Fiebre amarilla - El terror tropical

 





Fiebre amarilla. El terror tropical

La primera epidemia de fiebre amarilla sufrida por los europeos no tuvo lugar en Europa sino en América, más concretamente en la Española (hoy Santo Domingo), en el año 1494, propagándose la enfermedad hasta la propia población indígena y continuado su acción mortífera hasta el año 1496, cebándose sobre todo en los individuos que en condiciones de mayor receptividad aportaban las nuevas expediciones.

Si se acepta que los indios americanos no tenían inmunidad natural contra la fiebre amarilla y que dicha enfermedad era desconocida por los europeos antes de su llegada a América, es muy probable que hubiese focos endémicos de fiebre amarilla a este lado del Atlántico antes del descubrimiento, allí donde había condiciones climáticas apropiadas para el desarrollo del mosquito de la fiebre amarilla que le permitieran desempeñar sus funciones de transmisor de la enfermedad.

Como puede colegirse de las crónicas de de Las Casas, Oviedo y Herrera, tales focos endémicos efectivamente se encontraban en la Isla de Santo Domingo (Española), en las costas de Venezuela (Nueva Andalucía) y Colombia (Castilla de Oro) desde antes que los españoles recién llegados se establecieran en dichos lugares.

Por regla general, se producía un brote de la enfermedad con toda su fuerza en los meses del verano y tras un adormecimiento en la estación mas fresca se volvía a producir otro brote en el verano siguiente, hasta que todos los recién llegados hubieran sufrido un ataque quedando en adelante inmunes contra la enfermedad.

El dato más importante que se ha encontrado para relacionar las epidemias precolombinas que sufrían los aborígenes con las que después atacaban a los invasores españoles se encontró en las crónicas de Herrera, que fueron publicados en 1599, o sea, 8 años después de la conquista de México.

Pero la fiebre amarilla se extendió principalmente durante el siglo XIX. En la guerra de 1898 estadounidenses, mambises y españoles sufrieron en Cuba por igual esta plaga que causó muchas más muertes en sus respectivas filas que las balas enemigas. (13.313 militares españoles fallecieron directamente a causa de la fiebre frente a 2.159 que lo hicieron en batalla o por heridas de guerra). Al término de la contienda, que tuvo como resultado la perdida de las últimas colonicas españolas de ultramar, el gobierno estadounidense se interesó por sanear la Isla y envió a La Habana una comisión médica presidida por el comandante Walter Reed, quien investigaría sobre la enfermedad. Luego de intensos esfuerzos sin resultado alguno, el doctor Carlos J. Finlay, que el 14 de Agosto de 1881, ya había emitió su tesis de que la fiebre se transmitía por un mosquito les puso al corriente de sus investigaciones. En la rigurosa investigación posterior dos doctores de la comisión estadounidense,. Carroll y Lazear contrajeron la enfermedad. El primero se recuperó pero Lazear murió.

Probada, mas allá de toda duda, la tesis del Dr.Finlay, el gobierno militar inicio una de las mas efectivas obras de erradicación de una peste, dirigida por el Major Dr. Gorgas, de tal manera fue efectiva que por primera ves en varios siglos no se registro un nuevo caso de la fiebre a partir de Octubre de 1901.

Toda la América se beneficio de la tesis Finlay, y los médicos americanos descubrieron los virus, aunque en ese momento no lo comprendieron. El virus no fue aislado en forma independiente hasta 1927 por dos equipos, la Fundación Rockefeller que trabajaba en Nigeria, y el Instituto Pasteur en Senegal, que aisló la cepa francesa.

Luego se distribuyó a varios grupos de investigación.

En 1930, Max Theiler demostró que los ratones eran susceptibles a la inoculación intracerebral del virus de la fiebre amarilla. Siguiendo el ejemplo de Pasteur con la rabia, comenzó a atenuar la cepa francesa por pasajes secuenciales del virus en cerebros de ratón. El resultado fue una vacuna viva. La vacuna fue probada por primera vez en seres humanos en 1932 por Sellards (Universidad de Medicina de Harvard) y Jean Laigret (Instituto Pasteur, Senegal). En 1934, Mathis, Laigret y Durieux realizaron las primeras pruebas de campo con la vacuna. La cepa de la vacuna salvó muchas vidas, en especial en el África Occidental francesa, donde tuvo amplia aplicación.


Fuente:  www.pdffactory.com

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