CONCEPTO - LÍMITES Y FUENTES DE LA HISTORIA.
En la Prehistoria , como en cualquier otro período
histórico en el que se utilice como
principal método de investigación el método
arqueológico, la cronología relativa se establece a partir de la ubicación de
los hallazgos materiales en un contexto sedimentario. Siguiendo los principios
de la estratigrafía, es posible determinar si un objeto determinado
(por ejemplo, un fragmento de cerámica) es anterior, coetáneo o posterior a
otro fragmento de cerámica hallado en el mismo yacimiento. A partir de las
clasificaciones tipológicas, estas cronologías relativas de un mismo yacimiento
se pueden poner en relación con las procedentes de otro yacimiento cercano,
estableciéndose así cronologías relativas a un nivel espacial más amplio.
Sin embargo, como necesario complemento a la
cronología relativa, los prehistoriadores
disponen de varios métodos científicos que
proporcionan cronologías absolutas. Los más conocidos son los siguientes:
Dendrocronología, Carbono-14, Potasio-argón,
Termoluminiscencia y Arqueomagnetismo.
4. Las fuentes históricas.
El historiador escribe la Historia a partir de la
información que le suministran las
fuentes históricas, que pueden ser de diversos
tipos: un documento escrito, un recorte de
prensa, una fotografía, una película de cine,
una resto arqueológico, etc. Cualquiera de estas cosas enumeradas podría
considerarse como «fuente histórica». Pero ¿qué es una fuente histórica?
Podríamos decir que cualquier objeto o resto realizado o utilizado por el
hombre, que es susceptible de aportarnos información, parcial o total, sobre
los hechos pretéritos. Así pues, cualquier cosa (incluso una carta escrita por
cualquiera de nosotros a un amigo) podría considerarse, llegado el momento,
como una fuente histórica. Eso sí, siempre que tenga algún interés para el
historiador del futuro. En caso contrario, esa carta no pasará de ser una
curiosidad o una antigualla que únicamente podría interesar a algún
coleccionista por su valor intrínseco.
Esta concepción del «documento o fuente
histórica» que proponemos aquí coincide, en
líneas generales, con la que propusieron los
historiadores de la escuela de Annales. En efecto, como señaló el historiador
francés Lucien Febvre en su libro Combates por la historia: “La historia se
hace con documentos escritos, sin duda. Cuando los hay. Pero puede hacerse,
debe hacerse, sin documentos escritos cuando no los hay. A base de todo aquello
que el ingenio del historiador puede utilizar para fabricar su miel, a falta de
flores normales. Por consiguiente, con palabras. Con signos. Con paisajes y
tejas. Con formas de campos y malas hierbas. Con eclipses de luna y correas de
atelaje. Con dictámenes de piedras por geólogos y análisis de espadas de metal
por químicos. En una palabra, con todo aquello que es del hombre, denota la
presencia, la actividad; los gustos y las maneras de ser del hombre". Por
su parte, Marc Bloch afirmaba que “La diversidad de los testimonios históricos
es casi infinita. Todo lo que el hombre dice o escribe, todo lo que fabrica,
todo cuanto toca, puede y debe informarnos acerca de él” (Textos tomados de las
citas de P. Salmon 1978:39).
Evidentemente, las fuentes históricas no son
inocentes, y a menudo pueden ofrecer una
visión deformada de la realidad que el
historiador pretende reconstruir. Por esta razón el
historiador, una vez encontradas estas fuentes
(fase de la investigación que se conoce con el nombre de heurística), debe
someterlas a la crítica histórica (fase de la investigación que se conoce con
el nombre de hermenéutica), mediante la metodología oportuna.
Debido a la cantidad y variedad de las fuentes
históricas, se hace necesario
clasificarlas de forma coherente. Siguiendo la
clasificación propuesta por el historiador
Manuel Tuñón de Lara en su conocido libro Por
qué la historia (1981), que hemos adaptado en algunos aspectos concretos,
podemos clasificarlas en los siguientes tipos:
Fuentes escritas. Como su nombre indica, son
todas aquellas transmitidas por el
hombre sobre un soporte determinado (piedra,
papiro, pergamino, papel, etc.), en unos casos realizadas a mano (fuentes
manuscritas), en otros casos realizadas mediante medios técnicos (fuentes
impresas). El tipo de soporte sobre el que aparecen escritas estas fuentes
implica la especialización de los investigadores que se ocupan de su estudio:
Epigrafía, Papirología, Diplomática, Codicología, etc.
Fuentes materiales. Tradicionalmente
denominadas como «Antigüedades», bajo la
denominación genérica de «fuentes materiales»
se incluyen los documentos históricos que han llegado hasta nosotros de
diversas maneras (excavaciones arqueológicas, archivos, etc.) y que, por su
naturaleza, no pueden clasificarse bajo la etiqueta de «fuentes escritas». Las
inscripciones, que son fuentes escritas pero, al mismo tiempo, proceden de un
contexto arqueológico, pueden plantear algunos problemas sobre su clasificación
concreta (nosotros preferimos agruparlas entre las «fuentes escritas»).
Fuentes orales. La tradición oral fue, hasta
la aparición de la escritura, el vehículo de
transmisión de una rica literatura, del
derecho consuetudinario, de las normas religiosas, etc.
Desde los orígenes del género historiográfico,
el historiador se ha visto en la necesidad de utilizar las fuentes orales,
consultando a los testigos presenciales de los hechos que narran (recordemos
aquí el ejemplo de Heródoto o Tucídides). La «Historia oral», como es conocida,
pretende estudiar el pasado a partir de los testimonios directos de quienes
fueron sus protagonistas o, cuando menos, testigos excepcionales. El valor de
estas fuentes orales no es, en modo alguno, inferior al de las tradicionales fuentes
escritas. Se ha dicho muchas veces, y con toda la razón, que cuando muere un
anciano es como si ardiera una biblioteca. Pues bien, la labor del historiador
es intentar recoger, con una metodología científica, toda esta información
antes de que desaparezca y se pierda para siempre. Atendiendo a su naturaleza,
las fuentes orales se pueden clasificar en los siguientes grupos: directas (de
testigos o protagonistas) o indirectas (a través de terceros).
Fuente: CONCEPTO, LÍMITES Y FUENTES DE LA HISTORIA.
Extraído de: ANAYA HERNÁNDEZ, L. A.; RAMÍREZ
SÁNCHEZ, M.: Historia General. Curso preparatorio de Acceso a la Universidad para
mayores de 25 años. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Las Palmas de
Gran Canaria 2001. pp. 15-32
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