5. EGIPTO
CIRCUNSTANCIAS E
INSTITUCIONES. La reducción de la
pluviosidad y el consiguiente proceso de desertización convirtieron el valle
del Nilo - zona antes pantanosa pero constituida progresivamente, gracias a la
variación climática en vasto y fértil depósito de limos - en un fuerte polo de
atracción para los grupos humanos que huían de los desiertos. La intensa
concentración demográfica originada requirió la presencia de una dirección
central, eficaz y prestigiosa, que regulase la actividad de los individuos para
el aprovechamiento de las tierras. Así surgió el Faraón, autoridad única
política y religiosa a partir de la unificación, y las altas capas sociales de
la administración y de las tareas religiosas y militares, estableciéndose una
sociedad fuertemente estratificada e inmóvil en la que el grupo dominante
monopoliza el poder y los beneficios de la producción; sobre ésta recaerán
fuertes impuestos, en especie en el caso de los campesinos, que ahogarán a las
masas que en algunas ocasiones llegarán a rebelarse, originándose convulsiones
sociales, como las del siglo XXII a. de C., cuando un período de anarquía y
revolución terminó con el esplendor del Imperio Antiguo, época de las grandes
pirámides.
No obstante,
normalmente, la masa fue controlada rígidamente mediante una severa
organización y disciplina. Con tal fin fue creado un poderoso aparato
administrativo-policial que cobró fuerza y se acrecentó con la elaboración de
todo un sistema de creencias del que se servía y en el que se apoyaba.
La excelente
producción agrícola, lograda en gran parte por el enriquecimiento de las
tierras con los limos depositados por las crecidas anuales, proporcionaba las
reservas suficientes para que una parte de la población se dedicase a
actividades comerciales, artesanales - tejido, cerámica, papiro -, y a la
construcción - pirámides, templos, palacios - que absorbieron grandes
cantidades de mano de obra, en su mayoría de esclavos, rentables en una
economía agrícola, puesto que producían más de lo que consumían y, en todo
caso, podían ser alimentados con los excedentes.
La vida del
egipcio giraba en torno a dos instituciones: el palacio y el templo.
En el primero
residía el Faraón, a quien por sus funciones se le atribuía carácter divino.
Sus atribuciones eran omnímodas, sin limitaciones de ningún tipo, y estaba
auxiliado por un grupo de colaboradores, encabezados por un visir, que
procedían
de la nobleza; ya a nivel más bajo estaban otros
funcionarios, los escribas, que gozaban de amplios privilegios y se encargaban
de la administración estatal, sobre todo del cobro de los impuestos, fuente de
las ingentes riquezas del Faraón.
El poder militar
no tuvo excesiva importancia, quizá porque los egipcios se consideraban
protegidos por los mares y el desierto y por la falta, salvo contadas ocasiones
- expediciones guerreras a Nubia y a Asia en el Imperio Nuevo - de apetencias
imperialistas. Tal actitud y comportamiento permitió una mayor dedicación a
otras actividades. Sin embargo, Egipto hubo de soportar invasiones exteriores,
como la de los hicsos, que destruyó bruscamente la prosperidad del Imperio
Medio y en cuya expulsión tuvo papel decisivo Tebas, que alcanzó gran esplendor
durante el Imperio Nuevo, o la posterior de los hititas y otras muchas más,
hasta Alejandro Magno, que marcan los jalones de la decadencia de Egipto que
termino convirtiéndose en provincia romana.
Fuente: Enciclopedia Lafer
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