el oasis de Dakhleh, al occidente de Egipto.
El cirujano chino Hua T’o hizo una descripción inequívoca de esta enfermedad alrededor del año 150 d.C., mientras por la misma época el médico griego Areteo de Capadocia escribió de la elefantiasis refiriéndose a la facies leonina de la lepra lepromatosa.
Se sabe que en la cuarta centuria después de Cristo se construyeron hospitales para leprosos en Capadocia y algunos lugares de Europa, y, que el emperador Constantino padeció esta enfermedad. A España habría llegado con fenicios, romanos y árabes, asentándose en cuatro focos: Galicia, Levante-Centro, Andalucía y Canarias. El retorno de los cruzados a Europa hizo que esta enfermedad se propagara en todo el continente europeo.
En el período tardo medioeval europeo existieron 19.000 leprocomios. Aunque en muchos de ellos se asilaron personas con enfermedades diferentes a lo que hoy conocemos como lepra, los estudios realizados por Moller-Christensen en los cementerios de los leprosorios daneses, señalaron que el 70% de los casos sí fueron de lepra.
Lo cierto es que a los leprosos de aquella época se les "enterraba" en vida, apartados de la comunidad, condenados a avisar de su presencia con una campanilla. Su única compañía era la de otros enfermos; su única ayuda, la de los religiosos, que entonces no podían ofrecerles más que consuelo espiritual
El despoblamiento de las leproserías europeas a partir del siglo XIV parece que se debió la suma de una alta mortalidad entre ellas por la peste y por cada ez una mayor infección tuberculososa entre los habitantes de ese continente en la medida que aumentó el número de ciudades. Al mejorar las facilidades de vestido contra el frío entre los habitantes se impidió al bacilo de Hansen encontrar una vía diferente a la aerógena.
En 1856, en Noruega se detectaron 2858 casos, lo que representaba dos enfermos por cada mil habitantes. Así como la lepra llegó con los europeos y africanos a América a partir del siglo XVI y XVII, ella llegó a las islas de Oceanía en el siglo XIX, con los chinos, conducidos por los europeos, La lepra se documentó por primera vez en Hawai en 1823 y en Australia en 1908
En 1873 Gerhard Amauer Hansen, un médico noruego, identifica al agente etiológico, el Mycobacterium leprae.
La primera conferencia internacional sobre lepra se realiza en Berlín en 1897, presidida por Virchow. En ella se confirma la etiología descripta por Hansen y se recomienda el aislamiento del paciente.
Debe advertirse que en los países escandinavos donde A. Hansen describió al bacilo de la lepra desapareció al cabo de algunos años de aislamiento de los enfermos, pero esto se acompañó de una
profunda mejoría de las condiciones de vida. Prácticamente no hubo más casos de lepra antes de las sulfonas en todo el norte de Europa. El aislamiento era además una medida asociada al control de otras enfermedades infecciosas en el contexto de la época.
Para muchas infecciones más o menos agudas se practicaba por ejemplo la cuarentena.
Por otra parte, en todos los tiempos existió la preocupación de proteger del contagio al resto de la población.
Esta enfermedad tenía el potencial de causar discapacidades severas, era, en general, visible exteriormente y además arrastraba un prejuicio sostenido desde la Biblia pasando por Hamlet, de Shakespeare, Las Flores del Mal de Baudelaire y hasta novelas populares como La Impura de Guy des Cars, Trópico de Cáncer de Henry Miller, La Familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela y tantos otros. En ellos las menciones a la lepra como algo horrendo, como lo terrible, como castigo, como causa de rechazo, contribuyeron a ir delineando un prejuicio.
No existía ningún tratamiento efectivo hasta la aparición de las sulfonas.
En América la lepra penetra después de la conquista, con la inmigración procedente de países donde aún se mantenía en forma endémica.
En el Virreinato del Río de la Plata empieza a ser reconocida como problema de salud pública hacia fines del siglo XVIII. Se cree que los primeros cuatro pacientes de lepra conocidos en Argentina fueron estudiados en Santa Fe en 1792 por el protomédico Manuel Rodríguez. A mediados del siglo siguiente la enfermedad aparece como un problema mayor. En 1882 se crea la casa de aislamiento en Capital Federal, el actual hospital Muñiz. Años más tarde se crean otros similares en Rosario, Córdoba y otras ciudades del interior del país.
En 1942 el Dr. Faget en el sanatorio Carville, Lousiana, USA, descubre la acción
beneficiosa de las sulfonas. Este hallazgo revolucionaría el tratamiento de la lepra.
Pero la lepra siguió siendo una enfermedad bastante frecuenteen en el primer tercio
del siglo XX, aunque luego entró en progresivo declive. En 1995 se tenían registrados
406 casos; en 1998 se reconocían 186, y actualmente no se detectan al año más de
una docena de casos nuevos, de manera que no supone ya un problema alarmante y
se la considera en fase de pre-erradicación.

