Continuación - La peste Negra-

Así afrontó el alcalde de Londres la peste negra en 1665 y cómo lo ...

Continuación - La peste Negra-
El hecho de que en Rusia, la peste negra hubiese ido precedida de diversas catástrofes (heladas, graves epidemias, sequías e inundaciones) haría que sus consecuencias se dejaran sentir con una virulencia excepcional.
Se pensaba entonces que los monjes mendicantes, los peregrinos, los soldados que regresaban a sus casas eran el vehículo para la introducción de las grandes epidemias de un país a otro. Esto pudo ser en parte cierto, pero sin duda el comercio fue más peligroso ya que los barcos llegaban a puerto y descargaban junto con las mercancías las ratas infectadas procedentes de países donde la enfermedad era endémica. Este fue sin duda el medio mayor de difusión.
Un dato al respecto es que desde 1300 hasta 1528, la población de Hungría pasó de dos millones de habitantes a mas de tres y medio. Ello se debió a que la peste no fue precedida por el hambre, a que el país no tenía puertos marítimos (lo que hacia mas difícil el contagio), y a que la población Húngara perteneciese al tipo de sangre "B" que es mas resistente que el "A".
A mediados de 1348, la peste Negra amenazó el reino de Castilla, donde, a consecuencia del contagio falleció el propio monarca Alfonso XI cuando se hallaba sitiando la plaza de Gibraltar.
Para hacer frente a los efectos devastadores en la economía y el orden social de la Peste en el reino de Castilla, Pedro I reunió cortes en Valladolid en el año de 1351, una de las consecuencias del retroceso demográfico fue como es natural, el aumento de los precios y las reivindicaciones salariales de los campesinos y menestrales. Ello obligó a la monarquía, en las referidas cortes, a fijar el precio de los jornales de los trabajadores del campo y los salarios de los menesterales.
Todo ello provocó la disminución de las rentas señoriales y la petición al monarca de excenciones tributarias. En un sentido paralelo, la disminución de ingresos impidió a amplios sectores de la burguesía urbana hacer frente a los prestamos que debían de integrar a los prestamistas judíos.
En Navarra, el descenso demográfico provocado por las pestes de 1348 y 1362 fue de 78%. Esta caída vertiginosa se agravó como consecuencia de los brotes epidémicos que se produjeron también en 1381, 1383, 1384, 1386, 1411, etc. y de las guerras con Castilla en el siglo XV.
En Portugal, el retroceso demográfico, hizo que los campesinos se dirigiesen en masa a la ciudad, atraídos por los puestos de trabajo que habían quedado libres, lo cual provocó en el campo una grave crisis de mano de obra y un total descalabro demográfico de las zonas rurales. La peste negra marca el fin de la época agraria, y el comienzo del predominio de la ciudad; por otra parte, toma un extraordinario incremento el proceso de liberación del trabajador rural.
Las graves consecuencias de la epidemia fueron: despoblamiento, que debilita la defensa de los territorios de la Corona; defunción de relevantes personalidades de la vida política; disminución de las rentas públicas; fallecimiento de notarios, juristas, religiosos, y médicos; es decir hombres que por su profesión mantenían estrecho contacto con los enfermos; ocupación ilegal de bienes que han quedado sin propietario; saqueo de fincas deshabitadas; abandono de las labores del campo y de albergues y tierras sin herederos; casas abandonadas que amenazan ruina; regulación de salarios; matanza de Judíos, a los que se acusó de haber provocado las epidemias, y disposiciones legales para protegerlos; acusaciones por motivos semejantes contra peregrinos; concesiones de dispensas para contraer nuevas nupcias, existencia de numerosas entidades de población desocupadas; arriendos de mansos con una notable reducción de censos, concesiones de privilegios con la finalidad de atraer
repobladores, legislación severa para obligar a concluir los contratos laborales establecidos con anterioridad a la peste y resistencia señorial al traslado de la población.
La despoblación fue mucho peor en el campo que en la ciudad, y sobre todo en las zonas montañosas. El éxodo hacia las grandes ciudades permitió a estas compensar las enormes pérdidas de población provocadas por una mayor facilidad en el contagio.
Aunque es muy difícil establecer índices convincentes para cifrar la disminución demográfica, algunos estudios monográficos como el llevado a cabo para la plana de Vich por Antoni Pladevall, permiten constatar que en algunas comarcas catalanas la mortandad fue de casi dos tercios de la población.
