ÚTILES.
Otra vía de acercamiento a la vida del hombre primitivo son los útiles
por él fabricados. Normalmente empleó la piedra, sobre todo el sílex, que
golpeada de forma cada vez más hábil - talla - se convertía en instrumento útil
para cortar, raspar o agujerear, y a veces del hueso.
Los
objetos de piedra tallada más antiguos integran la ya aludida cultura de los
guijarros, caracterizada por una técnica muy rudimentaria. Posteriormente
aparecen las hachas de mano, primero bifaciales - Chelense - y luego de gran
variedad y perfección - Achelense. Igualmente es muy antigua la cultura
Clactoniense o de lascas - esquirlas que saltan una vez se ha golpeado
adecuadamente la piedra -, que adquirirá gran desarrollo y perfección en el
Musteriense, período en el que aparecen diversos tipos especializados:
raederas, hojas cortantes, perforadores.
La
industria ósea no está todavía muy desarrollada en el Musteriense. Se halla
patente en una serie de puntas y esquirlas, muy aguzadas a veces, obtenidas de
extremidades inferiores de animales, como el bisonte o el caballo, y de
falanges de renos. Algunas puntas se usaron para retocar las lascas.
FÓSILES.
Los fósiles hallados hasta el momento nos permiten asomarnos al final de
un largo proceso evolutivo que plantea serios problemas. Al parecer, de acuerdo
con los datos ofrecidos por la
Antropología y la Arqueología , hombres y monos descenderían de un
antepasado común, un primate aún desconocido, que habría existido en la época
terciaria, pero el cómo de esa progresiva hominización resulta todavía un tanto
nebuloso.
Los
más antiguos fósiles, que se discute sean humanos o no, se remontan a más de un
millón de años. A ellos pertenecen los Australopitecus, extraña mezcla de
caracteres humanos y simiescos, cuyos ejemplares más antiguos, descubiertos no
hace mucho tiempo en Etiopía, llegan a fechar algunos especialistas en cuatro
millones de años. Sus restos fueron encontrados en el Sur y Este de África,
junto con toscos guijarros que habían sido golpeados en uno de sus extremos
para que adoptasen una forma cortante - Pebble culture o cultura de los
guijarros -. La respuesta a los interrogantes planteados en torno al carácter
humano de estos seres, cuya capacidad craneana oscila alrededor de los
seiscientos centímetros cúbicos, se ha hecho aún más compleja con los
descubrimientos del Homo Habilis, hallado en el yacimiento de Olduway
(Tanganica), al parecer de un millón ochocientos mil años de antigüedad, con
una capacidad craneana de 700 cm³ y mandíbula y manos más parecidas a las del
Homo Sapiens que los precedentes, y el más reciente del Hombre de Leackey,
aparecido cerca del lago Rodolfo, de tres millones de años, capacidad craneana
de 800 cm³ y con caracteres más humanos que los anteriores, aunque todavía muy
lejos de los 1.500 cm³ del hombre actual.
Otro
segundo grupo, cuyos restos se fechan entre el millón y el medio millón de
años, estaría representado por el Homo Erectus con sus dos tipos
característicos: el Pithecanthropus, u Hombre de Java, con mayor capacidad
craneana que sus predecesores: 900 cm³, y el Sinanthropus, u Hombre de Pekín,
de talla muy próxima a la media humana actual, con 1.000 cm³ de capacidad
craneana y mandíbula muy robusta.
Así
como muchos especialistas se resisten a reconocerle un carácter plenamente
humano al primer grupo, los útiles hallados junto a los segundos, al igual que
ciertos rasgos físicos, parecen confirmar la filiación humana de éstos, a pesar
de persistir aún rasgos simiescos.
El
Hombre de Neanderthal sería el exponente más característico de un tercer grupo,
ya bastante próximo a nosotros, de una antigüedad de ciento cincuenta mil a
treinta mil años, muchísimo más parecido al hombre actual, con una capacidad
craneana de 1.450 cm³, pero todavía con algunas diferencias: estatura más baja,
frente hundida, ausencia de mentón, arcos superciliares muy salientes. Su
cultura había adquirido ya gran desarrollo.
Finalmente aparece el Homo Sapiens, con distintas variedades -
Cro-Magnon, Grimaldi, Chancelade -, cuyo fósil más antiguo no supera los 40.000
años. Sus caracteres físicos son idénticos a los del hombre actual.
4. EDAD ANTIGUA
RASGOS DIFERENCIALES. La
revolución neolítica, con la invención de la agricultura y la ganadería y su
progresivo desarrollo, fue causa principal de una creciente diferenciación
entre pueblos que durante el Paleolítico, a pesar de la utilización de técnicas
distintas, seguían manteniendo estructuras sociales y económicas bastante
similares. A partir de ese momento, las zonas mejor dotadas para la agricultura
progresarán rápidamente, mientras otras permanecerán estancadas o evolucionaran
lentamente, produciéndose una diversificación de culturas con estructuras muy
distintas y distanciadas.
Uno
de los principales rasgos diferenciales será el decisivo cambio experimentado
con el tránsito de las pequeñas comunidades campesinas neolíticas a las
primeras ciudades, donde se activará la especialización en el trabajo, que a su
vez intensificará y hará más complejas las relaciones humanas de todo tipo.
En
estos núcleos urbanos se procedió a la intervención de la escritura que permite
al historiador un conocimiento más directo de las civilizaciones estudiadas, al
poder contar con testimonios más vivos y significativos.
Nos
encontramos en una fase histórica cuyos primeros protagonistas serán una serie
de pueblos de caracteres específicos que confieren a cada uno de ellos una
personalidad propia y distintiva. La trascendencia que adquirirán la cultura
egipcia y la mesopotámica se deberán, en gran parte, a su privilegiada
localización geográfica: el ser centro de tres continentes facilitará la
difusión de sus progresos en las más variadas esferas.
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