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Breve Historia del Papel - El papel en América

La historia del papel - Viva el Cole


Breve Historia del Papel

El papel en América
La producción de papel fue introducido por primera vez hacia el interior de las Américas, por los españoles, cerca de la ciudad de México alrededor de 1580. Antes de la llegada de los españoles el papel fue usado como sustancia por los Mayas y Aztecas . De forma semejante los hawaianos producían papel suave, lo sacaban de la corteza de los árboles de higo o mora. Esta técnica aún es usada por los indigenas del sureste de México. Sin embargo las sustancias puras no se clasificaban como papel.
En primer taller de papel en Norte América, se estableció en Pennsylvania, en el Wissahickon Creek cerca de Germantown por William Rittenhause. En poco tiempo otros talleres se establecieron. Como el taller de Ivy, por Thomas Willcox, quien motivo a otros productores de papel, y fue distinguido por producir papel para impresos y actividades publicitarias de Benjamín Franklin.
Posteriormente en el siglo XVIII y XIX, con la tecnología de imprención se desarrolla un incremento en la alfabetización, simultaneamente los fabricantes de papel mejoraron sus mecanismos de produción de papel. La primera maquina para elaborar papel fue inventada por el frances, Nicholas Louis Robert, un empleado del taller Didot en Francia.
El cuñado de Roberts, John Gemble, saco una patente británica en 1801, la cual fue desarrollada y financiada en Inglaterra por Hery y Seale Fourdrinier, con la ayuda del joven maquinista llamado Brian Donking, quien construyo self acting y automatizo la maquina en Hertfordshire, en 1803, la efectividad de ésta creo una sensación.
El principio básico de de la maquina Fourdrinier, es suspender la pulpa de papel en agua, que es derramada con un movimiento horizontal, las vibraciones de lado a lado causaban que las fibras se intercalaran una con otra. En ese momento esto fue conocido como Dandy, el cual presiona mayormente el agua, al mismo tiempo que imprime las marcas de agua o lineas extendidas, sobre la pulpa del papel. Después, esto es transportado a cilindros calientes y secos para que al final del poroceso se devanara en un largo rollo perfectamente seco. La major producción mundial del papel, es elaborado al estilo de la maquina Fourdrinier.
Otro tipo de maquina para fabricar papel que apareció en este tiempo, fue un maquina con molde cilíndrico. Que comienza con un movimiento lento, este proceso es capaz de producir papel similar en apariencia y sentirse como papel hecho a mano mano. Sin embargo en Inglaterra, un número de individuos estaban trabajando independientemente en una maquina de este tipo, uno de ellos fue John Dickenson, quien produjo la primera maquina comercial en 1809.

Fuente:  Breve Historia del Papel
i Silvie Turner. "Appendices. A Short History of Papermaking." Which Paper?. Ed.
Design Press. New York: 1991. 114-116.