En síntesis, pues, la peste negra de 1347 – 1351, constituye una de las mayores catástrofes demográfica que registra la historia de la humanidad. Contribuyó de manera poderosa a desencadenar o agravar, la crisis económica y social que vivió Europa desde mediados del siglo XIV hasta fines de la centuria siguiente; y en algunas zonas como Cataluña configuró la estructura de las sociedades agrarias que con pocas alteraciones perdurara hasta tiempos muy recientes.
Entre 1646 y 1665 la muerte negra amenaza de nuevo. La tragedia se propaga nuevamente por toda Europa. Esta afección que había tenido su primer brote en 1347, era ya conocida en todo el mundo como la peste o (muerte) negra, debido a las manchas pardas y negras que aparecían a consecuencia de las hemorragias subcutáneas. La medicina de la edad media había fracasado contra esta enfermedad. En Montpellier, la mayoría de los médicos murieron a causa de ella. Sin embrago, en los numerosos textos que se publicaban hablando de la epidemia, se daban también consejos útiles para combatirla. La experiencia con la plaga desencadenó discusiones acerca de la dispersión de las enfermedades. Frente a la teoría imperante hasta entonces de que la peste se transmitía por la descomposición de ciertas sustancias (miasmas) en el aire y en la materia, cada vez adquiría mayor numero de partidarios la tesis de la transmisión por agentes patógenos especiales. Las medidas preventivas y terapéuticas, como el empleo de fuego, el ahumado, la sangría o las dietas, se demostraron ineficaces. Las ciudades intentaban proteger con medidas de política sanitaria, como las cuarentenas a los barcos ya no en los puertos, sino mar adentro.
Se especuló mucho sobre la causa del los brote. Al principio la peste negra era entendida como un castigo de Dios por los pecados de la humanidad, pero con el paso de tiempo se fueron buscando
causas más terrenales. Algunos creían que era responsable la corrupción del aire, con un invisible pero mortal miasma procedente del suelo y apuntaban que los recientes terremotos habían liberado
vapores insalubres desde las grandes profundidades. Pero las pestilencias eran comunes en la vida medieval y renacentista y las viviendas humildes totalmente insalubres. Los mataderos de los carniceros y las zanjas de desagüe —que siempre preocupaban a las autoridades— eran muy impopulares cuando amenazaba la peste. Los cuerpos en descomposición de las víctimas así como sus pertenencias y vestimentas eran temidos en especial. En las áreas urbanas pudientes, los magistrados desarrollaron formas de enfrentarse con la enfermedad, a pesar de la falta de conocimiento sobre sus verdaderas causas. Al igual que las normas para mejorar la higiene y el saneamiento, se ordenaron restricciones del movimiento de la gente y de las mercancías, el aislamiento de los infectados, o su retirada a hospitales periféricos (casas de apestados), enterramientos comunes (foso de pestosos) de las víctimas en cementerios extramuros sobrecargados y la quema de sus vestimentas. Como se creía que el aire infectado era nocivo, se utilizaban remedios populares como ramilletes de aromas dulces y la quema de especias e inciensos en los interiores. Ya
avanzada la edad moderna, tras la introducción de las hierbas procedentes de las indias exóticas del Nuevo Mundo, se pensó que el consumo de tabaco era efectivo.
Los médicos que afrontaban las epidemias de peste adoptaron en esta época vestidos especiales para protegerse del contagio. Llevaban ropas largas y se cubrían completamente la cabeza. En la nariz se colocaban una especia de pico de ave rellena de algodones empapados en substancias aromáticas para evitar el supuesto contagio por inhalación.
En España el nuevo brote comenzó en los puertos de Andalucía, atacó gravemente a Valencia ocasionando cerca de 30.000 muertos, por lo que el Conde de Oropesa mandó formar "un cordón impenetrable". En Barcelona se instalaron horcas en las mismas puertas. Y en Sevilla murieron más de 200.000 personas, quedando practicamente despoblada.
En 1665, en Londres, se produce la ultima epidemia debastadora. La epidemia llega a Mesina con las ratas, que son las transmisoras de la peste. En pocos días enferman los habitantes de la ciudad y de sus alrededores. A los seis meses, la mitad de la población ha muerto o ha huido para escapar del temible azote.

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Peste negra. - La gran epidemia


Peste negra. La gran epidemia
Conocemos con el nombre de Peste Negra, a la gran epidemia que desde 1347 a 1350 azotó a casi todo el continente europeo. A juzgar por la inflamación de los ganglios linfáticos que producía, se trató de una epidemia de Peste Bubónica. Para algunos tratadistas antiguos existieron desde el punto de vista médico otras variantes: La peste septicémica, que dejaba sentir sus efectos sobre la sangre, y la neumónica, que producía inflamación pulmonar. Si bien era posible que en algunas ocasiones el
enfermo se recuperase de la primera, las otras resultaban casi siempre mortales.
En muchos sitios el ánimo de penitencia fue llevado al extremo. El movimiento flagelador creció en popularidad: los hombres, con los torsos desnudos, se fustigaban con látigos en señal evidente de humildad frente al juicio divino.
Debido a que el movimiento ganó adeptos y como funcionaba al margen de la iglesia establecida fue
desautorizado por el papado. En respuesta a esta corriente de algunos coetáneos, enfrentados a esta enfermedad impredecible e indiscriminada, donde los virtuosos no eran más inmunes a la muerte repentina que los impíos, fue vivir la vida, o lo que quedaba de ella, al límite. El Decamerón de Boccaccio es una demostración, en forma de serie de historias contadas por supervivientes exilados de la peste en Florencia, cuyos brillantes e impúdicos contenidos son un antídoto al miedo a la muerte inminente. Para aquellos que buscaban una explicación fácil de la expansión de la enfermedad, los culpables eran los habituales proscritos de la sociedad. En muchas zonas, los mendigos y pobres fueron acusados de contaminar al pueblo llano. En aquellas partes de Europa donde los judíos eran tolerados la violencia popular se volvió contra ellos. En diversas zonas del Sacro Imperio Romano
Germánico y algunas ciudades suizas hubo masacres de judíos, acusados de envenenar los pozos, crimen que muchos confesaron bajo tortura. En una primera forma de guerra bacteriológica, ejércitos de apestados intentaban capturar las fortalezas enemigas catapultando los cadáveres dentro de la
ciudadelas para infectar a los sitiados.
Todo induce a pensar que la epidemia provenía de Asia, probablemente de la India, y que llegó a Europa como consecuencia de los contactos comerciales que las grandes potencias mercantiles de Italia sostenían con el próximo oriente. Hay quien afirma que fue la tripulación de un navío genovés, la que habiéndose contagiado en Kaffa (Crimea), introdujo la enfermedad en el occidente europeo. Desde Italia, la peste alcanzó en 1348 la Provenza, el Languedoc, La Corone de Aragón, Castilla, Francia y el centro de Europa. En los años siguientes (1349 – 1350), se extendió por Inglaterra, el norte de Europa y Escandinavia. Sólo regiones muy concretas pudieron escaparse total o parcialmente a sus devastadores efectos: Los Países Bajos, el Béarn, Franconia, Bohemia, y Hungría.
El descenso demográfico fue en algunas zonas realmente terrorífico. En China y en la India por ejemplo, la peste produjo entre los enfermos que la contrajeron una mortandad que iba del 60 al 90%, los índices de la pulmonar fueron prácticamente del 100%, de ahí que los cronistas de la época nos hablen de que desapereció una cuarta parte, la mitad, o incluso nueve décimas partes de la población.
Hoy por hoy, si bien todos los historiadores aceptan que la peste negra tuvo consecuencias a todas luces evidentes, no existe, sin embargo, unanimidad en el momento de señalar su importancia como forjadora de la profunda crisis económica y social que padeció Occidente a finales de la Edad Media. Es decir, si bien ciertos autores han creído ver en la peste el acontecimiento que mejor explica dicha crisis, otros, por el contrario, han reaccionado contra esta teoría que podríamos calificar de catastrófica.
Sin embargo estudios recientes ponen de manifiesto que las consecuencias mas importantes de la gran crisis agraria, (abandono de las granjas, disminución de las rentas agrarias, caída de los precios agrícolas,) generales en toda Europa fueron el resultado de la peste. En Alemania, fue la peste la que ocasionó que en algunos lugares entre 1348 y 1352, el 66% de las explotaciones agrícolas hubiesen perdido a sus antiguos dueños y que solo el 17% mantuviesen el mismo. Esta fuera de toda duda que solo la peste de 1348 – 1349 ha podido provocar tales cambios. Sin embargo, junto a los efectos directos de la epidemia, hay que valorar los indirectos. El abandono de las explotaciones agrarias afectó primordialmente a aquellas que se encontraban aisladas o en las montañas. Si tenemos en cuenta que no es posible acusar a la peste de haber dejado sentir sus peores zarpazos en regiones apartadas, habrá que admitir que fueron las migraciones hacia el valle y hacia las tierras mejores,
despobladas debido a la peste, las que provocaron la despoblación de extensas zonas montañosas