Cólera. La pestilencia en el agua

El cólera y los bulos: desinformación antes del coronavirus

LAS PRIMERAS EPIDEMIAS DE LA HISTORIA
Cólera. La pestilencia en el agua
Cuando el cólera asiático invadió Europa en 1830, alguien propuso la teoría de que el corazón se comprimía por una fuerza centrípeta y que se debía disminuir su esfuerzo mediante la sangría. Así pues a las víctimas del cólera se sumaron los enfermos que morían desangrados.
La causa del cólera fue determinada con seguridad en 1854 por el Dr. John Snow . En Londres el cólera parecía especialmente mortífico (en 17 años causó más de 30.000 muertes) John Snow sospechaba ya en 1943, cuando comenzó la primera pandemia, del agua contaminada, pero necesitaba pruebas concluyentes. Parecía una tarea imposible: las muertes producto del la plaga ocurrían en toda la ciudad, sin conexión aparente. En 17 años fallecieron en Londres 30.000 personas a causa del Cólera. En 1854, brotó una nueva epidemia y el Dr.Snow finalmente tuvo el entorno necesario para probar qué estaba causando la enfermedad.
Poco antes de la epidemia de 1854, uno de los proveedores de agua de Londres transfirió la toma que tenía en el río Támesis a un punto ubicado aguas arriba de la ciudad, donde el agua era notoriamente más limpia. Por casualidad, este hecho creó un grupo de pruebas de control; el Dr. Snow podía ahora llevar a cabo un estudio comparativo. Él no se sorprendió cuando ninguno de los residentes abastecidos por la nueva fuente sufrió de cólera. Con perseverancia, el doctor fue eliminando todas las fuentes posibles hasta que encontró un denominador común entre todas las muertes de cólera: el pozo de Broad Street. Cuando se abrió la tapa de dicho pozo, se encontró que el agua estaba contaminada y el caso quedó cerrado. El alcalde de la ciudad, Joseph Bazalzette decidió entonces la construcción de un adecuado sistema de alcantarillado, inaugurado en 1865. A partir de ese instante, disminuyeron los casos de Cólera en la capital inglesa.
La primera invasión del cólera en España, que ocasionó 102.500 muertos se produjo en 1843. La segunda fue en 1854 y produjo 200.000. En esta segunda plaga y para evitar en lo posible que la
enfermedad se propagara se crearon en los pueblos cuadrillas que recorrían las calles para recoger los cadáveres nada más morir, pero las familias intentaban ocultar durante días los fallecimientos ante la duda de que enterrasen a alguien sin estar muerto, rumor que en todos los pueblos tenía algún precedente verídico. Al principio les decían una misa antes de enterrarlos pero, eran tantos los que morían, que algunas veces salía el párroco a la puerta de la iglesia y echaba la bendición a los cadáveres que acumulaban en la plaza. En muchos cementerios se mantenían abiertas fosas "familiares" a la espera de nuevos fallecimientos entre los parientes cercanos para taparlas cuando quedaban llenas.
En América en primer brote se detectó en Cartagena de Indias en 1849. Cierto día en que murieron unos pescadores que la jornada anterior estaban mar adentro, se desató supuestamente la epidemia del cólera. En el mercado público cayeron otras personas. Más tarde se daría el diagnóstico
medico: "cólera morbo". La peste se diseminó por toda la ciudad y los fallecimientos masivos obligaron a la autoridades a cavar una fosa común enorme en el Cementerio de Manga. En la desesperación, cada tanto tiempo se disparaban cañonazos para supuestamente purificar el aire con el
humo de pólvora, mas esto no hacía sino asustar a los vecinos. Las autoridades tomaron medidas encaminadas a asistir a los más afectados, en su mayoría gente humilde, de escasos recursos. Un espíritu de solidaridad se sintió entre todos, pobres y ricos, puesto que la epidemia atacaba sin discriminación. Luego de cinco semanas, la peste fue disminuyendo su expansión, hasta desaparecer; pero se desplazaría con su carga de muerte a las poblaciones ribereñas del río Magdalena. Se dice que en Cartagena aproximadamente la tercera parte de la población murió.
Durante la primera mitad del siglo XX la enfermedad estuvo confinada en gran medida al Asia, excepto en 1947, en que ocurrió una epidemia grave en Egipto. Desde 1961 la enfermedad se ha propagado de Indonesia, a través de casi toda Asia, a la zona oriental de Europa y Africa, y del norte de Africa a la Península Ibérica y, en 1973, a Italia. En 1977 y 1978 hubo pequeños brotes en el Japón, y por primera vez apareció el cólera en el Pacífico meridional. La enfermedad ha persistido en Africa, donde 13 países han notificado la enfermedad en 1983. En Asia, 11 países notificaron la presencia de cólera, y el biotipo clásico predominó en Bangladesh; en 1982 y 1983 hubo grandes brotes en las islas Truk. Excepto 2 casos adquiridos en el laboratorio, no ha habido cólera autóctono en el hemisferio occidental entre 1911 y 1973, año en que ocurrió un caso en Texas (EUA), sin fuente conocida.

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