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Peste justiniana


La primera epidemia de peste no fue tan mortífera como se pensaba

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GRANDES EPIDEMIAS DE LA HISTORIA

Peste justiniana
Procopio describió una peste en su Historia de las guerras persas (542 d.C.). La humanidad estuvo a punto de extinguirse con aquella peste. Se originó al parecer en Egipto extendiéndose a Palestina. Como todas estas plagas llegó por mar en los barcos procedentes de Oriente. Comenzaba por una súbita fiebre no de gran intensidad y a los pocos días aparecían unas hinchazones bubónicas en las axilas, detrás de las orejas y en los muslos. Luego unos quedaban sumidos en un coma profundo o en un estado delirante. Sufrían inapetencia y a veces en medio de un violento frenesí, se lanzaban al agua. Algunos morían rápidamente, otros a los pocos días, con pústulas negras que se abrían en los lugares donde tenían las bubas. Algunos vomitaban sangre y algunos se salvaban, sobre todo aquéllos que supuraban por las bubas. Morían de 5.000 a 10.000 personas cada día. La mortalidad alcanzó a más de 600.000 personas, un tercio de la población de la ciudad. Esta plaga que se conoce como "Plaga de Justiniano" por iniciarse en el Imperio Bizantino en época del emperador Justiniano, aunque se extendió al Imperio Romano en el que redujo la población al 50 %. Es muy probable que fueran oleadas de epidemias de varias enfermedades, además de la peste bubónica, como influenza, viruela, disentería bacilar, cólera y difteria.

Pestilencia amarilla
En 550 d.C. hubo una gran plaga en Inglaterra llamada "Pestis flava" o "Pestilencia amarilla", que debió ser una epidemia de hepatitis. Esta misma plaga apareció de nuevo en el año 664 d.C. y luego sobrevino de tiempo en tiempo. Está bien documentada en la "Crónica anglosajona". Siempre se creía que Inglaterra por ser una isla, estaría más defendida contra las epidemias, pero esto no era cierto. Los barcos tocaban en sus puertos procedentes de todas partes y estaban tan expuestos como los demás. Sin contar con que si hubiesen estado privados de epidemias, al no crear inmunidad, cualquier enfermedad podía hacer en ellos más estragos que en otros países.
Los historiadores de la medicina no llegan a una conclusión segura sobre la verdadera naturaleza de la estas pestes que se desarrollaron antes del siglo VI. A partir de esta fecha, las descripciones y relatos no dejan duda de que se trata realmente de la peste causada por el bacilo Yersinia Pestis, en sus tres formas clínicas: pulmonar, septicémica y bubónica



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Las primeras epidemias de la historia Peste de Agrigento

Ciclo Coronavirus (III) Pestes y Pandemias Históricas a) Mundo ...

Las primeras epidemias de la historia
Peste de Agrigento
Diógenes Laercio recogió varias leyendas sobre la muerte de Empédocles, que además de filósofo y físico, fue conocido por sus habilidades como médico y sus actividades relacionadas con la magia o con el chamanismo. Una de estas leyendas decía que Empédotes se habría arrojado al fuego tras realizar una curación milagrosa siendo desde entonces adorado por sus conciudadanos como un dios: "... habiendo acometido a los selinuncios un contagio de peste por el hecho de un río cercano corrompido, de modo que no sólo morían, sino que también se les dificultaban los partos a las
mujeres, discurrió Empédocles conducir a él a costa suya dos de los ríos más inmediatos, con cuya mezcla se endulzaron las aguas. Cesada la peste, y hallándose los selinuncios celebrando un banquete a las orillas del río, apareció allí Empédocles; y ellos, levantándose, lo adoraron como un dios y le ofrecieron sus votos. Así, queriendo confirmar esta opinión, se arrojó al fuego. Pero Timeo contradice esto, diciendo abiertamente cómo Empédocles se retiró al Peloponeso y ya no volvió; por cuya razón es incierta su muerte"). Lo que parece cierto es que Parece que Empédocles mandó tapiar una garganta estrecha por donde soplaba un viento cargado de "horribles efluvios" de un pantano cercano.

Peste de Siracusa
Esta plaga sobrevino en el año 396 a.C, cuando el ejército cartaginés sitió Siracusa, en Itália. La enfermedad surgió entre los soldados cartagineses, expandiéndose rápidamente entre ellos y diezmando su ejército . Se manifestó inicialmente con síntomas respiratorios, fiebre, tumefacción del cuello y dolores costales. Seguidamente aparecían disenteria y erupciónes pustulosas en toda la superficie del cuerpo. Los soldados morían entre el cuarto y sexto día, con ataques de delirio y sufrimientos atroces. El Imperio Romano fue el gran beneficiario de aquella epidemia, venciendo fácilmente a sus invasores.

Peste Antonina
Así llamada por haber surgido en el siglo II d.C, cuando gobernaba Roma el emperador Marco Aurelio, de la familia de los antoninos. Causó gran devastación en la capital del imperio, extendiéndose a toda a Italia y a la Galia (Francia).
Galeno describió los síntomas presentados por los enfermos de esta manera: "ardor inflamatorio en los ojos; enrojecimiento sui generis de la cavidad bucal e de la lengua; aversión a los alimentos; sed inextinguible; temperatura exterior normal, contrastando con la sensación de abrasamento interior; piel enrojecida y húmeda; tos violenta y ronca; signos de flegmasia laringobronquica; fetidez do aliento; erupciones y fístulas, diarrea, agotamiento físico; gangrenas parciales y separación espontánea de órganos; perturbaciones de las faculdades intelectuales; delirio tranquilo o furioso y muerte entre el séptimo y noveno día". Una de las víctimas de la peste Antonina fue el proprio
Imperador, Marco Aurelio.

La peste del siglo III
Oriunda do Egipto, se expandió con rapidez a Grecia e Italia, devastando el Imperio Romano. San Cipriano, obispo de Cartago, dejó la siguiente descripción de la dolencia: "se iniciaba por un fuerte
dolor de vientre que agotaba las fuerzas. Los enfermos se quejaban de un insoportable calor interno. Luego se declaraba angina dolorosa; vómitos se acompañaban de dolores en las entrañas; los
ojos inyectados de sangre. (...). Unos perdían la audición, y otros la vista. En Roma y en ciertas ciudades de Grecia, morían cerca de 5.000 personas por día"

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Las primeras epidemias de la Historia

La plaga de Justiniano

Las primeras epidemias de la Historia

El Mundo Antiguo se vio azotado por enfermedades que se extendieron velozmente con carácter epidémico o pandémico produciendo gran mortandad. Estas epidemias recibieron el nombre genérico de pestes.
En la Biblia es donde se encuentran las primeras menciones de la peste. En el Antiguo Testamento hay claras alusiones a ella. En Exodo (9,5) puede leerse: "Jehová dijo a Moisés y Aaron: Coged puñados de ceniza de horno y espárzala Moisés hacia el cielo a vista de Faraón y se convertirá en polvo menudo en toda la tierra de Egipto de lo que resultarán tumores apostemados así en los hombres como en las bestias".
Antes que Hipócrates hubiese establecido las bases de la ciencia médica, se consideraban las epidemias como un efecto de la cólera divina, opinión apoyada en la interpretación de los libros sagrados (Exodo, Jeremías, Isaías, Libro de los Reyes, Mateo) y en textos profanos de la antigüedad (Ovidio, Platón, Plutarco, Tito Livio, Plinio).
Pero Hipócrates consideraba que la peste se propiciaba en las estaciones cálidas y húmedas. En su Tercer Libro de las Epidemias afirma que el estado del aire y los cambios de estación engendran la peste. Aristóteles si embargo las atribuía a la influencia de los cuerpos celestes.
Las plaga más debastadora de las que asolaron en mundo griego fue la peste de Atenas (428 a.C.), documentada con detalle por Tucidides, aunque hay descripciones más confusas de la Peste de Agrigento (406 a.C.) y Siracusa (396 a.C.) así como de la Peste Julia (180 a.C.) y de la mítica Peste de Egina que Ovidio menciona en sus "Metamorfosis". El imperio romano tampoco se libró de la peste. Marco Aurelio fue vicitima de la primera epidemia y En Roma y llegaron a morir en el siglo III c.C. cerca de 5.000 personas al día por su causa. Las grandes epidemias influyeron en la Historia. Así se cree que el fracaso de Justiniano en restaurar la unidad imperial en el Mediterráneo se debió en gran parte al efecto de la plaga que disminuyó alarmantemente sus ejércitos. Del mismo modo las fuerzas romanas y persas perdieron su resistencia ante los ejércitos musulmanes en en año 637. El avance del Islam separó el Este del Oeste. Estas fueron las epidemias más importantes de este
periodo: Peste de Atenas
Una de las epidemias más devastadoras de la antigüedad fue la peste de Atenas que se propagó en el año 428 a.C. narrada por Tucídides en su obra "La guerra del Peloponeso". Afirma el historiador que la peste procedía de Etiopía y que se producía en las grandes aglomeraciones de las ciudades, los grandes calores y las guerras. El relato que dejó de esta epidemia es tan rico en informaciones que merece ser conocido en el texto original, del cual entresacamos estas líneas: "en el principio del verano, los peloponesos y sus aliados invadieron el territorio da Ática. (...). Pocos días después, sobrevino a los atenienses una terrible epidemia, la cual atacó primero la ciudad de Lemos y otros lugares. Jamás se en parte alguna azote semejante y víctimas tan numerosas; los médicos nada podian hacer, pues de principio desconocían la naturaleza dde la enfermedad además fueron los primeros en tener contacto con los pacientes y morían en primer lugar. A ciencia humana se mostró incapaz; en valo se elevaban oraciones en los templos. Finalmente, tudo fue renunciado ante a fuerza de la epidemia...(...) Em general, el individuo no gozo se veía súbitamente presa de los siguientes síntomas: sentía en primer lugar violento dolor de cabeza; los ojos se vlvían rojos e inflamados; la lengua y la faringe asumían aspecto sanguinolento; la respiración se tornaba irregular y el aliento fétido. Se seguían espiros y ronquidos.
Poco después el dolor se localizaba en el pecho, acompañándose de tos violenta; cuando atacaba al estomago, provocaba náuseas y vómitos con regurgitación de bilis (...) La mayor parte moria al cabo de 7 a 9 días consumidos por el fuego interior. (...)
Los pájaros y los animales carnívoros no tocaban los cadáveres a pesar de la infinidad de ellos que permanecían insepultos. Si alguno los tocaba caía muerto".
Cuenta Tucidides que de 29.000 hoplitas murieron 4.400 y de 12.000 soldados de caballería murieron 3.000. No se sabe con certeza qué peste fue, si fue peste bubónica, tifus, tifoidea, escarlatina o dos infecciones juntas. Lo que queda claro es que las consecuencias de la peste fueron desastrosas para Atenas. Una de las víctimas de la epidemia fue el gran estadista Péricles.


Fuente:  Las primeras epidemias de la Historia
http://www.portaldehistoria.com/secciones/epidemias/epidemias-antiguedad.asp

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